
Esta tarde mi hija tuvo, a sus nueve años, su primera lección de piano.
Por la noche me enseñó, a mis cuarenta, todo lo aprendido.
No está nada mal. Aprendemos dos al precio de uno.
No hablo (solamente) de aprender a tocar el piano.
Sino de lo mucho que tenemos para aprender todavía juntos.
hacía un tiempo que no entraba en tu blog.
ResponderBorrares muy bello lo que decís