
"No esperes para ser feliz"...
No siempre hubo Hi-Fi y compact discs. Hubo un tiempo de canciones viejas, muchas veces mal grabadas, y cuando uno escuchaba esas canciones lo hacía en algún modesto tocadiscos, o en algún obsoleto pasacassettes de mala calidad, y todo sonaba entonces tan distorsionado que por momentos era imposible comprender lo que decía la letra de aquellos temas. Y cuando uno se ponía a cantar, inevitablemente aparecían los baches, que se rellenaban como se podía y sobre la marcha, poniendo palabras propias allí donde el autor seguramente había pensado otras distintas.
De repente estoy seguro: la letra de aquella vieja canción no dice ni nunca dijo esto de "No esperes para ser feliz". El autor escribió en ese lugar otra cosa, algo que yo nunca pude escuchar con claridad. Pero a fuerza de haber cantado de chico esta letra, seguramente apócrifa, seguramente equivocada, cuando hoy a la distancia me descubro tarareando de nuevo esa melodía, aparece de nuevo ese texto inventado por mí. Y me digo entonces que es una suerte que haya existido esa época de canciones viejas, mal grabadas y peor reproducidas. Porque de pronto comprendo que la canción en cuestión no es propiamente mía, pero tampoco de su autor, y al mismo tiempo nos pertenece de alguna manera a ambos.
Y hoy ya sé que esa canción seguro dice otra cosa. Pero no puede ser porque sí que ya entonces, y hace tanto tiempo, algo me llevara a cambiar la letra, en lugar de buscar el modo de desentrañar cuál era el texto real, el que imaginó el autor, y no este oyente. Y tampoco puede ser porque sí que hoy de pronto me ponga a tararear sin darme cuenta de nuevo aquella canción, y lo vuelva a hacer con la letra así transformada. Ni puede ser porque sí que la letra inventada por mí haya sido esta, y no otra.
"No esperes para ser feliz." Algo tiene que tener esta frase, en el marco de esta música, incluso cuando su autor no lo sepa, incluso cuando él haya escrito otra cosa. Esta canción también es mía, y me dice algo que debo aprender a escuchar...
Escuchemos. Y no malgastes el momento.
Carpe diem, como decían los antiguos y sabios latinos.
