viernes, julio 22, 2011

Somos nosotros y nuestro contexto

Leo en Internet una frase atribuida a Patti Smith, en la cual en todo caso se parafrasea a Borges... Ya se sabe: las palabras, al igual que las melodías y otras cosas, a fuerza de ser repetidas terminan perdiendo la memoria de su autoría, y sin embargo esto no es necesariamente algo malo, pues lo que vale es el concepto, la intención, el contenido, y por supuesto su persistencia. Así lo entendía Atahualpa Yupanqui, quien aspiraba a que sus canciones algún día se convirtieran en anónimas.

Pero regresemos a la frase en cuestión, que dice así:

"Somos los libros que hemos leído, las películas que hemos visto, las canciones que amamos. Somos nuestros amigos, nuestros maestros. Los viajes que hicimos y los amores que tuvimos. Somos en un espacio y en un tiempo. Somos aquí y ahora."

La frase me lleva a pensar en muchas cosas. De entre las cuales no dejaré aquí constancia más que de un par. La primera, casi obvia, se relaciona con la conveniencia de elegir con sumo cuidado las músicas, las películas, los libros con los cuales nos rodeamos, dado que si ellos van a convertirse en parte de lo que somos, no debemos permitirnos el mimetizarnos con cualquier basura. El arte puede, finalmente, hacernos bien al alma o mancillarla, estimularnos o embotarnos, acompañarnos y hacernos crecer o saturarnos sin cuidado. Lo mismo vale para las personas con quienes nos juntamos y aquellas otras que, por error o por acierto, dejamos afuera de nuestras vidas.

Y entonces viene mi segunda reflexión: que también cargamos muchas veces con los distintos espantos que creamos, tantas veces sin querer y sin siquiera saberlo. Y es esta doble evidencia la que nos exige ser mucho más prudentes y cuidadosos de lo que solemos, a la hora de conformar nuestros contextos vitales.

jueves, julio 21, 2011

Duplicación digital


Copio y pego algo que encontré en Facebook, porque me parece una reflexión inteligente, lúcida y necesaria:

"No hay que demonizar las descargas en Internet. No es lo mismo copiar que robar. El ladrón priva al dueño de la posesión y usufructo de su propiedad, pero no así el copión, que se la deja entera. No es lo mismo robar un cuadro en un museo que reproducir su fotografía (que, hecha sin flash, no perjudica para nada al cuadro mismo). Los típicos objetos de robo son entidades compuestas de materia y forma, como los coches. Quien me roba el coche me deja sin coche. Los objetos de copia son formas puras, como la información, que no desaparecen por el hecho de ser reproducidas. Quien copia un texto mío no me priva del texto ni de las ideas que expresa, aunque a veces redunde en un lucro cesante. En realidad, aunque me irrita mucho que me roben la cartera, más bien me halaga que alguien se interese tanto por mis escritos como para fotocopiarlos o colgarlos en su blog."


(Jesús Mosterín, profesor de Investigación en el CSIC)