ese que alguna vez creyó saber quién era
y hoy apenas llega a ser un pobre diablo
forzado a admitir que ningún nombre
ninguna casa, ningún lugar en el mundo,
ninguna familia, ninguna cosa
le resulta verdaderamente propia,
excepto tal vez su soledad
y estas tristes palabras
que resuenan en su cabeza
como un trueno lejano
o como un disparo.
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