Ahora yace partida en dos pedazos.
Sin embargo, cada uno de esos trozos,
diferentes ambos, únicos e irrepetibles,
continúan siendo parte de un todo primigenio.
Así somos nosotros: como ese par de pedazos
de un ánfora preciosa que se ha quebrado.
Podríamos ansiar el hartazgo o el olvido
pero hay algo más grande que nosotros,
una naturaleza anterior al quebranto,
de la cual seguiremos siendo parte.

No hay comentarios.:
Publicar un comentario