martes, enero 31, 2017

Lluvias

La lluvia, como todas las cosas de este mundo,
carece en sí misma de un significado o de un valor.
Somos nosotros quienes le asignamos un sentido.
Y ese sencillo gesto, curiosamente, nos humaniza.
Hubo un tiempo, por ejemplo, durante el cual
la lluvia representaba para mí una inquietud,
pues poco antes mi casa se había inundado.
Hubo también un tiempo en el cual la lluvia era
algo así como un llanto del alma caído desde el cielo,
o la angustiante premonición de un dolor interminable.
Sin embargo, un buen día la lluvia se convirtió
sorpresivamente en algo diferente,
en algo para ser contemplado y compartido,
en algo más cercano a la alegría que a los pesares.


viernes, enero 27, 2017

Seis años...

¿Puede uno relacionarse de algún modo
con alguien que no ha comenzado a existir,
con alguien que en verdad jamás ha existido?
¿Es posible extrañar a ese alguien?
¿Es acaso posible amarlo?
¿Desearle el bien?
¿O rezar por su alma
incluso cuando uno ni siquiera
crea en dioses que escuchen rezos?


martes, enero 24, 2017

Olvidos

Hoy me ha sucedido algo extraño
(me tienta la palabra siniestro).
He leído un poema.
Un poema no demasiado antiguo,
bien puedo dar fe de ello.
De inmediato he reconocido
el poema en cuestión como propio,
y sin embargo,
por más que lo intenté,
no pude recordar dónde ni cuándo
ni en qué circunstancia ese poema fue escrito.
Tampoco a quién tuve yo en mente cuando
aquellas palabras encontraron su forma.

Pienso entonces en la fragilidad de
nuestras humanas conciencias
y de nuestros recuerdos;
en lo poca cosa que somos,
que buscamos eternizar un momento
a través de un miserable poema
solo para comprender al cabo
que estamos hechos de olvido.


jueves, enero 19, 2017

Libros sagrados

De repente me doy cuenta, casi como una revelación, de que uno de mis grandes problemas en lo que a los asuntos relativos a la fe divina se refiere es la existencia misma de libros sagrados. Para decirlo de algún modo, considero que un libro, cualquiera que sea, es un medio demasiado poco digno para una deidad. O para decirlo de otra manera: un medio demasiado humano, pasible de ser manipulado, tergiversado, mal traducido y mal interpretado a lo largo de los siglos. ¿Cómo confiar en  un Dios que recurre a un instrumento tan poco fiable como un libro para manifestar a través de sus páginas sus sagradas enseñanzas y testamentos? ¿Acaso no tenía, este ser omnipotente, algún modo más preciso, eficaz e indubitable para dejar clara su existencia y para comunicarnos sus preceptos sin margen de duda ni error? Y ni hablemos de qué algunos pretendan que este mismo Dios que decidió recurrir a las palabras para manifestarse sea el mismo que en Babel confundió a los hombres, haciendo que cada uno hablase un idioma diferente. Seguimos confundidos, Señor. Y si he comprendido bien las enseñanzas de tu hijo Jacques Lacan, él ha dicho que la palabra aleja al hombre de la verdad que la palabra nombra. Y yo creo que algo de razón tiene.


jueves, enero 12, 2017

Diferentes tiempos

Hubo un tiempo en el cual
las horas transcurrían lentamente
como un glaciar dormido
o un río de aguas congeladas,
como uno de esos sueños en los cuales
todo transcurre de manera pausada,
tiempo fuera del tiempo,
y sin embargo
al cabo uno descubre
que los años han pasado
veloces como la luz
o como el tiempo mismo
que no se detiene
y no hay vuelta atrás.

Pero también está el presente
en cierto modo inaprensible
pero absolutamente real
un pájaro que bate sus alas en el cielo
una boca que acaricia otra boca
unos dedos que eternizan su roce
sobre la piel de una persona amada
la lluvia cayendo sobre nosotros
nosotros entrando en el agua
una risa que resuena y nos despierta
un gemido que nos enciende
un soplo de aire fresco
un instante un instante un instante
que ya pasó, pero durante
ese instante perdura.
Estas palabras.
Ahora mismo.


De(se)ados

Enredados
confundidos
entrelazados
hasta el punto de
que ya no sepamos
adónde termina uno y
adónde comienza el otro
penetrados
enmarañados
amalgamados
nuestras lenguas se llaman
nuestros sentidos se juntan
nuestras miradas se encuentran
mi boca en tu boca en mi boca
tu pierna mi pierna tu pierna
tu espalda desnuda
y tus senos que atestiguan
el milagro del encuentro
tus cabellos desordenados
una respiración compartida
o tal vez un gemido
y mis manos
y tus manos
nuestras manos
nuestro deseo
nuestro anhelo
nuestra alegría.


martes, enero 10, 2017

Como espejos de agua

Dejame que te diga que
hay ojos como espejos de agua,
claros, magníficos, transparentes,
y otros que son como mares profundos,
en los cuales, quien se asoma una vez,
desea luego bucear eternamente.