viernes, enero 29, 2010
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Germán A. Serain
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lunes, enero 11, 2010
Efímero
Vaya uno a saber por qué razón, al fin y al cabo presumible, esta mañana me desperté pensando en las efémeras, esos pequeños insectos, también conocidos como polillas sin boca, que deben su nombre al hecho de disponer de una vida brevísima, limitada apenas a unas pocas horas. De allí el nombre de este insecto, pariente cercano de las mariposas, que en verdad deberíamos llamar efemeróptero, término que deriva de la palabra "efímero".
Dado que la naturaleza ha previsto una vida tan breve para este animal, el mismo carece de boca. De hecho, no posee un aparato digestivo, pues no es necesario que se alimente. Ni siquiera es conveniente que lo haga: su tiempo es precioso. No debe perderlo buscando alimentos. Sólo debe dedicarse a volar, encontrar pronto una pareja, aparearse y depositar sus huevecillos en algún lugar húmedo y cercano. Con esto estará cumplida su misión vital. Luego el día terminará, y con él la existencia de este admirable insecto.
He escrito admirable. Y en cierto sentido es cierto: nos admira lo efímero de este animal. Nos espanta el aparente sinsentido de su efímera existencia. Y sin embargo, como escribió alguien en alguna otra ocasión, "Nosotros, que tenemos estómago y más de un día por delante, a la vista de Dios tal vez duremos apenas un poquito más que la inquietante efémera."
¿Cuál será la escala que utilizaremos para calificar el lapso de vida de este insecto como efímero? Porque, en efecto, ¿no es acaso también efímera nuestra vida? Tal vez todo esté puesto en relación a los objetivos que se planteen. Claro está, la efémera no tiene tiempo de reflexionar demasiado. No puede construir una cultura, preocuparse por obtener bienes materiales, por tener buena casa, auto, trabajo, patria, familia.
Pero más allá de esto, tal vez sea justo preguntarnos: ¿será esta mariposa feliz en algún instante de su brevísima vida? ¿Será acaso esa vida en algún punto más satisfactoria que la nuestra? ¿Será la efémera sabia, por quedar fuera del marco de aquel dicho que asegura que "quien tiene boca se equivoca"? ¿Habrá en ella algún instante de conciencia que haga referencia a su propia naturaleza? Lo más probable es que no. Somos nosotros quienes reflexionamos sobre la efemeróptera. Y no hay reciprocidad alguna: ella no reflexiona sobre nosotros, ni seguramente tampoco sobre sí misma.
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Germán A. Serain
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