viernes, febrero 24, 2012
El vaso medio lleno
Sin embargo, hete aquí que hay un punto de vista alternativo, según el cual quien observa el vaso medio vacío es en los hechos un idealista, en tanto el hombre centrado en los hechos es quien lo ve medio lleno. Y la explicación para esto es bien simple: nótese que quien observa el vaso medio lleno, está viendo lo que de hecho hay. Lo que hay, en esa mitad del vaso, es real. Por el contrario, quien escoge ver el vaso medio vacío, pone su atención en aquello que falta, que es precisamente lo que no está, aquello que no tiene presencia material, que no existe y acaso jamás haya existido. Por ende, su punto de vista está focalizado no en una realidad, sino en una mera idea, en un deseo.
La cuestión no es menor, en cierto punto. Porque todo el tiempo estamos eligiendo, incluso sin ser del todo concientes de ello, entre la posibilidad de ver todo lo mucho que nos falta o todo lo mucho que tenemos. Y no se trata de ser conformista. Pero lo que tenemos es real, y lo que nos falta pertenece al mundo de lo ideal. Sin embargo, nos solemos angustiar por lo que nos falta con mucha mayor facilidad de lo que nos conformamos en lo que de hecho es nuestro. ¿Idealista?... ¿Realista?... Todo depende de cómo uno prefiera observar las cosas.
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Germán A. Serain
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martes, febrero 21, 2012
Quiero un trozo de mí mismo para seguir viviendo
Esta costumbre de revisar los papeles viejos antes de tirarlos... Papeles conservados durante años, en el fondo de algún placard, que finalmente se encuentran con su inevitable destino de terminar en la basura, pero que antes reciben una última mirada, casi como un consuelo, previo al ser olvidados definitivamente. Y entonces de repente una frase, sabe Dios nacida de quién, que de mí no ha sido:
"Igual a una bestia malherida que se alimenta de su propia sangre, quiero un trozo de mí mismo para seguir viviendo."
Así dice. Y yo, antes de tirar ese papel a la basura, decido anotar aquí esas palabras, movido por alguna razón que ciertamente se me escapa.
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lunes, febrero 20, 2012
Sensibilidad y entendimiento
La sensibilidad y el entendimiento son dos dimensiones que difícilmente compatibilicen de una manera adecuada. Quien piensa y quien siente se acercan de maneras diamentralmente opuestas al mundo. El primero instala, a través de su razón, una distancia respecto de las cosas y de sí mismo que el segundo no concibe. Lo paradójico del caso es que, probablemente, el primero no comprenda en absoluto de qué se trata.
Recordemos lo que dice Schiller en sus Cartas para la educación estética del hombre: "Al entendimiento le es necesario desgraciadamente destruir primero el sentido interior del objeto para poder apropiarse de él. Como el químico, el filósofo sólo descubre el enlace de los elementos mediante la disolución, y sólo llega a comprender la obra de la naturaleza espontánea mediante tortuosos procedimientos técnicos. Se ve obligado a encadenar con reglas a los fenómenos para captarlos en su fugacidad, a desmembrar sus bellos cuerpos en conceptos y a conservar su vivo espíritu en un indigente armazón de palabras. ... Tratando de acercar el objeto de mis investigaciones al entendimiento, lo alejo de la sensibilidad. ... Esto es aplicable al fenómeno de la belleza. Toda su magia descansa en su misterio."
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miércoles, febrero 15, 2012
La idea de luchar contra la idea del poder
Leo el siguiente comentario de Gregory Bateson: "Dicen que el poder corrompe, pero sospecho que eso es una tontería. Lo que sí es verdad es que la IDEA del poder corrompe. El poder corrompe más rápidamente a quienes creen en él y son ellos quienes más lo apetecen. Es obvio que nuestro sistema democrático tiende a dar el poder a quienes tienen hambre de él y brinda a quienes no lo desean todas las oportunidades para evitarlo. No es un ordenamiento muy satisfactorio, si efectivamente el poder corrompe a quienes creen en él y lo desean."
La frase me lleva a pensar, por supuesto, en la eterna corruptela política argentina que ha caracterizado a nuestro país desde el mismo momento de su fundación. También pienso en la paradójica condición del sistema democrático. Pero sobre todo me detengo en esa curiosa distinción que Bateson hace, al remarcar que no se trata del poder, sino de la IDEA del poder. Y entonces me resulta de pronto evidente que dicha IDEA opera en función de quien desea y persigue el poder tanto como de quien debe padecer al presunto poderoso. Presunto, pues se trata nada más que de una idea. Bastaría con que lográsemos cambiar nuestra perspectiva respecto de esa gente para las cosas en su conjunto comenzaran a ser muy diferentes.
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miércoles, febrero 08, 2012
Pasiones y cuerpos virtuales
"Inventamos lo prohibido para tener emociones y necesidades", señaló alguna vez el dramaturgo Darío Fo. "Pareciera que si nos quitan lo prohibido nos quedamos sin el placer de hacerlo." Resulta claro lo que dice Fo, quien sabe, por cierto, de prohibiciones. Pero una cosa es lo prohibido que pese a serlo resulta alcanzable, y otra muy distinta aquello que además de prohibido resulta utópico, cuyo deseo únicamente puede conducirnos a una permanente desilusión.
Si a una persona le dicen que no puede entrar en un lugar, es ahí exactamente adonde querrá entrar. Pero si a la larga resulta que ese lugar al cual uno quería entrar porque no lo dejaban finalmente no existe, el placer se convierte en una frustración irremediable. Es como esa historia que imaginó alguna vez Bioy Casares, cuando el protagonista de La invención de Morel se enamora de Faustine, solo para enterarse más tarde (pero ya irremediablemente enamorado, con lo cual no puede dejar de desear) que Faustine no es real, sino tan sólo una proyección generada por una compleja maquinaria.
Tristemente, todos somos en cierta medida una proyección imaginaria de los demás. Y los otros una proyección imaginaria que nosotros hacemos de ellos, claro. Acaso el cuerpo nos seduce porque nos promete la posibilidad de ir más allá de este engaño, y de allí derive el deseo. Finalmente, incluso cuando uno nunca pueda llegar a sentir las sensaciones del otro, e incluso cuando el otro no exista tal como lo imaginamos, es difícil negar la otredad en sí misma en el contacto con la piel del otro, en el momento del encuentro de los cuerpos.
Pero hay un cuerpo ausente, cada vez más pertinaz en nuestra cultura, del que no es posible esperar esta clase de evidencia.
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lunes, febrero 06, 2012
Artes plásticas 2
Entonces me pregunto: ¿No es esta una manera bastante imbécil de aproximarse a una obra de arte?
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domingo, febrero 05, 2012
Artes plásticas
He aquí algo de lo que encontré esta vez: "Creo que lo que más me gusta de las artes plásticas es que hacés alguna tontería, tirás una cosa, esparcís un material cualquiera, derramás el tarro de pinceles en el suelo, y listo: algo fuera de vos mismo ha pasado. Por malo que sea, ya está allí, independiente, pidiendo una respuesta."
Confieso que más de una vez pensé esto mismo (me refiero a lo de la simplicidad de la tontería) de muchos artístas plásticos, sobre todo de Warhol a esta parte. Pero lo curioso aquí es que el autor de la frase se dedica de hecho a las artes plásicas: se trata del brasileño Nuno Ramos. No conozco nada de su obra, pero me llama la atención la brutal sinceridad con la cual se refiere a su arte. Y como Ramos también ha fatigado su máquina de escribir y ha publicado algunos libros, añade que la palabra exige en cambio, para salir a la superficie literaria, un trabajo especial, que la purifique de la banalidad del día a día.
Por qué razón las artes plásticas podrían ser banales y la literatura no, es un tema para debatir, aunque no sea esta la ocasión de hacerlo. Pero me quedo con la idea de que aquello que se pone allí, en el mundo, fuera de uno, sea bueno o sea malo, una vez que la obra surge, ya quedó en el mundo, independiente, reclamando una respuesta. Y me digo que también con las palabras sucede esto mismo a veces.
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viernes, febrero 03, 2012
Una boludez...
Una mañana, al despertar, comprendí que tarde o temprano, en algún momento de mi vida, alguien me iba a tomar por boludo. Así las cosas, opté por encarar el asunto con cierta filosofía y decidí prepararme: si tenía que pasar por boludo, yo no quería ser un boludo cualquiera. Decidí que yo iba a ser un boludo diplomado. Y como enseguida me percaté de que no hay ninguna institución oficial que ofrezca, al menos declaradamente, esta especialidad, gasté parte de mis ahorros para anotarme en un curso privado. Lo cual demuestra que alguna aptitud tenía para la empresa que me había propuesto.
Lo cierto es que estudié, me esforzé todo lo que pude, cuando no pude intenté que se notara lo menos posible, y todo parecía marchar a pedir de boca... Pero el día en que debía rendir el examen final, ese examen del cual dependía finalmente el otorgamiento de mi diploma, los examinadores me reprobaron. "Habrá sido por boludo", dirá algún desprevenido, sin notar que precisamente ser boludo era el objetivo del curso, con lo cual se hubiese tratado de un contrasentido. En todo caso, creo que me faltó un poco de convicción, y seguramente se notó que estaba actuando.
La conclusión es simple, y deja cierta moraleja: No es lo mismo ser boludo que hacerse el boludo, por más que a veces la gente se olvide de este pequeño detalle.
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jueves, febrero 02, 2012
El sentido de las cosas
"Nuestro primer impulso es descifrar lo que percibimos a nuestro alrededor, como si todo lo que hay en el universo tuviera un significado."
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miércoles, febrero 01, 2012
Tormenta
acaso también yo tenga miedo.
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