miércoles, octubre 23, 2024

Sueño 241023

Anoche soñé que caminaba por calles imposibles. Primero transitaba por un puente que se iba deshaciendo bajo el peso de quienes habían intentado cruzarlo a lo largo de los años y los siglos. Más tarde, por las calles de un oeste que a un mismo tiempo reconocía pero también me resultaba ajeno. Brillaba el sol y yo llevaba una silla pequeña, como esas que se usan en los jardines de infantes. Iba escuchando música y también tenía un libro en la mano. Buscaba una plaza, un lugar tranquilo, con un poco de verde, para sentarme al sol a leer. Me pareció ver un solar apropiado, dando vuelta una esquina. Unos chicos jugaban a la pelota. Unos jubilados los miraban jugar, sentados a unos cuantos metros. De repente pensé: "Hoy cumplo 58 años. El tiempo es para mí un recurso cada vez más escaso. ¿Quiero de veras usarlo para leer este libro sentado al sol en una calle cualquiera?" Me respondí a mí mismo que sí. Que ese era un buen modo de transitar el escaso tiempo que tenía por delante. Y me sentí en paz conmigo mismo. 

Al rato desperté, justo en la mañana en que cumplo 58 años. Sentí el calor del sol, que en realidad era el cuerpo de mi compañera contra mi cuerpo. Me di cuenta de que seguía en paz, como en mi sueño. Por alguna razón me vino a la mente la obra de Ricardo Talesnik "La fiaca". Supongo que también podría haber sido "Bartleby, el escribiente", por simple derivación de ideas. En el momento de acomodar mi almohada me pregunté cuál sería el mejor modo de disfrutar de ese recurso cada vez más escaso, para mí y para todos, lo sepamos o no, que es el tiempo. Y me puse a escribir estas líneas, antes de quedarme dormido de nuevo.


domingo, octubre 06, 2024

Sueño 241004

Soñé que estaba en una reunión en la que se presentaba el último álbum de Charly García, "La lógica del escorpión". Será porque también yo soy de escorpio, pues nací el mismo 23 de octubre en que García cumplía años, aunque no entiendo ni creo en cuestiones del horóscopo. O será porque todos hablaron hasta el hartazgo de ese lanzamiento, algo por cierto inesperado en la era del streaming. Lo cierto es que en aquella reunión había bastante gente y yo no reconocía a nadie, excepto al propio García, que andaba por ahí con una actitud llamativamente tímida, casi sin hablar con nadie. La música no me interesó demasiado; no me llamó la atención, al menos. Pero sí me sorprendió lo bien que se veía él: delgado y rejuvenecido, mezcla del adolescente que había sido y el adulto entero que podría haber llegado a ser. Pensé en decírselo, pero también pensé que sería una falta de tacto de mi parte: no está bien opinar sobre el aspecto de los demás. No recuerdo cómo fue que llegué más tarde a hablar con aquel sacerdote. No sé de dónde salió, ni si seguíamos allí, en la presentación del disco, o si estábamos ya en otra parte. Lo que sí recuerdo es que este sacerdote me instaba, me decía que era necesario creer. Y yo le respondía que lo había intentado algunas veces, pero que no lo había conseguido. Y le cuestionaba si acaso era posible: si creer era una cuestión de voluntad, si uno podía elegir el tener o no tener fe. No hubo una respuesta clara. O tal vez no hubo ninguna respuesta en absoluto.