lunes, diciembre 31, 2012
Uvas
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Balance
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miércoles, diciembre 19, 2012
Fin del mundo
Le habían asegurado que el viernes 21 de diciembre, probablemente hacia la medianoche, se terminaría el mundo. El se angustió mucho: no quería llegar al final de sus días sin haber completado su obra. Se afanó entonces como nunca: canceló obligaciones y citas, resignó horas que de otro modo hubiesen sido destinadas al descanso, la comida y el amor. Las primeras luces del sábado 22 vieron su obra terminada. Jamás alguien lo supo. Un instante después ya no quedaba nadie que pudiera decirle un valió la pena.
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Diferencia de horas
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domingo, diciembre 09, 2012
Finalmente la vida de tus hijos también podría llegar a depender de que decidas atender o no ese llamado equivocado, y lo mismo pasa siempre con todas las cosas.
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sábado, diciembre 08, 2012
Una idea
Dicen que el hombre pone en riesgo su vida cada vez que elige.
Pero eso es lo que lo hace libre.
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París - Rayuela
¿Cómo serás después de conocerte?
¿Cómo serás después de haber recorrido tus senderos,
primero una vez, luego acaso cien veces?...
¿Serás entonces como París, esa ciudad tantas veces imaginada,
por cuyas calles se buscaron La Maga y Oliveira,
a veces en vano, y otras hasta encontrarse enredados
en las sábanas de un hotel cualquiera de la calle Montmartre?
¿Serás como París, decía, después de haber trepado
a la Tour Eiffel, de haber sacado fotos en Champs Elysees
y al costado de La Seine, en l’Arc de Triomphe y el Café Pompidou?
¿O después de haber paseado por Montmartre, hasta llegar
tal vez hasta aquel mismo hotel y aquellas mismas sábanas,
o haber develado en el Louvre el secreto de la sonrisa
de la misteriosa Gioconda que pintó Leonardo?
¿Serás la misma entonces? ¿O serás otra?
Cómo saberlo, sin recorrer tus senderos,
primero una vez, y luego... ¿mil veces?
Sólo puedo decirte que el temor
de que París pudiera acaso perder su magia
el día en que finalmente lleguemos allí
no debería impedirnos el emprender el viaje.
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martes, diciembre 04, 2012
Verdad II
"En este mundo hay ciertas cosas que únicamente podemos hacer en soledad, y también algunas otras que sólo pueden hacerse en compañía de alguien más. Es importante combinar estas dos maneras de hacer cosas en su justa proporción."
Lo dijo, según me dicen, Haruki Murakami.
Habrá que indagar un poco más al respecto.
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lunes, diciembre 03, 2012
Verdad
"Confiá en aquellos que buscan la verdad.
Pero nunca en quienes afirmen haberla encontrado."
(Acabo de leer esta frase y es menester que la deje anotada en alguna parte.)
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sábado, diciembre 01, 2012
La confusa obscenidad del mal
"La confusa obscenidad del mal", decía.
Más tarde supe que esos eran los últimos versos de un poema. Un poema que también incluye un verso que habla de un "deleite cómplice", como para terminar de cerrar la idea. Debajo de la frase, muchos comentarios. Algunos más pertinentes o perspicaces que otros. Yo me quedé pensando en esto: en que si algo claro se desprende de la frase referida, es que el mal es obsceno. Por cierto, esto solo ya nos habilitaría a plantearnos el desafío de tener que definir ambos conceptos, qué cosa sea el mal, y por ende qué sería el bien; de qué cosas podríamos lícitamente decir que sean obscenas, y de cuáles no, y acto seguido intentar explicar por qué. Tarea ímproba si las hay. Pero más allá de eso hay también, en la dichosa frase, un reconocimiento claro a que existe cierta ambigüedad en ese sentimiento que identifica la obscenidad con el mal, el mal con algo obsceno, lo cual promueve en definitiva a esa incierta confusión. Presumo que todos tenemos una cuota de rechazo, tanto como un poco de secreta y/o inconsciente inclinación, sea hacia el mal, sea hacia lo obsceno. Me reviso interiormente y verifico que por lo menos en mi caso se da así. La cuestión pasa, en todo caso, por el dilema que nos lleva a confesarlo o a mantener esta inclinación como un íntimo secreto. Yo decido confesarlo, hacerlo público, denunciarme a mí mismo, por lo menos en lo que a este respecto se refiere. Pero ninguna de estas cuestiones me termina de explicar el porqué. No del mal, no de la obscenidad, sino el de su misterioso atractivo, ese que al mismo tiempo se rechaza, por supuesto y por fortuna. ¿Y qué será el mal?... ¿Y de qué cosas podrá uno lícitamente decir que sean obscenas? No tengo respuestas, sólo preguntas, y sin embargo sé que en alguna parte ellas son la respuesta a alguna otra pregunta que acaso todavía no me ha sido planteada.
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