Escucho pasajes de algunas de las sinfonías de Gustav Mahler, se diría que casi al azar. Me pregunto cómo es posible que esta música alguna vez me haya parecido pretenciosa y oscura, cuando en este momento la percibo rebosante de una belleza indescriptible. Es evidente que la sensibilidad no es algo invariable, y que está regida por reglas que no son establecidas por la razón. Y está muy bien que así sea. Lo que entonces nos pareció pretencioso y oscuro, nos lo pareció de manera sincera. Lo que hoy nos resulta maravilloso, también. Sincerarnos con nuestra emoción y acercarnos a lo que nos hace bien en el momento indicado nos permitirá sacar lo mejor de nosotros mismos en el contacto con esta magia.
sábado, febrero 23, 2013
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