Querer a alguien...
O mejor dicho:
Querer lo que se imagina en alguien...
O dicho con más propiedad:
Querer lo que se decide imaginar en alguien
una vez que hemos logrado disimular
todas sus inevitables miserias
hasta el punto de creer
que no las tiene...
Eso es algo sencillo de hacer.
Lo difícil es querer a quien
realmente ese alguien sea.
Lo bueno, por supuesto,
es que lo mismo vale para los odios.
Aborrecer a alguien...
O mejor dicho:
Aborrecer lo que se imagina en alguien...
O dicho con más propiedad:
Aborrecer lo que se decide imaginar en alguien
una vez que lo hemos hecho responsable
de cuanta miseria se nos ocurra...
Eso es algo muy sencillo.
Lo difícil es aborrecer a alguien
cuando reconocemos que en definitiva
se trata de un alguien tan parecido a nosotros.
jueves, junio 29, 2017
Amores y odios
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Germán A. Serain
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Un tiempo fuera del tiempo
El arco acaricia las cuerdas del violín,
que súbitamente despierta y besa el silencio.
La música abre de pronto un paréntesis,
algo así como un tiempo fuera del tiempo,
una expresión de belleza que sólo podría
equipararse a un acto de amor, o de magia.
En tanto la música suena, la realidad
suspende su curso y se ubica en otra parte,
los relojes se detienen, rige otro devenir.
En este paréntesis mágico en cuyo transcurso
ocurre la música, suceden también otras cosas:
- por allá alguien cierra los ojos y siente,
- más acá alguien derrama una lágrima,
- una pareja discretamente se toma las manos,
- un joven sonríe y se entrega a sus sueños,
- una mujer recuerda a su padre ausente,
- alguien más suspira y se confía a Dios,
y así, cada quien en su mundo,
todos juntos en un mismo lugar,
las emociones vibran en sincronía
con la melodía, las armonías, el ritmo,
y en tanto la música sostiene el hechizo
lo único que existe es esta belleza,
curiosamente plena de inocencia.
Más tarde, cuando ya se haya apagado
la reverberación de la última nota,
entonces sí, ese será el momento
de regresar cada quien a su casa,
la hora en la cual el sueño se disuelva,
que hasta donde sabemos es lo que ocurre,
tarde o temprano, con todos los sueños.
Pero mientras tanto,
la música todavía suena.
Acaso no sea sino esto la vida:
una sucesión de mientras tanto.
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lunes, junio 26, 2017
Beethoven, Menuhin, miedos y fantasmas
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sábado, junio 24, 2017
Lo que no se dice
Detener la palabra
un segundo antes del labio,
escribió una vez Juarroz.
Esa palabra que puede ser
como pájaro igual a su ausencia.
Vos traes hasta mí esos versos.
Y entonces yo estoy a punto
de escribirte un par de palabras;
estuve a punto de hacerlo y eran,
literalmente, nada más un par;
no éstas que de hecho escribo,
sino otras, apenas dos.
Pero luego he releído a Juarroz
y he comprendido que la ausencia
de ese par de palabras aquí,
que no es ausencia de lo que sucede
sino solamente de lo que se dice,
puede ser igual a lo que siento;
a lo que vos sabés que siento.
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domingo, junio 18, 2017
Islas
Ningún hombre es una isla
pues ninguna persona vive
auténticamente aislada del mundo.
O acaso sí; acaso todas las personas
seamos como islas
dado que jamás podremos
llegar a estar auténticamente
en el lugar que ocupa el otro,
respirar por el otro,
sentir por el otro,
amar por el otro,
imaginar siquiera
lo que imagina el otro
en el momento de ser alguien
diferente de nosotros mismos.
Nuestro cuerpo es a nuestra soledad
lo que el agua es a la isla:
nos rodea, nos abraza,
pero nos impide ser alguien
distinto de quienes somos.
Entonces nos acercamos a los demás,
a veces mediante la empatía,
o mediante el poder,
o mediante la seducción,
o mediante la dominación,
o mediante la piedad,
o mediante el amor,
que según Sartre no es
sino una sofisticada forma
de la manipulación.
Vaya uno a saber si eso es cierto.
Lo bueno es que, islas o no,
cada tanto nos encontramos
con otros que son
parecidos a nosotros,
islas, náufragos o navegantes.
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Cadena de manos
Las manos de mi padre,
que sostienen entre las suyas
las manos aún pequeñas de su hijo,
que ahora sostienen a su vez
las pequeñas manos de su hija.
Es una cadena de manos,
aunque todo esto suceda
en tiempos distintos.
Hoy las manos del padre
son sostenidas por las manos
del hijo cuyas manos, seguramente,
si las cosas han sido bien hechas,
serán a su vez sostenidas mañana
por las manos de una mujer
que hasta hace poco fue mi niña.
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lunes, junio 12, 2017
Naturaleza de la poesía
Ayer alguien se refirió a mí
utilizando la palabra poeta.
No supe qué sentir.
En ese momento me pareció
una palabra demasiado grande,
y no es que yo sea modesto,
o sinceramente... no lo sé;
pero no pude menos que preguntarme
qué cosa será realmente un poeta.
Yo en mi casa tengo un piano,
que compré sin saber tocarlo;
y todavía sigo sin saber,
pero de todos modos, de tanto en tanto,
igual me siento delante del teclado
y dejo que mis dedos jueguen
libremente, torpemente,
que busquen alguna lógica,
que no siempre encuentran,
entre las teclas y las notas.
Pocas veces lo logro, es verdad;
me entretengo, no obstante,
y surgen esbozos de ritmos,
alguna que otra armonía,
nada que merezca seriamente
ser llamado música, es cierto;
y sin embargo, qué otro nombre
podríamos darle a todos esos sonidos
que surgen como venidos de ninguna parte
y sin embargo están ahí, indubitables.
¿No son acaso una forma de la música?
Entonces, de nuevo: ¿qué es un poeta?
Alguien que escribe versos, seguramente;
pero no puede tratarse apenas de eso,
tiene que ser algo más.
Alguien que comprenda,
por ejemplo, la rebeldía de la belleza.
Y es posible entonces que sí haya
algo de eso, por fin, en mi caso.
O alguien capaz de observar la luna
y saber que allí hay mucho más
que el satélite natural del planeta;
que allí hay algo que es inalcanzable,
por más que Neil Armstrong haya posado
alguna vez sus suelas en la superficie selenita
y haya soltado aquella tontería
del pequeño paso para un hombre,
paso grande para la humanidad;
eso fue una vil mentira: ningún paso
dio la humanidad tan especial esa noche
(digo noche porque allí estaba la luna);
todo sigue sin mucho cambio aquí abajo,
los mismos males, las mismas dudas,
las mismas soledades, las mismas miserias.
Y cuántos entre nosotros podremos
alguna vez pisar la luna y saber,
como el astronauta, cómo es aquello.
Para la mayoría de nosotros, los mortales,
la luna será siempre algo inalcanzable,
y por lo tanto similar a un sueño,
y por lo tanto materia apta para la poesía.
Y sí, confieso entonces que he escrito,
no pocas veces, palabras inspiradas
y referidas también a la luna.
Como sea: ayer alguien habló de mí
utilizando la palabra poeta,
y yo me sentí halagado;
y sentí que aquellas palabras,
salidas quién sabe de dónde,
que tantas veces he considerado
torpes, absurdas, delirantes,
pueden hallar, de tanto en tanto,
un oído atento.
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jueves, junio 08, 2017
Sueño 170608
Anoche soñé que yo era dos.
Vale decir: que con vos éramos tres;
concretamente: vos, yo y yo.
Recuerdo que yo te decía
que no tenía sentido
sentir celos de mí mismo.
Lo que en verdad me intrigaba
era ver si podía sentir por los dos;
vale decir: por mí y por yo,
o simplemente por uno,
como le ocurre a toda la gente.
No sé si se trató de un sueño erótico,
por más que los tres estuviésemos
desnudos y en la cama, etcétera.
Ya dije quiénes: vos, yo y yo.
Creo más bien que este raro sueño
nos habla de mi miedo a la nada:
si uno es dos, y de los dos uno muere
puede ser que el otro permanezca.
En lo que hace a tu presencia,
es como dice aquel viejo romance:
La muerte me anda buscando,
junto a ti, vida sería.
Al fin, el amor y el orgasmo
no son sino estrategias
para distraer a la muerte,
o al menos para olvidarnos
de ella por un rato.
Por cierto, quisiera que sepas
que si escribo todo esto
es porque lo soñé,
pero también
porque te extraño.
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martes, junio 06, 2017
Psicólogo de mí mismo: Los otros
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lunes, junio 05, 2017
Negación
No.
Decididamente, no.
Es curioso que la única
afirmación que viene a mi ánimo
sea precisamente una negación.
Pero lo cierto es que no.
Definitivamente, no y no.
Y que nadie pregunte
qué cosa estoy negando,
a quién le estoy diciendo
estas palabras,
porque no lo sé.
Pero sí sé que no.
Este profundo rechazo
es lo único que viene
a mi espíritu en este instante,
y no es cansancio,
y no es tampoco una derrota.
No, es sencillamente eso:
una negación definitiva,
terminante, absoluta.
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