domingo, junio 18, 2017

Islas

Ningún hombre es una isla
pues ninguna persona vive
auténticamente aislada del mundo.
O acaso sí; acaso todas las personas
seamos como islas
dado que jamás podremos
llegar a estar auténticamente
en el lugar que ocupa el otro,
respirar por el otro,
sentir por el otro,
amar por el otro,
imaginar siquiera
lo que imagina el otro
en el momento de ser alguien
diferente de nosotros mismos.
Nuestro cuerpo es a nuestra soledad
lo que el agua es a la isla:
nos rodea, nos abraza,
pero nos impide ser alguien
distinto de quienes somos.
Entonces nos acercamos a los demás,
a veces mediante la empatía,
o mediante el poder,
o mediante la seducción,
o mediante la dominación,
o mediante la piedad,
o mediante el amor,
que según Sartre no es
sino una sofisticada forma
de la manipulación.
Vaya uno a saber si eso es cierto.
Lo bueno es que, islas o no,
cada tanto nos encontramos
con otros que son
parecidos a nosotros,
islas, náufragos o navegantes.


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