A veces uno escribe en sueños
o sueña que está escribiendo
y de pronto se sorprende
porque falta una palabra
y por más que la busca
la palabra no aparece.
Nos acecha entonces
una inquietante urgencia
porque presentimos que
la llegada de la mañana,
o el horrendo despertador
dispuesto siempre a romper
del sueño los pliegues sutiles,
o acaso algo aun más grave
y además quizás definitivo
nos impedirá hallar jamás
esa extraviada palabra
que hemos tal vez
presentido o vislumbrado.
Pero aceptémoslo, no hay caso,
siete menos diez de la mañana
el despertador ya se dispone
a arrancarnos del sueño
y no tenemos remedio.
Dormidos o despiertos
las palabras son así,
siempre se nos escapan
cuando más las necesitamos,
pero entonces seamos sinceros,
hay cosas para decir las cuales
no existen palabras que valgan
y hay que salir a inventarlas
o probar de reemplazarlas
por imágenes, por músicas,
por un abrazo, por un gesto,
por un beso, por una mirada,
o simplemente por un silencio.
lunes, julio 31, 2017
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viernes, julio 21, 2017
Reglas de juego
Qué paraíso, qué infierno,
qué tiempo fugaz en la tierra;
nada de esto existe sino en
nuestros propios corazones.
Y así vamos por la vida
sin mayores certezas,
excepto las que nosotros mismos
decidimos ir estableciendo.
Y nuestros sentimientos
son finalmente los que
se ponen en juego.
Nuestros deseos
y nuestras creencias.
Son nuestras horas
y nuestras risas
y nuestros llantos
y nuestros cuerpos,
nuestros dolores
y nuestros gozos,
nuestros apetitos
y nuestro alimento.
Son nuestros poemas,
esos que escribimos
y esos que leemos,
y lo que logramos poner
o rescatar en cada uno de ellos.
Todo eso es lo que instala
la única regla que importa:
apreciar la belleza que
habita en cada instante.
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miércoles, julio 19, 2017
Blancos
Hoy. Solamente hoy.
Hoy debería ser suficiente.
Porque hoy es lo único que importa.
Somos demasiado pequeñitos
como para preocuparnos por la eternidad.
Somos demasiado blancos
(blancos no es la palabra correcta
pero en rigor eso no interesa)
como para preocuparnos por el futuro
o por las cosas que ya han pasado.
Hoy es el único tiempo que tenemos,
el breve instante en el que somos.
Quizás si pudiésemos rescatar esto,
el momento en que transcurrimos,
si lográramos concentrarnos
en una respiración, en una tenue brisa,
en el fugaz vuelo de un pájaro,
quizás así podríamos ser
aun algo más blancos,
aun más inocentes,
aun más felices de lo que somos.
O por lo menos un poco felices;
acaso con eso fuera suficiente.
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domingo, julio 16, 2017
Mientras tanto
Es curioso.
Sé que alguna vez fui un niño
pero no logro recordarlo.
Tengo memoria de fotografías,
de anécdotas diversas, de relatos,
pero me falta el legítimo recuerdo
de ese que alguna vez fui
y ahora ya no soy.
Y no digo solamente el niño:
hablo también del joven
de hace un par de décadas,
o del hombre de siete años,
seis meses, cinco días atrás.
Pero ese niño.
En especial ese niño.
Hoy he despertado siendo
este que soy ahora mismo.
Este que se disuelve en
el infinito mar del tiempo
y que mañana se terminará
perdiendo en la nada.
Pero mientras tanto.
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sábado, julio 15, 2017
Territorio mítico
Leo que alguien dice por ahí que un poeta
debe establecer un territorio mítico;
y sería razonable preguntarnos
qué diablos se supone que quiera decir eso.
Sin embargo yo prefiero cuestionarme
si en verdad puedo pensarme poeta.
Es verdad que suelo andar cansando palabras
en forma de versos de pretensiones diversas,
que es lo que suelen hacer los poetas.
Pero no se trata de escribir versos solamente.
Entonces leo otra vez: alguien sostiene que
el poeta establece territorios míticos...
¿Situados tal vez fuera del tiempo?
¿Poblados por personajes de corte divino o heroico,
o representativos de algún aspecto universal
de la humilde condición humana?
Yo no sé si mis modestos versos
tendrán algo que ver con todo eso.
Pero entiendo que ser poeta se ubica
más allá del hecho de escribir palabras.
Se me hace que es poeta quien traduce,
sea en versos o de cualquier otra manera,
algo de la belleza y las angustias del mundo.
Yo he escrito muchos versos, es verdad.
No sé cuántos de ellos tengan realmente algún valor,
si alguno llegará a aproximarse siquiera al
incierto umbral de lo que merece ser recordado.
Pero tampoco sé, en definitiva, si tal sea el sentido
que uno debería perseguir para lo que hace.
Lo cierto es que allí están esos versos,
salidos vaya uno a saber de dónde,
y dudo si alguna vez serán apreciados,
si alguien creerá que algo tienen de poéticos,
y mucho menos si creerá que ellos constituyen
algo parecido a un territorio mítico.
Y qué será eso de los mitos, me pregunto.
Tal vez un desprendimiento de una realidad
que de un modo u otro nos resulta insuficiente,
y por eso nos vemos compelidos a escapar de ella,
a buscar otras dimensiones, acaso más amplias,
otras bases, otras estéticas, otras verdades.
El mito en definitiva no es sino la representación
de un mundo sutilmente distinto en el cual
a veces nos gustaría extraviarnos.
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viernes, julio 14, 2017
¿Un verso cualquiera?
Distraído, haciendo cualquier cosa,
de improviso un verso cualquiera
aparece y me sacude la cabeza.
Me digo entonces que tal vez,
después de todo, acaso no se trate
de un verso tan cualquiera,
sino de uno con algo particular.
Me debato entonces en la disyuntiva
de dejar lo que estaba haciendo
para rescatar ese verso,
para evitar que se pierda,
o continuar con lo que hacía
y dejar que el verso se disuelva
para siempre en la nada.
Me pregunto entonces qué hubiese ocurrido
si, por ejemplo, Gustavo Adolfo Bequer
hubiese omitido escribir aquello de
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar...
Y es cierto, acaso el mundo seguiría
siendo sencillamente el mundo,
nada cambiaría de manera radical;
y sin embargo quienes hemos paseado
alguna vez la vista por aquellos versos
sabemos que algo se hubiese perdido,
algo valioso, algo sutilmente bello;
y no hay peor pecado que dejar
que algo hermoso se extinga
antes de haberle brindado
al menos ocasión de ser.
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jueves, julio 13, 2017
Vanos intentos
Tengo la cabeza llena de palabras
que tal vez no vaya a decir nunca.
Escribo cartas que quedan guardadas
en los oscuros fondos de mil cajones,
siempre y cuando no corran peor destino
como ser el fuego o el tacho de basura.
Escribo mensajes en una pantalla
pero borro sistemáticamente
cada letra sin enviar nada.
De repente pienso que todas
estas palabras y frases cansadas
deberían servirme para escribir
al menos algún breve poema.
Lo intento, pero sé que
jamás lo lograré.
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lunes, julio 10, 2017
La vida es
La vida es un camino constante
de aprendizaje y desaprendizaje,
muchas veces hermoso,
otras tantas terrible,
pero solamente es camino
en la medida en que lo transitamos.
No reniego, entonces, de lo transitado.
Porque cada paso dado me trae hasta aquí,
hasta este preciso momento,
con todos sus errores
pero también con sus enseñanzas.
Con todos sus dolores,
pero también con sus bellezas.
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sábado, julio 08, 2017
Der Mond (Otras lunas)
Es un dato curioso para quienes
vivimos en esta región del mundo
saber que en alemán la palabra luna
no es femenina, sino masculina.
Y entonces ahí van los germanos,
tejiendo metáforas que asimilan
la luna con un monje, o con un gato,
o con un búho, pero nunca una lechuza.
Es cierto que, como bien dice Romeo,
incluso cuando a la rosa la llamemos
de cualquier otra manera
no por eso dejará de ser rosa,
pero también es verdad que
no es igual varón o mujer,
masculino que femenino,
luna que sol o estrellas;
pero así son los alemanes.
Nosotros, en cambio, sabemos
que la luna es femenina
que la luna es mujer
que la luna es madre
que la luna es hembra
que la luna tiene curvas
que nos provocan y seducen
y promueven ardores impensados
al mismo tiempo que reales.
Claro que la luna tiene sus misterios:
en ocasiones llega silenciosa y fulgurante,
iluminando a pleno la bóveda nocturna,
y otras veces la buscaremos en vano
en medio de la noche más oscura.
También puede mostrarse apenas
como un tenue filo, o sorprendernos
en pleno día paseando a deshoras.
Dicen quienes saben que la luna
simboliza la fertilidad,
pero también la inconstancia
propia de la fortuna y de la mujer;
como si el varón fuese un ser constante.
La cuestión es que aquella noche
no se veía la luna en el cielo,
pero de todos modos allí estaba.
He aquí el sencillo secreto:
no siempre la luna debe ser
buscada en el firmamento;
en ocasiones podemos hallarla
en otros sitios, en otros rituales.
Ahí estaba la luna, entonces,
y se ofrecía desnuda,
desvergonzada,
blanca e inocente,
alta, preciosa y pura,
desenfadadamente gozosa,
y sin palabras decía:
"Ven a mí, aquí estoy,
lista para ser tomada".
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viernes, julio 07, 2017
Otras lluvias
Es como la lluvia.
Nadie puede decir que
ella sea buena o mala.
La lluvia simplemente es.
A veces cae sobre el mundo
con suave y tenaz constancia,
otras veces de manera impetuosa.
Pero sencillamente sucede,
y sería un sinsentido
lamentarse por eso,
o cuestionar su presencia,
o pretender detenerla.
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Eva, Adán y Dios
No sucedió así. Al parecer Eva y Adán se atraían, se solicitaban todo el tiempo, se gozaban, complaciendo al Creador, y nadie tenía problemas con mirar o ser mirado, porque todavía no se habían inventado ni la vergüenza, ni la culpa, ni tampoco los terceros en discordia. Con respecto a la vergüenza y la culpa, Eva y Adán vinieron a cagarla, cuando comieron del árbol de la sabiduría, cuyos frutos Dios expresamente les había prohibido. Aunque para ser justos, explicame para qué puso el Señor ese árbol prohibido al alcance de la mano de esas pobres creaturas, que El mismísimo creó dotadas de libre albedrío, eso es cierto, pero también de curiosidad, de ansias y deseo. Algunos de los términos de toda esta historia parecen no estar del todo bien planteado. Y en cuanto a terceros en discordia, ya hablaremos en otra ocasión de eso.
Como sea. Algo malo hubo también con la supuesta sabiduría que debieron recibir Eva y Adán después de su desobediencia; porque bastó con comer el fruto para que ellos supieran que estaban desnudos; pero nunca supieron por qué razón debían ocultar esa desnudez. Supieron que estaban desnudos, pero creyeron falsamente que en aquella belleza había alguna falta. Tal vez Dios sólo quería demostrar su poder de castigar a quien se atreviese a desafiarlo. Algo muy propio de quien no está del todo seguro de sí mismo, de su poder o de su mismísima existencia.
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