A veces uno escribe en sueños
o sueña que está escribiendo
y de pronto se sorprende
porque falta una palabra
y por más que la busca
la palabra no aparece.
Nos acecha entonces
una inquietante urgencia
porque presentimos que
la llegada de la mañana,
o el horrendo despertador
dispuesto siempre a romper
del sueño los pliegues sutiles,
o acaso algo aun más grave
y además quizás definitivo
nos impedirá hallar jamás
esa extraviada palabra
que hemos tal vez
presentido o vislumbrado.
Pero aceptémoslo, no hay caso,
siete menos diez de la mañana
el despertador ya se dispone
a arrancarnos del sueño
y no tenemos remedio.
Dormidos o despiertos
las palabras son así,
siempre se nos escapan
cuando más las necesitamos,
pero entonces seamos sinceros,
hay cosas para decir las cuales
no existen palabras que valgan
y hay que salir a inventarlas
o probar de reemplazarlas
por imágenes, por músicas,
por un abrazo, por un gesto,
por un beso, por una mirada,
o simplemente por un silencio.
lunes, julio 31, 2017
06:50
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