jueves, febrero 01, 2024

Dondequiera que estaba ella...

Después de haber cenado juntos
al calor de la noche y la luz de una vela
-porque en medio se cortó la luz-
Después de haber compartido un helado
-capuchino y chocolate: hasta suena divertido-
Después de haber hecho un amor pacífico,
justo después del orgasmo de ella
y dos segundos más tarde el de él...
Los dos se rieron.
Se rieron como chicos que
se asoman con inocencia al mundo.
Se rieron como si se hubiesen descubierto
por primera vez
a pesar de llevar juntos tantos años.
Se rieron como si afuera de ese cuarto
ya no hubiese temores ni pesares.
Se miraron una vez más, largamente,
amparados en el abrazo,
los cuerpos desnudos y amantes.
Y aunque los dos se reían
fue ella quien preguntó:
 ¿Por qué te estás riendo?
El dijo algunas cosas
pero la respuesta era sencilla:
 Porque soy feliz.
Y es que, como alguna vez escribió Mark Twain:
Dondequiera que estaba ella,
allí estaba el Paraíso.

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