jueves, diciembre 07, 2023

Para pensar

Hace poco escribí un breve texto, que titulé "Milei es un meme". Más allá de las consideraciones allí vertidas, relativas a la mecánica por la cual la imagen de este tipo de personajes, no sólo ahora ni en nuestro país, se hace viral (pero antes la caricatura seguía cronológicamente a la persona, ahora es el meme el que anticipa o crea el personaje), hay una pregunta que queda flotando: ¿No será precisamente la realización de lo memeable en tanto tal, vale decir su difusión viral, cruzada con la lógica de un consumo irónico mal interpretado por parte de la sociedad, lo que determina, como una profecía autocumplida, las condiciones que finalmente llevan al poder a este tipo de "representantes"? 

Por supuesto, media en esto una enorme falta de conciencia política por parte de los electores, pero también una incapacidad indudable por parte del sistema político mismo para generar dicha conciencia en el marco sensible e imaginario del cual forma parte. Hay una desconexión evidente entre la realidad y los imaginarios sociales. Y la política, siguiendo sus propias reglas de reproducción, multiplica candidatos y propuestas memeables, como modo de perdurar. Los resultados esperables de esta lógica son evidentes. La pregunta es cómo se podría salir de este círculo vicioso, que hoy es alentado por las tecnologías algorítmicas de ¿comunicación?

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