miércoles, septiembre 10, 2008

Nunca me dio un miedo tan grande la palabra ínfimo

Hace apenas unas horas, en la ciudad de Ginebra, científicos de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN) pusieron en marcha un enorme acelerador de partículas, conocido como LHC (Large Hadron Collider), cuya construcción costó unos nueve mil millones de dólares y con el cual buscan develarse misterios sobre la física y el origen del Universo. En pocas palabras, un aparato para poder jugar a ser Dioses.


Este acelerador, cuyo recorrido en forma de círculo ocupa un trayecto lineal de 27 kilómetros, es la mayor y más compleja máquina jamás construida y la plataforma para lo que los expertos dicen será el experimento más grande en la historia de la humanidad. El experimento en cuestión es hacer colisionar partículas atómicas desplazándose a velocidades cercanas a la de la luz.

La noticia, que fue difundida por los medios de comunicación de todo el mundo, me hizo recordar algo que leí meses atrás. En abril de este mismo año, desde la ciudad de Barcelona, Rodrigo Fresán escribía un artículo en el cual daba cuenta de algunos pormenores relativos a este enorme acelerador. Allí dice, entre otras cosas:
"Y la noticia del día –la noticia que se come a todas las noticias del día, de la semana, del año, de la década, del siglo, del milenio, de todo el tiempo ganado y perdido– es ésta y la leo en The New York Times: dos científicos llamados Walter L. Wagner (que vive en Hawai) y Luis Sancho (que, parece, vive en Barcelona) han presentado una demanda contra otros científicos del CERN (European Organization for Nuclear Research) para así impedir que enciendan el LHC ante la posibilidad, aseguran, de que el experimento de entrechocar protones genere un agujero negro capaz de devorar la Tierra y, tal vez, al universo todo incluyendo a las estatuas de los padres de Paco El Pocero y la boina de Cristina Kirchner. Los especialistas del CERN afirman que son dos locos y que “el riesgo de que eso ocurra es ínfimo”.

Y añade luego la frase que da título a este posteo:
"Nunca me dio un miedo tan grande la palabra ínfimo."

- ¿Este botón?
- Sí, ése.
- Ya está.
- Ups.

Ponele que no pase naranja. Después de todo al coso ese ya lo encendieron y todavía estamos acá. Claro que si pasara algo mañana, o pasado, o cuando hagan chocar los átomos ahí adentro, no vamos a tener tiempo ni siquiera de enterarnos.

Pero es verdad: el riesgo de que eso ocurra es ínfimo.