sábado, diciembre 31, 2022

Diario 2023 - Cap. Cero

Quedan horas, migajas apenas, del 2022, y ayer llenando un documento dudé, por primera vez, cuáles eran los cuatro dígitos que debía colocar ahí, al final de una fecha, y la sorpresa por la duda en sí misma, que siempre inquieta, estará todo bien en el campo de las propias funciones cognitivas, o ya habrá avanzado el deterioro. Y no, Germán, si ya sabés que no es la primera vez, que sos nomás así y desde chico cometés estos errores. Y si no acordate de cuando en la carátula del cuaderno de comunicaciones de quinto grado, en lugar de escribir "Isidoro Pirovani", que ese era el nombre del director del colegio, vos pusiste "Inodoro Pironi", y te diste cuenta recién al terminar el año, qué despiste. O aquella otra vez, mucho más tarde, que volviste a tu casa caminando un montón de cuadras y al llegar te diste cuenta de que habías salido en auto. Y mejor no sigamos.

Pero entonces sí, la segunda sorpresa, ésta legítima, repetida, pero que aparece cada vez con mayor frecuencia: ¿Ya se pasó otro año? ¿En serio? ¿Tan rápido? Si ayer nomás estábamos en enero, la tos del covid, la vecina del doce que se iba, ser de nuevo papá, en dos meses arrancan las clases, dígame licenciado, los que estaban y ya no están, cuántas cosas, y cuántas más. 

Entonces dos líneas, nada más que dos líneas, para que sea fácil recordarlas, llevarlas siempre encima y que no se pierdan, como las llaves de la moto con una cinta en el cuello, el celular y los documentos en el bolsillo, tengo todo, sí mamá, y también esta frase que acabo de encontrar, que es de Alejandro Dumas, según dicen, ponele que sea cierto, que declara (dejá por un momento de hacer lo que sea que estés haciendo y prestale atención a esta frase): "La vida es tan incierta que la felicidad debe aprovecharse en el momento en que se presenta".

Incierta y breve, digo yo, sorprendido de que ya estemos a un paso de un nuevo enero, esta vez de un 2023, la recta numérica me espanta. Miro un instante hacia atrás, no sin un dejo de melancólica nostalgia, y hace cinco años atrás llovía, y hace doce estaba feliz soñando con un futuro que no iba a venir, y entonces regreso de nuevo al presente, me obligo, porque todavía es hoy, siempre es ahora, que el pasado nos enseñe pero carpe diem. Y no pierdas la ocasión de ser feliz ahora, de mirar este cielo, esta luna, esta nube que pasa, irrepetible, y decile que querés a quien querés, y sonreí como un idiota, porque sí, sin buscar tantos motivos.



Misterio

Hay algo que trasciende el tiempo
pero no somos nosotros.
De qué se trata, entonces;
qué es lo que hay en ese cielo,
en aquel mar, en la montaña,
en la humilde hoja de un trébol,
en esa mariposa cuya vida
se extiende por apenas unas horas
y sin embargo ahí va, libre,
sin medir el tiempo,
sin literaturas ni filosofías,
ni réquiems, ni glorias,
pobre miserable vida
y sin embargo
no tan distinta de la nuestra;
de qué se trata, entonces.
Precisamente:
Se trata del misterio.
Es lo único que permanece.
Nosotros,
el trébol, el mar,
la mariposa, la montaña, el cielo,
no somos sino eso.
Somos misterio.

jueves, diciembre 29, 2022

Planes para

Quiero pasar mi tiempo
bajo la sombra de un árbol
al costado de un lago
o quizás de un río
para contemplar
las aguas quietas
o al contrario: la corriente
los dos planes tienen lo suyo
uno se parece al devenir de la vida
el otro a un ansiado reposo

Quiero sentarme a ver el cielo
las nubes durante el día
de noche la luna inalcanzable
los pájaros que vuelan
tan reales como yo
tan ajenos a mi existencia
tan iguales a esto que soy
contemplar cómo viven
escuchar cómo cantan
aceptar cómo olvidan

Quiero detenerme
a observar cómo crece esa hoja
que tiembla en la brisa
en el extremo delgado del tallo
tan ajena a todo y tan próxima
tan parecida a mí que no distingo
si estoy observando la hoja
o si me estoy asomando a mí mismo,
si soy yo o si soy uno con ella,
si pienso en vos o si somos nosotros


miércoles, diciembre 14, 2022

La misma luna

Hace calor
abro la ventana
y ahí afuera está la luna.
La misma luna que tantas veces
habrás visto desde
vaya a saber qué ventanas y lugares.
La misma luna que habrán visto
miles y millones de personas
que ya no están:
maestros, soldados, enamorados,
poetas, asesinos, soñadores desvelados.
La misma luna que verán otros
que todavía no han nacido
cuando nosotros ya no estemos
y he allí el enorme misterio.
Adónde estarás ahora
cuando ya no estás
mientras la luna continúa
allí en lo alto
impasible.



miércoles, noviembre 16, 2022

Un pájaro en mi balcón

Hay un pájaro en mi balcón
es tan pequeño
tan frágil
tan libre
estaba pensando en mi padre
cuando apareció ese pájaro
vaya uno a saber de dónde
como un mensaje
como un presagio
que no alcanzo a entender.

Tengo ganas de llorar
desde hace días
que tengo ganas de llorar
sin un motivo
sin una razón clara
lo tengo todo:
estoy vivo
en este instante
durante este breve instante
pero no alcanzo a comprender
el sentido de las cosas
se me escapa

Como ese pájaro
que ahora mismo vuela
de nuevo hacia su nido
o vaya uno a saber adónde
quizás tampoco él comprenda
quizás ni siquiera se pregunte



jueves, noviembre 03, 2022

Hijos del hombre

Y si acaso la idea de un Dios no fuese
sino una manera de engañarnos,
un invento de los hombres,
una faceta más del hombre mismo,
de los hombres el hijo.
O no se presentó Jesús ante nosotros
como hermano nuestro, hijo del hombre.
La Trinidad ha sido mal interpretada:
no hay nada fuera de nosotros.
Tú eres Dios, yo soy Dios,
Dios es todo... y es nada.

La verdad última es sencilla:
no hay ningún modo de saber: ninguno.
Tan absurdo es negar como afirmar.
Allá cada quién con sus ilusiones,
sus ideas, sus ridículas certezas.
Por mi parte, prefiero dudar.
No afirmo ni niego: simplemente dudo.
En cualquier caso, no hay diferencia:
lo que sea, será; sin importar
lo que usted crea, o lo que crea yo,
o lo que diga cualquier otro.
Si existe un otro lado
celebraré llegada la hora.
Si no hubiese nada,
ni creyentes, ni ateos: ninguno
se enterará siquiera del tema
como para decir "te lo dije".

Salvo que creer sea crear,
con lo cual los dioses seríamos nosotros.
O salvo que, por supuesto,
defendamos la idea de un dios tan cretino
que solo permita pasar del otro lado
a quien haya dedicado su vida a alabarlo,
acertando además en alabarlo justo a Él,
al dios correcto entre los miles de dioses
que han sido adorados a través de los tiempos.
Pero creer en un dios semejante
a mi modesto entender
lindaría con una vil herejía.
Puede que a muchos molesten mis palabras.
Pero me divierte pensar que tal vez
solo tal vez, por supuesto
Dios el verdadero– esté de acuerdo conmigo
y ahora mismo sonría, complacido.



martes, octubre 04, 2022

Cuando vos

Cuando te abrazo
tu piel tibia
nuestros cuerpos
húmedos
o secos
eso no importa
sólo importa la ternura
cuando te abrazo
algo mágico sucede
el mundo desaparece
mi cuerpo se estremece
una inefable alegría
adelgaza todo intento de palabras 
hasta hacerles 
perder el sentido
ya lo ves
como vos cuando te veo
cuando vos cómo sonrío
y solo quedamos nosotros
nosotros en el mundo
y desaparecen los miedos
se hace polvo la angustia
ya no le temo a la muerte
y te quiero tanto



domingo, septiembre 18, 2022

Todos creemos en algo

Creer, todos creemos en algo;
hay quienes llegan al extremo
(candorosa ingenuidad)
de creer que no creen en nada.
Yo no sé si existan los dioses,
si son funcionales los mantras,
si de verdad hay demonios,
santos, duendes, Santa Claus
y su trineo, dudo tanto.
No creo en las patrias,
ni en las banderas,
ni en los pañuelos,
ni en las proclamas,
ni en los políticos.
Pero creo en mí y creo en vos.
Vale decir, creo en nosotros.
En la maravilla de tu espalda desnuda,
En la mágica curva de tu hombro,
En el milagro de tu amor.



jueves, septiembre 15, 2022

De dioses y demonios

I.
Abbadón, Abrahel, Adramelech,
Agathión, Ascaroth, Asmodeo...
Y así, hasta Zilotango y Zorneo,
los nombres de los demonios
que han sido ofrecidos
a la boca del hombre
me resuenan
curiosamente bellos,
misteriosamente seductores.
Será acaso una revelación
de mi propia naturaleza;
O una marca de los nombrados
que acusa la condición
de quien promete con falsedad
placeres y triunfos
que otorgará con engaños
al costo de infinitas lágrimas;
O será una señal que habla entrelíneas
de aquellos que sin justicia denuncian
una perversión inexistente
mientras procuran prohibirnos
el acceso a la felicidad,
siempre elusiva.



II.
Yo no sé si los demonios existan,
como tampoco me consta que haya un dios.
Pero puesto a imaginar improbables,
de haber una entidad maligna
y otra de contrario signo
que procura para nosotros el bien,
me planteo si acaso no habrá un demonio
de nombre y aspecto insospechados
que se haga pasar por Dios
y oculto tras esa máscara prohíba
el goce de los obsequios magníficos
que Dios el verdadero
ofrece en silencio a los hombres.


sábado, julio 09, 2022

Diario del día

Salgo del subte y camino por Florida, rumbo a Radio Nacional. Hago dos cuadras y de repente me doy cuenta: tengo ganas de golpear a la próxima persona que diga "cambio, cambio, dólares". Doblo por Diagonal y sigo por Maipú, esquivando autos y basura. Un par de horas más tarde, luego de compartir en mi programa la música hermosa de talentosos artistas, vuelvo sobre mis pasos. Frente a la Plaza de Mayo, un perro duerme encima de un nailon, rodeado de un montón de bolsas con trapos. Tardo un segundo en descubrir que allí hay también una mujer, que se protege como puede del frío y de una lluvia inminente. A un costado tiene una pila de libros. Lee uno de ellos. La intuyo aislada en su mundo, deseosa de estar en otra parte. Pienso en tomar una fotografía, porque la escena es enorme, pero no lo hago. Siento que sería una falta de respeto de mi parte. Tal vez me equivoco, y ayudaría en algo que más gente viese lo mismo que yo veo. Apenas unos metros más allá otra mujer, muy joven, acuna entre sus brazos a su bebé. Está sentada en el piso, harta de ser invisible para los ocasionales transeúntes. Paso cerca de ella. La miro, pero no se da cuenta. Quisiera decirle algo, pero no sabría qué. Escucho que arrulla a su hijo con una canción. Reconozco la melodía, y enseguida la letra. Es Rasguña las piedras, de Charly García. "Detrás de las paredes que ayer se han levantado"... Sigo mi camino hacia el Malba, que es adonde ahora me dirijo. Pero antes me detengo unos minutos, a un costado del mundo, para anotar todo esto, porque no quiero olvidarme. La vida es horrible a veces, de a ratos puede también ser hermosa, pero hay que hacer un esfuerzo muy grande en ocasiones para que no duela.

jueves, julio 07, 2022

Sueño 220707

Suena la alarma, en mi teléfono celular. Lo agarro y con pereza, tras descartar las alarmas subsiguientes, reviso si tengo mensajes, y luego miro mis redes sociales. Una página de literatura que sigo me muestra esta foto, la que reproduzco aquí arriba. Entonces lo recuerdo: durante la noche (noche inquieta, como se ha hecho costumbre), soñé. Soñé que dormía en mi cama. Y soñé que me despertaba, y decidía levantarme, porque había algo que no estaba bien. El respaldo del sillón que hace las veces de cabecera de mi cama se había ablandado, al punto de doblarse cuando me apoyaba en él; las sábanas y las mantas se enredaban sin control y dificultaban mis movimientos. Finalmente logré levantarme. Me llamó la atención encontrar luces encendidas, que yo estaba seguro de haber apagado unas horas antes. Mi casa ya no era mi casa. Lo digo de este modo ahora, ya despierto; pero en el sueño aquel lugar, desconocido por completo para mí, me resultaba totalmente familiar. Imaginé que alguien había entrado; que yo no estaba solo en ese departamento. No sentí miedo, sin embargo, sino curiosidad. Recuerdo haber pensado fugazmente que nadie que entrara a robar a una casa durante la noche iba a encender las luces. Revisé primero un ambiente, luego otro. Entonces lo vi: en un rincón había una persona, sentada en una silla, con una actitud ensimismada, o tal vez estuviese dormida. Y esa persona era yo mismo. Y se veía exactamente así, notable coincidencia, tal como en esta fotografía, como en una especie de transparencia. Al intentar tocar su hombro, mi mano pasó a través de esa imagen, como si se tratase de un fantasma. Ahora que lo pienso, es probable que en verdad lo fuese. Dos fantasmas, en definitiva. Acaso tres, si se diese el prodigio de que ahora mismo alguien más estuviese soñando que yo escribo estas palabras.

sábado, julio 02, 2022

Sueño 220702

Anoche soñé que entraba en una librería. Recuerdo que me sentía adormilado, y que en un rincón, contra una pared, hacia un costado del negocio, encontraba una especie de sillón sin respaldo ni apoyabrazos. Me acomodé y me dispuse a dormir allí un rato la siesta. Cuando desperté, alguien me entregaba un libro de Alejandra Pizarnik: "Relatos", era su título. Había en él una página marcada. Recuerdo haber leído, pero no puedo recordar lo leído. Recuerdo asimismo haberme maravillado. El libro tenía una etiqueta con su precio: $350. Luego me daba cuenta de que se trataba de uno de los cuatro tomos que integraban una caja con la obra completa de la poetisa, bellamente presentada. El volumen que yo tenía en mis manos recopilaba sus poemas en forma de prosa. En los otros tres libros estaría de seguro el resto de todos sus escritos. Los otros tomos, cada uno con su correspondiente etiqueta, eran bastante más caros. De todos modos pedí verlos. Una vendedora me dijo entonces que acababan de agotarse. Miré hacia donde un instante antes habían estado las cajas que yo había estado observando y, en efecto, habían desaparecido. Cuando desperté, no pude evitarlo: fui a internet para ver si existía ese volumen, si lograba encontrar esa caja, esos "Relatos", esa página marcada.

domingo, junio 19, 2022

Día del Padre

Una misma fecha para 
dos sentimientos
encontrados.
La felicidad enorme de ser
de la joven vida antigua fuente.
La dolorosa orfandad de ser
yo mismo padre ya sin padre;
de todavía confundirme a veces
y creer que puedo llamarte
para comentarte algo
o para decirte de juntarnos
a comer alguna cosa que ya nunca
podré compartir otra vez contigo.
Me pregunto si habré sido
el buen hijo que merecías,
o al menos el que esperabas.
Me pregunto si habré logrado
ser el padre que mi hija quisiera.
Me queda el consuelo de saber
que el padre de este hijo
amó a la hija de este padre
tanto como a quien esto escribe.
Así también yo la amo.
Quizás en este amor perviva
el amor de quien ya ha partido.



lunes, mayo 09, 2022

Sin título

Mentimos todo el tiempo.
Nos mentimos todo el tiempo
y en cada hora de nuestra vida
le mentimos a los demás
sencillamente porque no es posible
expresar la verdad de las cosas.
Lo único que no miente
es la angustia,
tal como dijo Lacan.
Esa angustia que nace
de la intención de tapar
el agujero de eso desconocido
que no deseamos conocer.
Nos mentimos todo el tiempo
porque sentimos miedo
de que la verdad nos aplaste.

jueves, abril 28, 2022

Empuje (Hacia afuera)

Desde hace años doy clases de Comunicación en el ISER (Instituto Superior de Enseñanza de Radiodifusión, para quien no sepa), y esa es una de las actividades que más disfruto. Hoy al llegar al edificio noté que el visitante atento puede encontrar, como una brutal metáfora, su primera lección relativa al tema de mi incumbencia apenas al toparse con la puerta que deberá franquear de manera inevitable para acceder a la sede. Allí una hoja de papel escrita a mano, pegada al vidrio de la puerta de entrada, explica sucintamente: "TIRE". 

En ese momento uno se encuentra todavía en el exterior del edificio, de manera que podría suponerse que la indicación resulta suficientemente clara. Sin embargo, entre paréntesis, alguien se ocupó de añadir debajo, como por las dudas: "(HACIA AFUERA)".

Cinco horas más tarde, habiendo cumplido con mi trabajo, al retirarme del edificio, la lección se repite: "EMPUJE", dice ahora el papel. Y una vez más, con actitud precavida, alguien se ocupó de aclarar: "(HACIA AFUERA)". Entonces pienso: si estoy adentro y voy a empujar, tal como indica el letrero, no hay manera de hacerlo sino hacia afuera. Sería imposible empujar hacia adentro. Pero enseguida comprendo que ese cartel es fruto de una repetida experiencia: la de ver gente confundiendo el "tire" con el "empuje", peleando a brazo partido y de manera infructuosa con la pobre puerta, pretendiendo que gire hacia donde sus goznes no lo permiten. 

Y esta es, entonces, la referida lección: por más claro que sea un mensaje, por más evidente que te parezca una situación, nunca supongas que el otro ha de entender con la misma claridad. Tu lucidez no afecta en nada la eventual falta de lucidez del otro.

Quizás no esté de más señalar que si esto sucede con algo ¿tan básico? como un cartel de tire/empuje, no resulta difícil imaginar lo que ocurre a nivel de mensajes y sucesos tanto más complejos. Incluso cuando esta última afirmación tampoco tenga una validez universal, justo por lo que ha sido dicho previamente.


martes, abril 26, 2022

Compañías y soledades

Estoy solo.
Vale decir, en compañía
de todos aquellos que
me acompañaron
quisieron, aguantaron,
aconsejaron bien,
hicieron mal,
o no hicieron nada
a pesar de haberme visto
derrumbado en el fango.
Mi padre, mi madre, mi hija,
mis maestros, mis amores,
los demonios que me torturaron,
todos están presentes de algún modo
en este hombre que se debate
entre la inocencia y el desespero,
la fragilidad de la vida
y la eternidad de la muerte.
Sin embargo, si vanamente intento
exorcizar la noche con palabras
es porque lo único capaz
de acallar el incesante
rumor de la nada
sería sentir ahora el calor
de tu cuerpo desnudo a mi lado.
Justo en este minuto,
cuando estás en otra parte.

La música, nosotros, el tiempo

Desde que tengo un piano, pienso: definitivamente yo no soy músico. No sé leer música; no tengo idea de dónde queda la tecla del Si bemol, ni puedo armar un acorde, como no sea de un modo intuitivo.

Pero entonces, ¿qué es eso que sucede cuando me siento delante del instrumento, acciono algunas teclas y surgen sonidos, más o menos ordenados? ¿Cuáles son los límites que definen adónde comienza o finaliza el concepto de música? ¿Es música eso que hago? Mala música, seguramente... Aunque no peor -voy a decirlo- que tantos espantos sonoros que la industria o la vanguardia atrevidamente llaman música, aunque en mí despierten malestares similares a los que podría aportar un martillo neumático rompiendo el asfalto bajo el asfixiante calor de un mediodía de verano.

Como no sé leer música, ni tampoco me atrevo a intentar sacar canciones de oído, las cosas que toco en mi piano son una constante improvisación. No me pidan que vuelva a tocar tal o cual pasaje, de pronto más o menos inspirado, porque me resultará imposible hacerlo. Es cierto, yo lo toqué, pero... ¿Adónde se van todos esos sonidos e ideas? Es como preguntarnos adónde se va un beso. Hay cosas que son nada más en el momento presente. Un presente fugaz, que se disuelve en el mismo momento de concretarse. 

Arte curioso, la música: sólo existe mientras suena. Como bien señala Heidegger en su Arte y poesía, incluso las partituras de las obras más destacadas de Beethoven se acumulan como papas en una bodega cuando nadie las toca. La música, en sí misma, está en otra parte.

La música está en ese instante fugaz que huye permanentemente de nosotros.

Interesante metáfora de lo que es la vida misma.
 

viernes, abril 08, 2022

Lo que no se nombra

Detrás del nombre hay
lo que no se nombra
dice Jorge Luis Borges.
Y yo me digo que de eso,
precisamente,
vengo yo hablando
-o intentando hablar-
desde hace tanto tiempo.
De todo aquello que no puede
acomodarse en el lenguaje.
Ahora escucho las
Canciones sin palabras
de Felix Mendelssohn
y me digo que
el lenguaje muchas veces muere
en su propia vana intención
de decir alguna cosa.

domingo, abril 03, 2022

Bienvenidos a la vida

Todo es una palabra demasiado grande
me reveló una vez la Reina de Troya
uno no puede hacer todo bien
pero tampoco todo mal
y somos humanos
con historias a cuestas
que construimos con las mejores
intenciones aunque hayamos
errado el rumbo a cada rato
y lo sigamos haciendo cada tanto
>pues de eso se trata ser humano
bienvenidos a la vida, cielo e infierno
deseo, felicidad, desdicha, consuelo
aprendemos a vivir sobre la marcha
ensayo y error, caída, aprendizaje
en el mejor de los casos
levantarse y comenzar de nuevo
desde donde sea posible
haciendo cada vez lo que se pueda
con lo poco o mucho que se tiene
las culpas, el amor, dolores viejos
sueños, un abrazo, noche, día
esto somos: frágiles intentos
tenaces, pasionales, pasajeros
opacos y fugaces, a pesar nuestro.

miércoles, marzo 23, 2022

Sueño 220321 - La máquina de proyectar música

Los conejos habían tenido armas para combatir contra sus enemigos mortales, los arcanos. Unos y otros habían coexistido como personajes de un mundo de fantasía, hecho quizás de Legos, o dibujados con colores vivos sobre algunas paredes, pero esto ahora ya era parte del pasado. Allí habían quedado las armas de unos y otros, abandonadas, y ese cuchillo habría servido para mutilar, y aquel otro objeto contundente para machacar. Pero yo detengo mi atención en un implemento en particular: un juego de tres cables, rematado cada uno de ellos en una punta metálica, similar a los terminales de un tester, conectados a su vez a una pequeña caja negra que cabría perfectamente en la palma de una mano. Si uno apoya las tres puntas de metal sobre la frente de una persona, puede conocer su pensamiento.

Es evidente que ese dispositivo habría sido por demás útil en un conflicto: ningún prisionero podría haber guardado un secreto, ningún infiltrado hubiese podido permanecer mucho tiempo sin ser descubierto. Yo imagino, sin embargo, otros usos posibles para semejante ingenio. Si ese aparato es capaz de leer y luego transcodificar lo que piensa una persona, acaso pueda también servir para proyectar otros contenidos de la mente. Apoyo las puntas de metal sobre mi propia frente y me concentro. Pienso en un sonido. Lo pienso con tal esmero que finalmente lo escucho. Pero no se trata de mi imaginación: el dispositivo está realizando su trabajo. Ese sonido que imagino en mi cabeza suena de verdad en el espacio en el cual me encuentro. Pienso entonces en un acorde, en una melodía, en un coro, en una orquestación. Increíblemente, funciona. Eso que hasta un instante atrás estaba sólo dentro de mi cabeza, de repente comienza a escucharse fuera de ella. Mi padre (pero no es en realidad mi padre, sino el famoso director Michael Tilson Thomas) se asombra ante el prodigio, comprende de inmediato lo que está sucediendo, y entonces acompaña con sus gestos, dirige, alienta. Lo maravilloso sucede: alcanza con imaginar la música, con pensarla, para que la música verdaderamente suene.

Cuerdas, metales, voces, percusión... Eventualmente la música termina, y yo quedo agotado, pero feliz. Intuyo que a partir de ahora acaso me será posible expresar lo mucho que llevo encerrado dentro de mí, o al menos quizás una parte. De pronto imagino que tal vez el dispositivo también será capaz de traducir en sonidos lo que piensen las personas mudas, o dejarnos entrever con qué colores o formas sueñan las personas ciegas que jamás han visto la luz. Pienso entonces que todos somos un poco ciegos y bastante mudos, inclusive a pesar de nosotros mismos. Me digo que acaso esta máquina nos permita entender un poco mejor a nuestros semejantes. Por supuesto, todo esto no es más que una fabulosa utopía onírica, y al final despierto. La realidad es que no hay manera de colocar fuera de nosotros los sonidos que imaginamos, los colores que inventamos, los sentimientos que nos inundan, los sueños que pergeñamos. A lo sumo podemos intentar ponerlos por escrito para que algún alma buena los interprete. Eso es lo que hago ahora mismo: volcarme en palabras. Para que algún día acaso alguien me lea y me haga existir de nuevo por un rato.



lunes, febrero 28, 2022

Ojalá un día seas yo

Lo digo porque te quiero:
Ojalá nunca te toque ser yo.
Y no es que sea yo un monstruo
ni un patán, ni un asesino
ni es que no haya vidas peores,
que las hay, sin duda alguna.

Tampoco es que no me conmuevan
una puesta de sol
la lluvia cayendo sin prisa
el silencio fundamental de la noche
unos versos, un beso,
una melodía.

Pero esta confusión
esta constante incertidumbre
esta sombra informe que cada tanto
me impone el peso de mi futura ausencia
la irrelevancia de mi pasado
la evanescencia del presente,
todo eso no se lo deseo a nadie.

Es verdad: de seguro ser otro
no ha de ser menos confuso
menos difícil, penoso
solitario 
lo sé.
Piensa el burro que la hierba
siempre es más tierna
del otro lado del cerco.

Ojalá nunca te toque ser yo
aunque en verdad sería
la única manera:
por fin me conocerías del todo.
Si vos pudieses ser yo
Si yo pudiera ser vos
aunque fuese por un rato
el amor, qué diferente sería.



jueves, febrero 24, 2022

Ucrania 2022

Me da miedo la guerra. No por lo que pueda pasarme a mí, sino por lo que de hecho le pasa, durante cada guerra, a la humanidad de la cual formo parte. No por la muerte en sí misma, que es el destino que nos espera a todos los vivos, sino por el sufrimiento de aquellos que son seres humanos, como vos o como yo. Me dan miedo los políticos que promueven las guerras. Y también la gente que los sostiene. Me dan miedo los indiferentes. Pero por encima de todo me dan miedo los imbéciles, esos que sentados cómodamente en el living de sus casas creen poder explicar por qué estaría bien que tal o cual ejército masacre a tales o cuales personas. Como si supieran. Como si tuviesen la menor idea. Como si el asesinato de unos a manos de otros pudiera tener algún tipo de justificación, según de qué lado de la grieta -en cada caso, una posible entre tantas- decidas pararte. Los imbéciles: esos son los peores. Es gracias a ellos que las guerras son posibles, porque son los que obedecen o aplauden, mientras los inocentes mueren, ante la vista de los indiferentes, que enseguida desvían su atención hacia otro lado.

En medio de todo este desastre, algunas personas intentan, ingenuamente, distinguir entre el bando de los buenos y el de los malos; diferenciar a los defensores y los enemigos de las libertades, la justicia o la democracia. Ellos son los idiotas útiles, tanto sea respecto de unos o de los otros. En las guerras no hay ningún afán de libertad, democracia ni justicia. Únicamente hay inhumanidad e intereses espurios. En ese contexto, que muera o sufra gente inocente es apenas un daño colateral.



martes, febrero 22, 2022

22022022


22022022. La gente en las redes comenta el número mágico. Destacan el hecho indudable de que se trata de un día único. Desde el once de enero del año mil once que no se vive algo así, fijate vos. No es moco de pavo el asunto. Imagino a la gente, en diferentes rincones del mundo, atenta ante sus relojes digitales, preparados para tomar la indispensable selfie justo a las 20:02 del día de hoy. Y por qué no también otra luego, apenas un poco más tarde, a las 22:22, para dejar así debidamente registrados esos dos minutos únicos, que no-volverán-a-repetirse-nunca-jamás. 

"Mirá -le dirá algún día el autor de alguna de esas fotos a su bisnieto-, yo viví el día 22022022; no podés imaginarte lo emocionante que fue", etcétera. 

Pues bien, yo nada más quiero decir que el día de ayer, 21022022, así como el de mañana, 23022022, también determinan combinaciones numéricas únicas, que nunca-jamás-en-la-vida volverán a repetirse. Qué bueno darse cuenta de ello. Que este breve texto sea mi selfie del día. Carpe diem.

sábado, febrero 19, 2022

Finales

Y qué somos finalmente
Acaso nada
Un puñado de memorias
Que se desvanecen
Más pronto que tarde
Apenas un punto de vista
Un grano en el culo del mundo
Que molesta sin mayor consecuencia
Y qué hay de nuestros afanes
De nuestros amores, penas, anhelos
De nuestros poemas y delirios
Acaso el fin sea nada más apagarse
Un final trunco y sin sentido
La vida algo que sencillamente
Un día se termina.



viernes, febrero 18, 2022

Comunicaciones

La comunicación que se entabla
Entre dos personas cualesquiera
Es siempre algo parecido a un viaje.
Un viaje encarado por un turista
Empeñado en conocer un país
Que en realidad no existe
Cuyos caminos recorre
Sin poder desprenderse jamás
De su propia patria
Que tampoco es real.

No obstante, ese turista
Llega siempre a algún lugar
Y su viaje tuvo punto de partida.
Pero tanto su cuna como
Esos valles, ríos y montañas
Que contempla admirado
Le son elusivos.
El turista siempre está en alguna parte
Que le es desconocida
Sin que él lo sepa.



martes, febrero 15, 2022

Diecisiete horas a pie

Bien dicen que el camino hacia el infierno
Está empedrado de buenas intenciones
Y que el aleteo de una mariposa puede
En el Mar de Japón desatar
Una marejada
Del otro lado del mundo
La vida y la muerte
La pulga que pica al caballo
Que va a rascarse contra un poste
Que sostiene la antena que entonces
Se moverá y alguien ya no podrá avisar
Del otro lado del mundo
Vaya uno a saber qué cosa
Que de haberse sabido y entonces
Así es como sucede todo
Si tan solo hubiésemos sabido
Si hubiésemos podido prever
La vida y la muerte
Una hora y media en motocicleta
Diecisiete horas a pie
Y dentro de poco se hará de noche
Una vez más.



miércoles, febrero 09, 2022

Miedo al error

Soy un ser humano
Y no es que quiera justificarme
Pero ese es el motivo
Por el cual a lo largo de mi vida
He cometido tantos errores
E incurrido en tantas miserias.

No es que quiera justificarme
Pero uno no llega a la vida
Con un manual de instrucciones
Que explique la mejor forma de vivir
O las maneras correctas del hacer,
Del convivir, del comportarnos.

La vida es un juego que
Nos vemos forzados a jugar
Sin que nos revelen las reglas.
No obstante, he aprendido a lidiar
Con mis errores, intento no repetirlos.
De eso se trata todo aprendizaje.

Sin embargo, no dejo de asombrarme
Ante la multitud de errores nuevos
Que siempre soy capaz de cometer.
Detrás de la cada uno de esos errores
Late siempre el inconfesable miedo
De una indeseada despedida.



martes, febrero 01, 2022

Un último poema

He decidido no escribir más poemas
No tiene sentido escribir para nadie
Y hoy, sencillamente, nadie lee poesía
Mucho menos la que yo podría escribir
El mundo en estos días pasa por otro lado
Otras realidades, otras fantasías
Y yo... ya no tengo más nada por decir
Lo he dicho todo
Y nadie me ha escuchado.
Si no fuese porque soy el autor de estas palabras
De seguro tampoco me prestaría atención.

jueves, enero 06, 2022

Sueño 220105 - TKARPEMGIO

"He perdido mis certidumbres, he conservado mis ilusiones." (Jorge Semprún)
El edificio era enorme, laberíntico, kafkiano. Como kafkiano también era el hecho mismo de estar allí, sin un objetivo claro, sin otro propósito más que cumplir con un horario, el ingreso pautado a las nueve, la salida a las seis de la tarde, y en el mientras tanto, en el lapso de tiempo que mediaba entre esos dos puntos de referencia, nada más un transcurrir, que debía ser ocupado en un hacer de cuenta que se hacía algo, por más que el piloto automático estuviese conectado y las cosas funcionaran por inercia, de un modo mínimo y mediocre, pero más o menos seguro.

Sin embargo, no era una sensación de seguridad lo que me habitaba, sino de insatisfacción. Yo me sabía capaz de hacer cosas mucho más interesantes y mejores. Que sin embargo a nadie parecían interesarle. Una desesperación informe me llevó a cuestionarme ese estado de estancamiento. Me pregunté qué podía intentar alguien como yo para hacer algo diferente, algo creativo, que tuviese para alguien algún valor, por mínimo que fuera. Un repentino y renovado entusiasmo me impulsó escaleras arriba, hacia donde estaba mi oficina. La puerta de acceso estaba al final del pasillo, interminable, pero por fin llegué e ingresé a la sala, iluminada, espaciosa, vacía. Me incomodó darme cuenta de que no lograba discernir cuál de todos era el escritorio que me correspondía, con mi computadora. ¿Cómo podía ser eso posible? Por algún motivo también me llamó la atención el piso, recién trapeado.

- Vos no podés estar acá.

Pensé que se trataba de una broma. La voz había sonado a mis espaldas. Me di vuelta, pero la persona que había hablado se encontraba a contraluz y no lograba distinguir sus facciones. Le sonreí, como queriendo hacerle ver que aceptaba la chanza.

- Te digo que no tenés permitido estar acá. Retirate.

De manera que no era broma. Quien me hablaba, de manera cortante, casi agresiva, era un ordenanza. En una de sus manos sostenía el trapeador con el cual acababa de repasar el piso. Su mal modo me molestó y decidí ponerlo en su lugar.

- Perdoname ¿qué radio es ésta?

La pregunta era capciosa, pues en realidad yo solamente esperaba que el hombre aquel confirmara lo que ya sabía. O mejor dicho: lo que yo suponía. "La Clásica", era la respuesta que esperaba; pero no fueron precisamente esas palabras las que salieron de su boca cuando por fin respondió, sino otras dos.  

- La Rock.

Pensé que había escuchado mal. Le hice repetir la respuesta, para asegurarme, pero el resultado continuó siendo el mismo:

- Esta es la oficina de La Rock -insistió.

En ese momento recordé que hacía un tiempo nos habían mudado a un sótano ("a un sótano miserable", pensé), por lo cual era verdad: aquel no era más mi lugar de trabajo. El ordenanza me miraba ahora en silencio pero desafiante, empoderado, esperando que yo, de manera obediente, me retirase del lugar. Me dieron ganas de decirle que, fuese o no esa mi oficina, yo sabía lo suficiente, tanto de rock como de música clásica, como para estar trabajando allí. Pero en lugar de eso dije, con una lentitud que intuí que a aquel hombre le resultaría exasperante:

- Es cierto que en el momento de entrar a este lugar, el espacio me ha parecido familiar, pero al mismo tiempo también lo noté muy distinto a como yo lo recordaba...

Por un instante fijé mi atención en unos pequeños arbustos que adornaban la estancia, prolijamente alineados, podados con un brutal corte recto. Nunca nadie nos hubiese dedicado semejante detalle a nosotros. En ese momento entró a la oficina un empleado que, sin dirigirme siquiera una mirada, como si yo hubiese sido invisible, se sentó en uno de los escritorios y se puso a trabajar. O quizás a pretender que trabajaba.

- ...Y es cierto también que ahora recuerdo que hace un tiempo nos mudaron a una oficina del sótano. De manera que es verdad: no tengo nada que hacer aquí. Tampoco vine para hablar contigo, aunque quizás eso te pese. De manera que ya me voy.

Dije estas palabras al mismo tiempo que daba media vuelta y comenzaba a enfilar mi cuerpo hacia la puerta de salida. Pero entonces me detuve y con voz calma, pero al mismo tiempo fuerte y decidida, saboreando cada una de las sílabas, añadí:

- ...Y andate a la reputa madre que te parió.

El ordenanza y el empleado se miraron. No estaban seguros de a quién de los dos había sido dirigido el insulto, y eso los confundía. Yo extendí mis brazos, como si hubiesen sido las alas de un avión, y caminé rumbo a la salida, con un paso acompasado que bien podría haber sido de baile, sintiéndome extraordinariamente satisfecho. Supe en mi sueño que ya no iba a ir a la oficina del sótano. No tenía idea de qué iría a suceder a partir de ese momento, pero entendí que por fin me sentía liberado.