domingo, diciembre 31, 2017

Hasta que la sal del mar

Ahora de repente llueve.
Copiosamente llueve.
Bendita sea esta lluvia,
que viene a recordarnos
como si fuese una metáfora
que una redención acaso
es todavía posible.
Aunque haría falta tanta lluvia
para lavar todo lo que necesita ser lavado.
Cuarenta noches y cuarenta días
de lluvia serían necesarios,
una lluvia interminable,
hasta que la sal del mar se disolviera
en el agua nueva
y no quedaran rastros
de suciedad en las almas.
Yo pienso en mí, pienso en vos,
pienso en cada uno de nosotros
y me hago preguntas para las cuales
quizás no existan respuestas.
La lluvia salpica mi rostro
y unas gotas se deslizan
hasta el borde de mis labios.
Siento un curioso regusto salado.


martes, diciembre 26, 2017

A medida que caminamos

Necesito detener el tiempo
pero el tiempo se niega a detenerse.
Cae la noche sobre esta parte del mundo.
Sucede pacíficamente, y sin embargo
algo hace resurgir la angustia.
Observo el cielo y comprendo
que todavía debo encontrarme,
que esa es mi tarea más urgente.
De pronto creo escuchar la voz
del niño que alguna vez fui
rogando por un amparo
que aun no consigo darle.
Empero, hoy ha sido un buen día.
Es extraño el contraste:
el llanto y la risa,
las ganas y el miedo,
el desasosiego y el amor
que descansa ahora mismo
bajo otros cielos,
en otro rincón del planeta,
y acaso sueñe conmigo
que permanezco aquí
pensando en su boca,
su cuello, sus ojos,
mientras intento hallarme.
Y a través de la distancia imagino
que ella me mira y me dice
que para encontrarnos
a veces sólo es preciso
detenernos de a ratos,
que el camino se abre
a medida que vamos andando.

sábado, diciembre 23, 2017

Not a perfect day

Lou Reed resuena en mi cabeza:
It's such a perfect day...
El rugido de la motocicleta me trae de regreso
y de repente comprendo
que estoy yendo peligrosamente rápido
justo cuando un acoplado adelante
se acerca con gran rapidez
y freno a tiempo,
pero la inquietud crece
dentro de mí como un monstruo.
Estoy descontrolado.
Y tengo miedo.
Anoche fui a un recital.
Cantaban varios amigos,
mi hija tocaba el piano,
mucha gente querida, y yo en silencio
reía y lloraba al mismo tiempo.
Ahora llueve otra vez.
Una tormenta salvaje, como una metáfora.
A veces me siento un maldito loco,
y es como si en realidad
esta tormenta naciera de mí,
de mi cabeza, de mi alma, de mi angustia.
De nuevo la voz de Lou Reed,
it's such a perfect day...
Entonces ocurre de nuevo:
todo este tiempo desperdiciado
me empuja a desear liquidar lo que reste
en un repentino derroche,
en una explosión que
justifique de algún modo haber sido,
y al menos tener una salida,
un fuera de escena que deje
un recuerdo memorable.
Y después me digo que no,
que no, que no, que no.
Que estoy siendo un completo cretino.
Pero entonces, pero entonces...
Estoy muy acelerado, como si fuese
una motocicleta fuera de control.
De pronto es la misma tormenta de antaño,
como antes, en otro tiempo,
pero esta noche, ahora.
Me detengo.

jueves, diciembre 07, 2017

Todo lo sólido...

Solemos pensar que la vida de los demás
es casi siempre menos penosa que la propia.
Sin embargo, lo cierto es que todos todos todos
todos estamos destinados a morir:
el hombre que conduce aquel micro
y cada uno de sus pasajeros
y el policía que recorre las calles
y esa pareja que ha descubierto el amor
y ese hombre que parece apesadumbrado
y cada uno de los chicos que asisten a esa escuela
y también sus padres, y sus maestros,
y ese bebé que duerme en brazos de su madre
y aquel anciano que simplemente espera
su destino, que es el destino de todos.
Entonces, por qué preocuparse
porque hayas perdido un trabajo
por un examen reprobado
por un sueño incumplido
si al fin todo es una fantasía.
Por qué angustiarse por asuntos vanos
o pretender precipitar el momento
de todos modos inevitable.
Habrá quien quiera arrebatarle
la fatal decisión al destino
respecto del cómo dónde cuándo:
si no podemos ser dueños de nuestra vida
tengamos al menos potestad
sobre nuestra muerte.
Y sin embargo
si nadie ha de permanecer
tampoco ese pretencioso gesto importa.
Quien no le tema al último final
será capaz de aguardar otro mañana.
La cuestión es que no hay un final feliz posible.
Solo tenemos el mientras tanto.
Fuera de ese fugaz momento,
todo está destinado a disolverse en la nada.

Deconstrucción

El niño sueña, ensimismado,
con sus ojos bien abiertos.
Sueña que da un gran salto,
que salta y que vuela,
siente el aire frío en la cara,
y entonces tiembla.
No importa cuántos años pasen,
en el fondo siempre seremos
como un niño asustado
que ante lo desconocido siente miedo
y especialmente ante el fantasma
de la orfandad definitiva.
El niño sabe que contar ficciones
es un recurso para eludir sus miedos,
así que arma historias en su cabeza
y las anota en un cuaderno
que esconde bajo siete llaves.
Pero también presiente el pasaje
que borra a veces el límite
de la fantasía convertida en acto.
Entonces -de nuevo- tiembla.
Para no sentirse solo,
este niño, ya no tan niño,
canturrea una canción
cuyo sentido en parte se le escapa.
No presta atención a lo que dice,
no es sino una melodía más,
no son sino palabras huecas,
vaciadas de contenido.
Murió a contramano
entorpeciendo el tráfico -canta,
y entonces de repente se escucha
y comienza a comprender
y con los ojos abiertos sueña
y siente el viento frío en la cara
y no sabe si llega a sentir miedo
pero entonces tiembla de nuevo,
por última vez, y luego sí,
la orfandad es definitiva,
pero ya no importa.

martes, diciembre 05, 2017

Y acaso no importe

No deja de ser curioso, pero si nos detenemos a pensar un poco en la cuestión, la muerte es algo puramente imaginario. Ya sea que le temamos o que la persigamos. No quiero decir que no sea real que todos vamos a morir. Lo que digo es que no sabemos nada acerca de la muerte, de lo que significa realmente estar muerto, más allá de lo que podamos imaginar respecto de cómo será eso de dejar de ser nosotros. Pero entonces, cuando final y fatalmente ello suceda, ya no seremos nosotros, como para experimentar nuestra propia muerte. De manera que solo nos queda contemplar la muerte de los demás, testigos impotentes de algo que nos afecta de un modo tangencial. Pero de nuestra muerte, de eso no sabemos nada, por no haberlo experimentado todavía. Y probablemente no sabremos nada nunca. Tal vez sea eso lo que nos perturba. Que se trate de nuestra muerte, pero que no podamos experimentarla realmente, pues nosotros no estaremos allí. Como el actor de un drama o de una comedia que termina su trabajo lejos del escenario, tan lejos que no puede siquiera saber si su actuación mereció o no los aplausos del público. Como si tal cosa importara.

Y entonces la pregunta, otra vez, tan simple y a la vez tan complicada: ¿Para qué? Pero ¿es que tiene que haber necesariamente un "para qué"? Probablemente no, pero entonces sucede que el asunto entero carece de sentido. Y nosotros tenemos esa compulsión, tan nuestra, tan visceral, de necesitar un sentido para todo. Eso somos: buscadores frustrados de sentido. De un sentido evasivo, misterioso, acaso inexistente.


lunes, diciembre 04, 2017

Ataque de pánico

Hay un vacío enorme allá en el frente,
apenas unos metros más adelante.
Aunque puede que en realidad
ese vacío esté aquí, adentro del pecho,
justo donde solemos pensar el alma.
Y entonces saltar, saltar, saltar...
Saltar se convierte de nuevo,
una vez más, como antaño,
en una posibilidad peligrosa,
en una alternativa tan fatal como sencilla.
Tal vez por eso permanezco inmóvil.
Para no caer en la tentación.
Para permanecer vivo.

lunes, noviembre 20, 2017

Desvelo

Anoche, para dormirme
tuve que cerrar los ojos bien fuerte
e imaginar que estabas a mi lado.
Probé quitándome la ropa
y volviéndome a vestir;
después abracé una almohada,
la mía, la tuya, las dos,
pero nada de esto funcionaba;
me puse música,
más fuerte, más despacio,
al final me harté y decidí apagarla,
pero me incomodaba el silencio.
Me levanté para ir al baño.
Subí las cortinas, para ver el cielo,
después preferí bajarlas...
Me distraía mucho ese hueco
en mi colchón, justo al lado de mi cuerpo;
ese hueco que tan pero tan bien
hubiese podido llenar el cuerpo tuyo,
que a esas mismas horas
dormía en otra cama.
Es que pasar la noche con vos
se ha convertido para mí
en casi una condición necesaria
para asegurarme un buen descanso.
Al final, para dormirme,
como había empezado a decirte,
tuve que cerrar los ojos bien fuerte
e imaginar que estabas a mi lado,
desnuda, tibia, suave...
Pero mi imaginación no es tan fuerte
como para suplir tu presencia.

miércoles, noviembre 15, 2017

Noches contigo

Cada noche es en cierto sentido un viaje.
Al cerrar los ojos nos despedimos
siempre un poco del mundo,
nos adentramos en esa
estepa misteriosa,
dominio de los sueños,
confiados de poder regresar
a la mañana siguiente,
y así sucede cada vez,
en el final y el comienzo
de cada día de nuestras vidas.
Pues bien,
quiero que sepas
que hacer ese viaje contigo
es lo más hermoso que
me ha sucedido en
mucho tiempo.
Que encontrarte a mi lado
algunas dichosas mañanas
al volver de ese misterioso viaje
es el mejor modo de comenzar el día
y de esperar un nuevo futuro.

martes, noviembre 14, 2017

Sueño 171113

Sé que el sueño venía de antes, pero por mucho que lo intento no logro recordar nada. Vislumbro apenas un arma, una suerte de tridente gigantesco, que golpeaba. Después de eso solamente consigo retener una escena, o apenas un par de cuadros: un vagón de tren, recorriendo un túnel abandonado mucho tiempo atrás. Lo aterrador era que el vagón estaba lleno de cadáveres, que tenían amputados brazos y piernas, y en algún caso la cabeza. Había además algunas personas, pasajeros como yo, que estaban vivas. Compañeros míos en ese viaje demencial hacia un destino desconocido. Yo no llegaba a sentir miedo, pero sí mucha inquietud. A pesar de estar vivos como yo, todas esas personas que me acompañaban también eran en cierto sentido restos: había uno que había perdido las manos, por ejemplo. Otro estaba ostensiblemente ciego, pues algo le había arrancado los ojos. Yo me preguntaba entonces qué sería lo que me estaría faltando a mí. Qué cosa me habrían quitado o habría perdido, en tanto sobreviviente. ¿Acaso la lucidez? ¿Quizás el alma?

Por fortuna me despierto. Y entonces leo que alguien me ha dejado un mensaje que dice, sencillamente, que existe un mañana. "Mejor aun: también existe un hoy", le respondo. Dejo atrás las telarañas de la pesadilla. Todos somos sobrevivientes. Pero esa es la buena noticia: seguimos estando vivos.

jueves, noviembre 09, 2017

In memoriam Minnie

¿Tendrán un alma los gatos?
¿Tendrán un cielo, una vez agotadas
sus siete vidas y sus siete muertes?
¿Adónde van a parar sus ronroneos,
sus juegos, pasiones y misterios?
Ha muerto la gata de la familia.
Esto así, claro está, si convenimos
que aún sea razonable hablar de familia;
hagámoslo en honor a lo que fue en un tiempo.
Lo cierto es que ha muerto nuestra gata.
La enterré en el jardín delantero de la casa,
justo al lado del jazmín, que se ha secado.
¿Tendrán acaso un alma los jazmines?
Sinceramente, me cuesta creerlo.
Lo cierto es que cavé la tumba
al costado del jazmín seco,
una pequeña tumba,
tan poco espacio ocupan
a veces los grandes sentimientos,
y acomodé con cuidado el triste bulto.
Después volqué la tierra que
siempre parece llamar al olvido.
Dice mi psicóloga que no solamente
enterré a mi gata en esa tumba.
Y yo sé que no le falta razón.
Porque un gato no siempre
es solamente un gato,
aunque una sepultura
siempre será una sepultura,
incluso cuando puede que en ella
se estén enterrando cosas muy diferentes
de aquellas que el sepulturero cree.


miércoles, noviembre 01, 2017

Sueño 171101

Anoche te soñé en el borde de un sueño
mientras acariciaba tu cuerpo desnudo
o acaso soñaba que tal gesto hacía.
Vos me decías que mis caricias
te trasladaban hasta las orillas
de un lago lejano en el sur
y allí acariciaba yo tu desnuda espalda
en el borde de aquel lago que vos soñabas
en tanto yo soñaba tu propio sueño
y te acariciaba de veras
mientras los dos soñábamos
o acaso eso creíamos estar haciendo.
Luego oíamos el canto de un ave nocturna
y yo te preguntaba si aquel pájaro sería
un jilguero, un ruiseñor, la alondra o un cuclillo.
Vos no lo sabías, pero me decías
que querías salir a recorrer aquel paisaje
y yo te rogaba que no te alejaras demasiado
pues mientras pudiese seguir abrazado a vos,
acariciando tu piel desnuda, seríamos capaces
de mantener todo peligro y miedo a raya.
Acaso sospechaba que si te movías
podíamos llegar a despertarnos
y entonces quién sabe qué cosas
podrían estar acechándonos allí,
en el mundo de quienes viven despiertos.
Mientras yo acaricio tu espalda desnuda,
o sueño al menos que te acaricio,
nada, absolutamente nada,
puede hacernos ningún daño.

viernes, octubre 27, 2017

Más o menos el mismo umbral

Al fin y al cabo el umbral
es más o menos el mismo para todos.
Alcanza con una metástasis inoportuna
el descuido de un obrero en un andamio
un martillo que cae, varios pisos abajo
el arma asesina de algún delincuente
o el exceso quizás de un uniformado
un cable maltrecho y una descarga
la maniobra torpe en una motocicleta
o el mero paso de los años
para que lo que fue ya no sea
para que todo lo que importó
ya no importe.
Así son las cosas.
Parece no tener remedio.
Me dicen que la muerte es
el revés de la trama de la vida.
Yo me pregunto cómo es posible
que la nada pueda llegar
a ser el revés de algo.

domingo, octubre 15, 2017

La vida no da garantías

Y qué mierda es esta muerte en cuotas,
muerte llena de espantos,
muerte puta
que te aleja cada vez más
de vos mismo y también de nosotros.
Todavía de a ratos te vislumbro,
pero aunque aún estás acá,
ya no logro alcanzarte.
Adónde se marchó el hombre aquel,
el padre de la sonrisa franca,
el que siempre siempre siempre siempre
iba a estar ahí como una garantía
de que la vida y el mundo,
y sin embargo ya no más.
El lento ritmo de las horas y los días
que hoy transcurren sin demasiado sentido
se ha convertido de repente y sin aviso
en un tic tac inmundo,
en un espanto sin forma
que a la larga nos convierte
a todos en fantasmas.
Cuándo es el oscuro momento
en el cual comenzamos a dejar de ser nosotros
y empezamos a despedirnos del mundo.

viernes, octubre 06, 2017

Sueño 170931 - Laura a las 06:00 AM

Un sonido extraño, como una
repentina lluvia torrencial,
me arranca de mi sueño,
o al menos eso creo.
Son las ruedas de un carro
deslizándose sobre el empedrado
de la calle rumbo a la lejanía.
Te siento dormir a mi lado
y entonces comprendo
que las fuertes lluvias
han cambiado por completo
su esencia y su sentido
desde que estás conmigo.

sábado, septiembre 30, 2017

Sueño 170930 - Historias como espejos...

Yo estaba sentado en el fondo, escuchando la charla que daba el profesor Alabarces, aunque en realidad no se trataba de él, definitivamente, ni tampoco de alguien parecido. (Ahora que lo pienso, tenía un aire a Guille Cácharo, pero no tiene sentido detenernos en estos detalles: así es como por lo general ocurren las cosas en los sueños). No recuerdo bien de qué se trataba el asunto, pero en determinado momento el eje de la cuestión viró hacia el tema de los relatos y las ficciones. Y la pregunta que le planteó entonces el falso Alabarces al público fue por que razón las historias en general nos resultan atractivas. Hubo un silencio incómodo, hasta que finalmente yo levanté la mano y dije que en realidad las historias nunca son del todo una ficción, porque de hecho forman parte de nosotros mismos, de lo que íntimamente somos, y se elaboran siempre en un contexto histórico y social del cual formamos parte, y que en definitiva es por eso que disfrutamos de esas ficciones; porque encontramos en ellas un espejo en el cual nos reconocemos.

Cuando me callé, hubo un momento de tenso silencio, que rompí torpemente como queriendo explicar el origen de mi respuesta: "Sucede que me gustan las Ciencias Sociales, pero además soy guionista", fue lo que dije. Recién entonces Alabarces (que en realidad no era Alabarces) sonrió, se acomodó un poco hacia atrás, y abriendo los brazos volvió a hablar "Excelente; de mi parte no tengo más nada que decir." Luego de esto la gente comenzó a aplaudir, lo cual me desorientó un poco, porque lo aplaudían a él, pero quien había dado la respuesta había sido yo. De todos modos me gustó haber encontrado esa idea que relacionaba las ficciones con nuestra identidad. En ese momento me interrumpió mi mamá, que estaba sentada detrás de mí, para decirme que ella no había entendido nada, pero que igual me agradecía por haberla invitado, pues esas salidas le servían para entretenerse.

Mientras tanto yo veía cómo Alabarces (que en realidad no era, ya lo hemos explicado) pasaba la gorra entre los presentes, y después se bajaba del colectivo (hubiese jurado que antes estábamos en un salón...), y eso me provocaba cierta contrariedad, porque yo quería aprovechar la ocasión para conversar con él un rato, pues también a mí me gustaba la idea de dar charlas. Llegué apenas a saludarlo con un gesto con la mano, a través de los vidrios de la puerta trasera del colectivo, que ya arrancaba. El alcanzó a verme y a devolver mi saludo, pero me dio la impresión de que no tenía idea de quién era yo, ni mucho menos de por qué lo saludaba.

Después de eso miré mi celular. Noté que solamente tenía un cuatro por ciento de batería, y supe que no iba a alcanzar para mucho. Tal vez ni siquiera para llegar a abrir el Google Maps y saber en dónde diablos estaba. Creí adivinar que no me hallaba demasiado lejos de Plaza de Mayo. Recuerdo haber visto un cartel indicador que mencionaba la calle Sills, pero eso no me dijo nada. De todos modos toqué el timbre y me bajé, pues además me pareció que habíamos llegado al final del recorrido.

Una vez en la calle me llamó la atención un camión grúa, que apoyaba violentamente sobre su planchón a un pobre Fiat 600 blanco que alguien había dejado mal estacionado. Ahí recordé que en algún momento previo de mi sueño yo había dejado abandonada mi motocicleta en el furgón de un tren, y me desperté sobresaltado, pensando que debía ir urgente a rescatarla, fuese donde fuese que mi moto hubiese quedado olvidada. Tardé todavía un rato en darme cuenta de que la noche estaba terminando y había dejado de llover.

martes, septiembre 26, 2017

Destino

Somos arrojados al mundo,
escupidos sobre la faz de la tierra
en medio de todo este dolor
y de toda esta belleza
sin que nadie se digne a explicarnos
de qué se trata la vida,
qué se espera de nosotros,
cuál es el maldito propósito
de todos nuestros días y noches,
si es que acaso existe alguno,
y de lo contrario qué.
Nadie nunca nos ha explicado cómo vivir.
Pero resulta más grave que tampoco
nadie nos haya enseñado jamás
a prepararnos para la muerte.

domingo, septiembre 17, 2017

Coches fúnebres

Pienso que los coches fúnebres deberían ser,
por rigor y adecuación a lo penoso de su uso,
autos siempre lóbregos, oscuros, solemnes,
vehículos sin el más mínimo confort,
con asientos ligeramente incómodos,
sin reproductor de música, ni apoyabrazos,
ni aire acondicionado, ni calefacción.
Bueno, tal vez sí aire acondicionado
porque ya se sabe que los muertos
y el calor no combinan demasiado.
Pero es solo una cuestión pragmática.
Así al menos imagino yo un coche fúnebre.
Sin embargo esta mañana he cruzado uno
que no cumplía con estas condiciones.
Se trataba, muy por el contrario,
de un auto moderno, de porte aerodinámico,
claramente confortable, y de seguro tenía
reproductor de música y calefacción,
y también aire acondicionado,
si se veía a las claras que era un lujo
viajar en semejante vehículo,
así no fuese más que para ser llevados
hasta nuestra última morada, y sin embargo
qué clase de extraño triunfo supone
haber llegado a viajar así, a la vista de todos,
en auto tan moderno, tan elegante, tan costoso
-ah, sobre todo tan costoso-,
cuando quien allí viaja ni siquiera
se habrá enterado que así es trasladado,
con tanto honor, pompa y gasto.
Es bueno que lo sepamos desde ahora:
nuestro viaje final siempre será una derrota.
Nadie sale vivo de este juego.

jueves, septiembre 07, 2017

Todavía tiene tanta agua el cielo

Hace justo cuatro años escribía una pregunta:
¿Cómo es que todavía tiene tanta agua el cielo?
Hoy veo el cielo, hay sol, también algunas nubes.
Recuerdo entonces, y lo recuerdo muy bien,
que en aquel momento parecía
que no iba a parar de llover nunca.
¿Hará falta que diga que no se trataba nada más
de esas lluvias que anuncian los meteorólogos
por más que, curiosamente, ambas coincidieran?
Hoy comienzo a saber que
todo inevitablemente termina.
Las lluvias, las calmas, los amores,
el dolor, los demás, nosotros mismos,
las tiranías, las democracias, el tiempo.
Nada hay de lo cual pueda decirse
que vaya a ser permanente,
excepto quizás el misterio.
Pero incluso el misterio dejará de
importarnos cuando dejemos de estar,
cuando dejemos de preguntarnos.

jueves, agosto 31, 2017

Una revelación

Hace un rato, casi como una revelación,
comprendí finalmente algo que es menester que recuerde:
El hombre sabio debe tender siempre a la quietud de su espíritu,
pero evitar al mismo tiempo cualquier forma de la inmovilidad.


miércoles, agosto 30, 2017

Remembranzas y olvidos

Es menester buscar maneras
de quedar a salvo del olvido.
Asegurarnos no pasar por la vida
sin dejar al menos un rastro
capaz de hacer nacer una sonrisa
o por lo menos su esbozo
en quienes hayamos querido.
Es que solemos ser torpes
/muy torpes /tan torpes
y podríamos ser recordados
por las cosas que mal hicimos.
Es mejor sembrar buena memoria
y permanecer en quienes nos amaron
como una dulce remembranza.
Ojalá que el tiempo, implacable,
no nos convierta a la larga
en el mal recuerdo de nadie,
incluso cuando resulta probable
que el olvido sea a la larga
nuestro destino inevitable.

martes, agosto 29, 2017

A veces

A veces esperamos a la muerte por un lado
y la muerte aparece de improviso
por donde no se la esperaba,
como advirtiéndonos,
como invitándonos a reflexionar
acerca de nuestra fragilidad.
Hoy. Este momento. Ahora.
Esto es lo único que tenemos,
y a veces estoy tan cansado.
Somos frágiles. Lo somos vos, yo, todos.
Claro que hay quienes no lo saben,
quienes ni siquiera lo sospechan,
ni lo quieren saber tampoco.
Nosotros sí. Lo sospechamos, al menos.
Entonces, necesitaría dormir.
Dormir ahora mismo.
Dormir mucho, mucho, mucho, mucho.
O dormir un rato, aunque más no sea.
Dormir con vos, por supuesto.
Mientras dormimos, el mal no existe.
Nada nos amenaza, ni siquiera la muerte,
y nada de lo que hagamos estará mal.
El mal solamente existe a partir del
momento en que nos despertamos
y dejamos de ser nosotros, los verdaderos,
para pasar a ser nosotros, los construidos.
Y entonces, otra vez, ahí están las realidades paralelas,
las dimensiones del sueño, lo otro, lo inasible,
y es como si estuviese un poco demente.
Disrritmia cerebral marcada con rasgos esquizofrénico paranoicos,
sería un diagnóstico posible, embellecido con términos técnicos.
Loco de mierda, podría decir alguien en otra ocasión,
con menos palabras pero muy similar criterio.
Yo no sé, y a esta altura tampoco importa.
Me gustaría tanto ser inocente de nuevo.
Pero ya ni siquiera estoy seguro de qué
cosa quiera seguir diciendo esa palabra.
Ya veremos qué hacemos con todo esto.
La vida, se sabe, no da garantías de ningún tipo.

Ariel Poggi

La muerte siempre es asunto grave
y además casi siempre es injusta
y también es cosa inesperada
por más que uno ya sepa
que tarde o temprano
todos vamos a morir.
Pero saber algo es muy distinto
que aceptarlo calladamente
como si fuese lo más normal del mundo
incluso cuando en efecto lo sea.
Y cuando uno espera a la muerte
en un lugar y ella aparece
de manera imprevista
en otro sitio, con otro nombre,
hay algo que nos sacude.
Y es demasiado temprano
como para ser cierto
demasiado pronto
demasiado contraste
el de la muerte con la risa
y la vitalidad y la alegría
con la que uno recuerda
a quien hoy ya es otro muerto.
Van a extrañarte el bombo y los platos.
Yo me quedo con el ritmo y la música.
Espero que el tuyo sea un buen viaje.
Ese viaje que tarde o temprano
todos deberemos realizar.


miércoles, agosto 23, 2017

Todavía de noche

De pronto me despierto
y comprendo que solo
se trataba de un mal sueño
o al menos eso me parece
lo voy confirmando de a poco
mientras las cosas recuperan
sus formas y nombres habituales
conforme avanza la luz del día
y se retiran las sombras
y quisiera ir a bañarme
para quitarme de encima
las telerañas de la pesadilla
dejar que el agua haga lo suyo
que ablande un poco el cuerpo
y que remueva esta piedra
pero no logro moverme
sigo como un idiota en la cama
tapado casi hasta la nariz
y sin poder levantarme
quiero que sea noche de nuevo
todavía de noche, otra vez noche
pero no una noche cualquiera
sino una de esas que se extravían
en la memoria lejana del tiempo.

domingo, agosto 20, 2017

Raúl

Y mientras ahuyentaba sombras
de gentes que no estaban allí,
me decía que soñaba con
un águila de tres cabezas:
la primera lo escudriñaba,
la segunda lo hipnotizaba
y la tercera lo golpeaba
con su pico de bronce,
hasta abrirle el cráneo.
De inmediato añadió,
encogiendo sus hombros
como si fuese un misterio,
que así dicen que es la bestia
que recibe a quienes fueron
condenados al purgatorio.
Quise decirle entonces que
él no no tenía que preocuparse,
pues tal sitio no le estaba destinado,
pero sólo me salió decirle un te quiero.
Y no pude sino pensar en la fragilidad de la vida,
y no pude sino llorar ante la despedida inminente,
que así son, en definitiva, las despedidas todas.


miércoles, agosto 09, 2017

Mensajes sin tiempo

Escucho tu voz.
"Te quiero", decís. --Me decís.
Aunque en realidad
no lo estás diciendo ahora,
por más que sea ahora cuando
yo nuevamente te escucho decirlo.
Lo dijiste en algún momento,
hace tiempo, meses atrás tal vez,
y acaso puede que hasta años.
Tuviste la prudencia de dejarlo
grabado en un tibio mensaje.
Y así yo escucho tu voz ahora: "Te quiero".
Eso es lo que tus palabras dicen. --Me dicen.
Y es un "te quiero" renovado, presente,
por más que sé, al mismo tiempo,
que tu voz llega hasta mí desde el pasado.
Igual me siento tentado a responderte
y agarro el teléfono, para llamarte.
Enseguida me contengo, sin embargo,
y me digo que no, que no puede ser así.
Porque el tiempo ha transcurrido
y es un mensaje antiguo
el que así me incita a hablarte.
Qué sentido tendría responder ahora,
de un modo tan extemporáneo,
a esas palabras de otro ayer.
Entonces decido hacer esto:
intento escribirte un poema.
No sé cuándo habrás de leerlo.
Yo lo escribo hoy.
O al menos eso parece.
Quizás vos lo leas mañana,
o tal vez dentro de un mes,
o acaso dentro de un siglo.
Eso realmente no importa.
Cuando leas estas palabras,
sea cuando sea que lo hagas,
quiero que sepas que las escribí
solamente para decirte que
también yo te quiero.

martes, agosto 01, 2017

Sueño 210801 - Conversación con Dios

Anoche soñé con Dios. Iban a crucificar a Jesucristo... Y yo sufría, imaginando que no sería capaz de soportar ser involuntario testigo de su horrendo calvario. Entonces mi sueño decidió saltearse esa parte, y Jesucristo apareció en mi historia ya muerto. Pero debíamos velar el cuerpo maltrecho hasta la mañana siguiente. Una mujer, creo que era mi madre, envolvía los restos del pobre y maltratado Jesús en una manta, y lo acomodaba a los pies de la misma cama en la que yo debía dormir. Sin embargo, cuando me quedaba solo con el cuerpo (en algún momento también andaba por ahí una niña, que acaso fuese mi hija o mi hermana de pequeña), resultaba claro que Jesús no estaba muerto. De hecho, y sin que ello me sorprendiera demasiado, él se recostaba y se disponía a conversar conmigo. 

Dios hecho hombre estaba completamente desnudo y sus heridas habían desaparecido. Su rostro era joven... No se parecía para nada a como se lo representa en el cine o en las estampitas: era morocho, de tez morena, gesto manso, y tenía el pelo relativamente corto. Imaginé que perfectamente podía ser confundido con un aborigen. Entonces yo le decía, como si fuese un ruego: "Quisiera preguntarte tantas cosas..." El me invitaba a que lo hiciera, a que le planteara los interrogantes que quisiera. Yo le preguntaba entonces si en verdad había un único Dios, o si existía más de uno. El se ponía un tanto relativista: me decía que no era tan sencillo, que ambas cosas eran ciertas. Que en cierto sentido había un Dios único, pero que también había distintas encarnaciones. 

Yo sabía que mis preguntas siguientes tendrían que ver con dos cosas: por un lado deseaba develar el misterio de lo que hay después de la muerte, y por el otro indagar sobre las eventuales consecuencias de nuestras malas decisiones. Pero no llegué a plantearlas. Me desperté antes de poder formular esas preguntas. Y me quedé con la duda, en consecuencia. Tal vez la respuesta a la primera de esas dos preguntas que no llegaron a plantearse se ubique después de todo más allá de la posibilidad de un conocimiento humano. Y en cuanto a la segunda, tratándose de una cuestión vinculada todavía a la vida, puede que nosotros mismos seamos los encargados de resolverla. 

Acaso todos nosotros no seamos más que eso: preguntas. No sin solución, pero sí es probable que con respuestas muchas veces inciertas, veladas, vislumbradas apenas, de un modo para nada claro ni definitivo, sino más bien evanescente, como una manifestación que llegara apenas a insinuarse en sueños, justo antes de despertarnos.

lunes, julio 31, 2017

06:50

A veces uno escribe en sueños
o sueña que está escribiendo
y de pronto se sorprende
porque falta una palabra
y por más que la busca
la palabra no aparece.
Nos acecha entonces
una inquietante urgencia
porque presentimos que
la llegada de la mañana,
o el horrendo despertador
dispuesto siempre a romper
del sueño los pliegues sutiles,
o acaso algo aun más grave
y además quizás definitivo
nos impedirá hallar jamás
esa extraviada palabra
que hemos tal vez
presentido o vislumbrado.
Pero aceptémoslo, no hay caso,
siete menos diez de la mañana
el despertador ya se dispone
a arrancarnos del sueño
y no tenemos remedio.
Dormidos o despiertos
las palabras son así,
siempre se nos escapan
cuando más las necesitamos,
pero entonces seamos sinceros,
hay cosas para decir las cuales
no existen palabras que valgan
y hay que salir a inventarlas
o probar de reemplazarlas
por imágenes, por músicas,
por un abrazo, por un gesto,
por un beso, por una mirada,
o simplemente por un silencio.


viernes, julio 21, 2017

Reglas de juego

Qué paraíso, qué infierno,
qué tiempo fugaz en la tierra;
nada de esto existe sino en
nuestros propios corazones.
Y así vamos por la vida
sin mayores certezas,
excepto las que nosotros mismos
decidimos ir estableciendo.
Y nuestros sentimientos
son finalmente los que
se ponen en juego.
Nuestros deseos
y nuestras creencias.
Son nuestras horas
y nuestras risas
y nuestros llantos
y nuestros cuerpos,
nuestros dolores
y nuestros gozos,
nuestros apetitos
y nuestro alimento.
Son nuestros poemas,
esos que escribimos
y esos que leemos,
y lo que logramos poner
o rescatar en cada uno de ellos.
Todo eso es lo que instala
la única regla que importa:
apreciar la belleza que
habita en cada instante.

miércoles, julio 19, 2017

Blancos

Hoy. Solamente hoy.
Hoy debería ser suficiente.
Porque hoy es lo único que importa.
Somos demasiado pequeñitos
como para preocuparnos por la eternidad.
Somos demasiado blancos
(blancos no es la palabra correcta
pero en rigor eso no interesa)
como para preocuparnos por el futuro
o por las cosas que ya han pasado.
Hoy es el único tiempo que tenemos,
el breve instante en el que somos.
Quizás si pudiésemos rescatar esto,
el momento en que transcurrimos,
si lográramos concentrarnos
en una respiración, en una tenue brisa,
en el fugaz vuelo de un pájaro,
quizás así podríamos ser
aun algo más blancos,
aun más inocentes,
aun más felices de lo que somos.
O por lo menos un poco felices;
acaso con eso fuera suficiente.

domingo, julio 16, 2017

Mientras tanto

Es curioso.
Sé que alguna vez fui un niño
pero no logro recordarlo.
Tengo memoria de fotografías,
de anécdotas diversas, de relatos,
pero me falta el legítimo recuerdo
de ese que alguna vez fui
y ahora ya no soy.
Y no digo solamente el niño:
hablo también del joven
de hace un par de décadas,
o del hombre de siete años,
seis meses, cinco días atrás.
Pero ese niño.
En especial ese niño.
Hoy he despertado siendo
este que soy ahora mismo.
Este que se disuelve en
el infinito mar del tiempo
y que mañana se terminará
perdiendo en la nada.
Pero mientras tanto.

sábado, julio 15, 2017

Territorio mítico

Leo que alguien dice por ahí que un poeta
debe establecer un territorio mítico;
y sería razonable preguntarnos
qué diablos se supone que quiera decir eso.
Sin embargo yo prefiero cuestionarme
si en verdad puedo pensarme poeta.
Es verdad que suelo andar cansando palabras
en forma de versos de pretensiones diversas,
que es lo que suelen hacer los poetas.
Pero no se trata de escribir versos solamente.
Entonces leo otra vez: alguien sostiene que
el poeta establece territorios míticos...
¿Situados tal vez fuera del tiempo?
¿Poblados por personajes de corte divino o heroico,
o representativos de algún aspecto universal
de la humilde condición humana?
Yo no sé si mis modestos versos
tendrán algo que ver con todo eso.
Pero entiendo que ser poeta se ubica
más allá del hecho de escribir palabras.
Se me hace que es poeta quien traduce,
sea en versos o de cualquier otra manera,
algo de la belleza y las angustias del mundo.
Yo he escrito muchos versos, es verdad.
No sé cuántos de ellos tengan realmente algún valor,
si alguno llegará a aproximarse siquiera al
incierto umbral de lo que merece ser recordado.
Pero tampoco sé, en definitiva, si tal sea el sentido
que uno debería perseguir para lo que hace.
Lo cierto es que allí están esos versos,
salidos vaya uno a saber de dónde,
y dudo si alguna vez serán apreciados,
si alguien creerá que algo tienen de poéticos,
y mucho menos si creerá que ellos constituyen
algo parecido a un territorio mítico.
Y qué será eso de los mitos, me pregunto.
Tal vez un desprendimiento de una realidad
que de un modo u otro nos resulta insuficiente,
y por eso nos vemos compelidos a escapar de ella,
a buscar otras dimensiones, acaso más amplias,
otras bases, otras estéticas, otras verdades.
El mito en definitiva no es sino la representación
de un mundo sutilmente distinto en el cual
a veces nos gustaría extraviarnos.

viernes, julio 14, 2017

¿Un verso cualquiera?

Distraído, haciendo cualquier cosa,
de improviso un verso cualquiera
aparece y me sacude la cabeza.
Me digo entonces que tal vez,
después de todo, acaso no se trate
de un verso tan cualquiera,
sino de uno con algo particular.
Me debato entonces en la disyuntiva
de dejar lo que estaba haciendo
para rescatar ese verso,
para evitar que se pierda,
o continuar con lo que hacía
y dejar que el verso se disuelva
para siempre en la nada.
Me pregunto entonces qué hubiese ocurrido
si, por ejemplo, Gustavo Adolfo Bequer
hubiese omitido escribir aquello de
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar...
Y es cierto, acaso el mundo seguiría
siendo sencillamente el mundo,
nada cambiaría de manera radical;
y sin embargo quienes hemos paseado
alguna vez la vista por aquellos versos
sabemos que algo se hubiese perdido,
algo valioso, algo sutilmente bello;
y no hay peor pecado que dejar
que algo hermoso se extinga
antes de haberle brindado
al menos ocasión de ser.

jueves, julio 13, 2017

Vanos intentos

Tengo la cabeza llena de palabras
que tal vez no vaya a decir nunca.
Escribo cartas que quedan guardadas
en los oscuros fondos de mil cajones,
siempre y cuando no corran peor destino
como ser el fuego o el tacho de basura.
Escribo mensajes en una pantalla
pero borro sistemáticamente
cada letra sin enviar nada.
De repente pienso que todas
estas palabras y frases cansadas
deberían servirme para escribir
al menos algún breve poema.
Lo intento, pero sé que
jamás lo lograré.

lunes, julio 10, 2017

La vida es

La vida es un camino constante
de aprendizaje y desaprendizaje,
muchas veces hermoso,
otras tantas terrible,
pero solamente es camino
en la medida en que lo transitamos.
No reniego, entonces, de lo transitado.
Porque cada paso dado me trae hasta aquí,
hasta este preciso momento,
con todos sus errores
pero también con sus enseñanzas.
Con todos sus dolores,
pero también con sus bellezas.


sábado, julio 08, 2017

Der Mond (Otras lunas)

Es un dato curioso para quienes
vivimos en esta región del mundo
saber que en alemán la palabra luna
no es femenina, sino masculina.
Y entonces ahí van los germanos,
tejiendo metáforas que asimilan
la luna con un monje, o con un gato,
o con un búho, pero nunca una lechuza.
Es cierto que, como bien dice Romeo,
incluso cuando a la rosa la llamemos
de cualquier otra manera
no por eso dejará de ser rosa,
pero también es verdad que
no es igual varón o mujer,
masculino que femenino,
luna que sol o estrellas;
pero así son los alemanes.
Nosotros, en cambio, sabemos
que la luna es femenina
que la luna es mujer
que la luna es madre
que la luna es hembra
que la luna tiene curvas
que nos provocan y seducen
y promueven ardores impensados
al mismo tiempo que reales.

Claro que la luna tiene sus misterios:
en ocasiones llega silenciosa y fulgurante,
iluminando a pleno la bóveda nocturna,
y otras veces la buscaremos en vano
en medio de la noche más oscura.
También puede mostrarse apenas
como un tenue filo, o sorprendernos
en pleno día paseando a deshoras.
Dicen quienes saben que la luna
simboliza la fertilidad,
pero también la inconstancia
propia de la fortuna y de la mujer;
como si el varón fuese un ser constante.

La cuestión es que aquella noche
no se veía la luna en el cielo,
pero de todos modos allí estaba.
He aquí el sencillo secreto:
no siempre la luna debe ser
buscada en el firmamento;
en ocasiones podemos hallarla
en otros sitios, en otros rituales.
Ahí estaba la luna, entonces,
y se ofrecía desnuda,
desvergonzada,
blanca e inocente,
alta, preciosa y pura,
desenfadadamente gozosa,
y sin palabras decía:
"Ven a mí, aquí estoy,
lista para ser tomada".


viernes, julio 07, 2017

Otras lluvias

Es como la lluvia.
Nadie puede decir que
ella sea buena o mala.
La lluvia simplemente es.
A veces cae sobre el mundo
con suave y tenaz constancia,
otras veces de manera impetuosa.
Pero sencillamente sucede,
y sería un sinsentido
lamentarse por eso,
o cuestionar su presencia,
o pretender detenerla.

Eva, Adán y Dios

Cuentan que hubo un tiempo, probablemente fuera del tiempo, en que Adán caminaba solo por el joven mundo. Curiosamente él mismo no sabía que estaba solo, y no era capaz de padecer su soledad. A lo sumo es probable que se aburriera un poco, sin saber muy bien en qué ocupar todo ese tiempo que le era concedido; no había libros, ni música, ni cine, ni televisión siquiera, viajar era una alternativa de alcances limitados, y por supuesto tampoco estaba Eva. Pero Adán no podía concebir esa soledad que lo rodeaba, puesto que al ser único en el mundo no conocía otros estados posibles de las cosas. 

Es notable que haya sido Dios, muy a pesar de ser también El alguien solo y único en su género, quien tomó nota del asunto y manifestó aquello de que no era bueno que Adán estuviese solo. Por qué razón, siendo El todopoderoso, decidió darle una compañera a Adán y no dársela a sí mismo, que tan solo como Adán estaba, es algo que no sabemos. Y aun si tuviésemos ocasión de preguntarle, Dios de seguro nos respondería, razonable y convenientemente, aquello de "mis designios inescrutables son".

Puestos a especular, tal vez Dios se alimente de los amores de todos los hombres y mujeres del mundo. Eso explicaría que no necesite compañera. Y si acaso su divino orgasmo fuera la suma de los que experimentamos sus creaturas, cuanto más intensos fuesen nuestros humanos goces más cerca de El estaríamos. La teoría no parece descabellada, en cuanto uno lo piensa un poco, aun cuando los autoproclamados representantes de Dios en la tierra se hayan obsesionado con condenar la cópula y el disfrute, en lugar de celebrarlos. Pero si pensáramos la cópula como un acto de belleza o de felicidad divina, como un pensamiento ante el cual se agolpan las palabras, como si se leyeran a un mismo tiempo todos los poemas que jamás hayan sido escritos...

Pero regresemos al principio del hombre, y de tantas otras cosas. Lo cierto es que de Adán hizo Dios a Eva, moldeando carne de su carne, algunos dicen que una costilla; es raro que faltase materia prima: acaso la intención divina fue que Eva y Adán fuesen dos partes de una misma cosa, para que ahora sí, al estar separados se sintiesen solos y desearan volver a juntarse, como antes de la divina operación quirúrgica. O tal vez fue una estrategia, para que no hubiese riesgo de que, al ser Eva y Adán dos distintos, en lugar de atraerse se encontraran repulsivos, aléjate de mí, fea cosa, que tienes mal olor, y tú qué tienes que decir, si te la pasas parloteando todo el día, vete de aquí. Menudo paraíso hubiese sido ese.

No sucedió así. Al parecer Eva y Adán se atraían, se solicitaban todo el tiempo, se gozaban, complaciendo al Creador, y nadie tenía problemas con mirar o ser mirado, porque todavía no se habían inventado ni la vergüenza, ni la culpa, ni tampoco los terceros en discordia. Con respecto a la vergüenza y la culpa, Eva y Adán vinieron a cagarla, cuando comieron del árbol de la sabiduría, cuyos frutos Dios expresamente les había prohibido. Aunque para ser justos, explicame para qué puso el Señor ese árbol prohibido al alcance de la mano de esas pobres creaturas, que El mismísimo creó dotadas de libre albedrío, eso es cierto, pero también de curiosidad, de ansias y deseo. Algunos de los términos de toda esta historia parecen no estar del todo bien planteado. Y en cuanto a terceros en discordia, ya hablaremos en otra ocasión de eso.

Lo cierto es que Eva se tienta, y desea comer la fruta prohibida, acaso con la expectativa de obtener así un sabor nuevo, o una belleza distinta, o un nuevo goce, o un nuevo conocimiento, que todo lo anterior bien podía resumirse en esto. O acaso fue no más que por haberle sido prohibida, así es el alma de las mujeres y los hombres, y Dios de seguro bien lo sabe, lo cual lo deja en una situación bastante incómoda, no te hagas el inocente, Señor, que tu actitud fue a todas luces calculada, y por lo tanto casi diríase perversa. Ni siquiera la bíblica serpiente estaba allí sin que Tú lo supieras, y Eva y Adán solamente hicieron lo que ya estaba escrito que harían. ¿O no es verdad que Tú todo lo sabes, incluso antes de que suceda?

Como sea. Algo malo hubo también con la supuesta sabiduría que debieron recibir Eva y Adán después de su desobediencia; porque bastó con comer el fruto para que ellos supieran que estaban desnudos; pero nunca supieron por qué razón debían ocultar esa desnudez. Supieron que estaban desnudos, pero creyeron falsamente que en aquella belleza había alguna falta. Tal vez Dios sólo quería demostrar su poder de castigar a quien se atreviese a desafiarlo. Algo muy propio de quien no está del todo seguro de sí mismo, de su poder o de su mismísima existencia.

jueves, junio 29, 2017

Amores y odios

Querer a alguien...
O mejor dicho:
Querer lo que se imagina en alguien...
O dicho con más propiedad:
Querer lo que se decide imaginar en alguien
una vez que hemos logrado disimular
todas sus inevitables miserias
hasta el punto de creer
que no las tiene...
Eso es algo sencillo de hacer.
Lo difícil es querer a quien
realmente ese alguien sea.

Lo bueno, por supuesto,
es que lo mismo vale para los odios.

Aborrecer a alguien...
O mejor dicho:
Aborrecer lo que se imagina en alguien...
O dicho con más propiedad:
Aborrecer lo que se decide imaginar en alguien
una vez que lo hemos hecho responsable
de cuanta miseria se nos ocurra...
Eso es algo muy sencillo.
Lo difícil es aborrecer a alguien
cuando reconocemos que en definitiva
se trata de un alguien tan parecido a nosotros.

Un tiempo fuera del tiempo

El arco acaricia las cuerdas del violín,
que súbitamente despierta y besa el silencio.
La música abre de pronto un paréntesis,
algo así como un tiempo fuera del tiempo,
una expresión de belleza que sólo podría
equipararse a un acto de amor, o de magia.
En tanto la música suena, la realidad
suspende su curso y se ubica en otra parte,
los relojes se detienen, rige otro devenir.
En este paréntesis mágico en cuyo transcurso
ocurre la música, suceden también otras cosas:
- por allá alguien cierra los ojos y siente,
- más acá alguien derrama una lágrima,
- una pareja discretamente se toma las manos,
- un joven sonríe y se entrega a sus sueños,
- una mujer recuerda a su padre ausente,
- alguien más suspira y se confía a Dios,
y así, cada quien en su mundo,
todos juntos en un mismo lugar,
las emociones vibran en sincronía
con la melodía, las armonías, el ritmo,
y en tanto la música sostiene el hechizo
lo único que existe es esta belleza,
curiosamente plena de inocencia.
Más tarde, cuando ya se haya apagado
la reverberación de la última nota,
entonces sí, ese será el momento
de regresar cada quien a su casa,
la hora en la cual el sueño se disuelva,
que hasta donde sabemos es lo que ocurre,
tarde o temprano, con todos los sueños.
Pero mientras tanto,
la música todavía suena.
Acaso no sea sino esto la vida:
una sucesión de mientras tanto.


lunes, junio 26, 2017

Beethoven, Menuhin, miedos y fantasmas

No es la primera vez que me sucede, de manera que no fue una situación que me resultara ajena. Pero que algo sea conocido no significa que no pueda seguir siendo al mismo tiempo algo incomprensible, y en algún punto, en consecuencia, también algo inmanejable. Soy de esas personas que a menudo no comprenden las cosas que le suceden; que pueden sentir un raro extrañamiento respecto de sí mismos. Aunque acaso sea algo que le sucede a todo el mundo, sin que yo lo sepa. Usted podrá decirse a sí mismo, en todo caso, si se siente o no identificado.

Lo cierto es que, después de haber pasado una mala noche, esta mañana me quedé dormido. Cuando desperté ya era tarde y estaba demorado, de manera que me duché rápido, desayuné algo liviano y mientras me vestía puse un poco de música para sentirme acompañado. Después, simplemente el tiempo siguió pasando. Había puesto el Concierto para violín de Beethoven, que sonaba desde los parlantes, en el departamento, en una versión histórica grabada en Londres por Yehudi Menuhin y Kurt Furtwângler a comienzos de la década del '50. Y de pronto me dí cuenta de lo que ya he dicho: que el tiempo seguía transcurriendo, pero mi cuerpo ya no reaccionaba de acuerdo a mi voluntad, y mucho menos acorde a la urgencia propia de mi demora. Que yo había comenzado a sentir que en tanto permaneciera allí, inmóvil dentro de ese departamento, con Beethoven sonando de fondo, estaría seguro; que nada malo podría pasarme mientras Beethoven, Menuhin, la orquesta y esas cuatro paredes y ese silencio. Y sabía que era tarde, y que estaba demorado, y que luego iba a tener que correr, y que por más que corriera no llegaría a tiempo, y que una vez más iba a odiarme por eso, o por cualquier otra cosa, y sin embargo. 

Entonces comprendí lo que realmente sucedía: comprendí que yo tenía miedo. Miedo de qué, eso ya no sabría responderlo. Pero sí: miedo, miedo, miedo, un miedo denso, que me inmoviliza, que me lleva a querer seguir aquí, en donde estoy, sin moverme, sin salir a ninguna parte, y no es porque Beethoven, ni por Menuhin, ni por los músicos que tocaban aquel concierto a comienzos de los años '50, cuando yo todavía ni siquiera había nacido, sino porque todo eso en su conjunto de repente me hace sentir en casa, estas cuatro paredes, este calor, este bienestar modesto, modestísimo, pero que de todos modos facilita esta sensación de sentirme seguro, de ser dueño de un mínimo control sobre lo que sucede en este rincón infinitesimal del universo, al fin y al cabo quién sabe allá afuera qué cosas no irán a hacerme sentir la necesidad, más tarde, de regresar a este pequeño caparazón para guarecerme.

Y tengo algunas ideas vagas acerca de las formas o los nombres que podría asignarle a estos miedos: conozco el miedo a la muerte, por ejemplo, y es curioso pensar que muertos han de estar hoy ya no sólo Beethoven, Furtwängler y Menuhin, sino también la mayor parte de los músicos que han tocado este concierto que todavía suena, pero ya en otro lugar y en otro tiempo; o el miedo al paso de los años, irrecuperables; o a la decadencia; o a querer y no tener; o a querer y no desear querer eso que uno mismo se dice que quiere, porque en verdad se pretende otra cosa; o el miedo a la soledad; o al vacío; o al sinsentido; o a la incomprensión; o a que nos aborrezcan; o al olvido; o a ese anonimato profundo que tanto se parece a la nada, que uno sabe que tarde o temprano vendrá, y cuando eso pase uno se disolverá finalmente en ese olvido fatal, sin que se pueda hacer nada al respecto, nada para rescatar todo lo que se haya sido, lo que se haya amado, lo que se haya deseado.

Este es el verdadero miedo, me dije entonces; miedo infame, pues hay que hacerle frente sin que sepamos cómo: se trata del miedo de tener miedo sin saber a qué; saber que el miedo en sí mismo es real, y sin embargo no saber realmente a qué es lo que se teme. Porque todo lo que se teme pertenece al orden del misterio.

sábado, junio 24, 2017

Lo que no se dice

Detener la palabra
un segundo antes del labio,
escribió una vez Juarroz.
Esa palabra que puede ser
como pájaro igual a su ausencia.
Vos traes hasta mí esos versos.
Y entonces yo estoy a punto
de escribirte un par de palabras;
estuve a punto de hacerlo y eran,
literalmente, nada más un par;
no éstas que de hecho escribo,
sino otras, apenas dos.
Pero luego he releído a Juarroz
y he comprendido que la ausencia
de ese par de palabras aquí,
que no es ausencia de lo que sucede
sino solamente de lo que se dice,
puede ser igual a lo que siento;
a lo que vos sabés que siento.

domingo, junio 18, 2017

Islas

Ningún hombre es una isla
pues ninguna persona vive
auténticamente aislada del mundo.
O acaso sí; acaso todas las personas
seamos como islas
dado que jamás podremos
llegar a estar auténticamente
en el lugar que ocupa el otro,
respirar por el otro,
sentir por el otro,
amar por el otro,
imaginar siquiera
lo que imagina el otro
en el momento de ser alguien
diferente de nosotros mismos.
Nuestro cuerpo es a nuestra soledad
lo que el agua es a la isla:
nos rodea, nos abraza,
pero nos impide ser alguien
distinto de quienes somos.
Entonces nos acercamos a los demás,
a veces mediante la empatía,
o mediante el poder,
o mediante la seducción,
o mediante la dominación,
o mediante la piedad,
o mediante el amor,
que según Sartre no es
sino una sofisticada forma
de la manipulación.
Vaya uno a saber si eso es cierto.
Lo bueno es que, islas o no,
cada tanto nos encontramos
con otros que son
parecidos a nosotros,
islas, náufragos o navegantes.


Cadena de manos

Las manos de mi padre,
que sostienen entre las suyas
las manos aún pequeñas de su hijo,
que ahora sostienen a su vez
las pequeñas manos de su hija.
Es una cadena de manos,
aunque todo esto suceda
en tiempos distintos.
Hoy las manos del padre
son sostenidas por las manos
del hijo cuyas manos, seguramente,
si las cosas han sido bien hechas,
serán a su vez sostenidas mañana
por las manos de una mujer
que hasta hace poco fue mi niña.


lunes, junio 12, 2017

Naturaleza de la poesía

Ayer alguien se refirió a mí
utilizando la palabra poeta.
No supe qué sentir.
En ese momento me pareció
una palabra demasiado grande,
y no es que yo sea modesto,
o sinceramente... no lo sé;
pero no pude menos que preguntarme
qué cosa será realmente un poeta.
Yo en mi casa tengo un piano,
que compré sin saber tocarlo;
y todavía sigo sin saber,
pero de todos modos, de tanto en tanto,
igual me siento delante del teclado
y dejo que mis dedos jueguen
libremente, torpemente,
que busquen alguna lógica,
que no siempre encuentran,
entre las teclas y las notas.
Pocas veces lo logro, es verdad;
me entretengo, no obstante,
y surgen esbozos de ritmos,
alguna que otra armonía,
nada que merezca seriamente
ser llamado música, es cierto;
y sin embargo, qué otro nombre
podríamos darle a todos esos sonidos
que surgen como venidos de ninguna parte
y sin embargo están ahí, indubitables.
¿No son acaso una forma de la música?
Entonces, de nuevo: ¿qué es un poeta?
Alguien que escribe versos, seguramente;
pero no puede tratarse apenas de eso,
tiene que ser algo más.
Alguien que comprenda,
por ejemplo, la rebeldía de la belleza.
Y es posible entonces que sí haya
algo de eso, por fin, en mi caso.
O alguien capaz de observar la luna
y saber que allí hay mucho más
que el satélite natural del planeta;
que allí hay algo que es inalcanzable,
por más que Neil Armstrong haya posado
alguna vez sus suelas en la superficie selenita
y haya soltado aquella tontería
del pequeño paso para un hombre,
paso grande para la humanidad;
eso fue una vil mentira: ningún paso
dio la humanidad tan especial esa noche
(digo noche porque allí estaba la luna);
todo sigue sin mucho cambio aquí abajo,
los mismos males, las mismas dudas,
las mismas soledades, las mismas miserias.
Y cuántos entre nosotros podremos
alguna vez pisar la luna y saber,
como el astronauta, cómo es aquello.
Para la mayoría de nosotros, los mortales,
la luna será siempre algo inalcanzable,
y por lo tanto similar a un sueño,
y por lo tanto materia apta para la poesía.
Y sí, confieso entonces que he escrito,
no pocas veces, palabras inspiradas
y referidas también a la luna.
Como sea: ayer alguien habló de mí
utilizando la palabra poeta,
y yo me sentí halagado;
y sentí que aquellas palabras,
salidas quién sabe de dónde,
que tantas veces he considerado
torpes, absurdas, delirantes,
pueden hallar, de tanto en tanto,
un oído atento.

jueves, junio 08, 2017

Sueño 170608

Anoche soñé que yo era dos.
Vale decir: que con vos éramos tres;
concretamente: vos, yo y yo.
Recuerdo que yo te decía
que no tenía sentido
sentir celos de mí mismo.
Lo que en verdad me intrigaba
era ver si podía sentir por los dos;
vale decir: por mí y por yo,
o simplemente por uno,
como le ocurre a toda la gente.
No sé si se trató de un sueño erótico,
por más que los tres estuviésemos
desnudos y en la cama, etcétera.
Ya dije quiénes: vos, yo y yo.
Creo más bien que este raro sueño
nos habla de mi miedo a la nada:
si uno es dos, y de los dos uno muere
puede ser que el otro permanezca.
En lo que hace a tu presencia,
es como dice aquel viejo romance:
La muerte me anda buscando,
junto a ti, vida sería.
Al fin, el amor y el orgasmo
no son sino estrategias
para distraer a la muerte,
o al menos para olvidarnos
de ella por un rato.
Por cierto, quisiera que sepas
que si escribo todo esto
es porque lo soñé,
pero también
porque te extraño.

martes, junio 06, 2017

Psicólogo de mí mismo: Los otros

- Sabe, doctor... Buscando estar más tranquilo conmigo mismo y con el mundo, un día decidí que iba a pensar que todas las personas hacen y ofrecen lo mejor que tienen de sí. Que si no dan o hacen más, es porque no pueden, y no porque no quieran.
- Sin duda es un muy buen método; lo felicito.
- Claro. Pero mi problema es que últimamente, en algunos casos, no logro convencerme de que esto sea verdad.
- A ver... Su idea para estar en paz es buena, y en algún punto es cierta. Pero pasado ese cierto punto... Uno puede hacerse un poco el boludo, pero ser boludo es otra cosa. En cualquier caso, piense en las veces en que usted mismo haya sido torpe, ciego o mezquino, y de ese modo le será más fácil perdonar las torpezas, cegueras y mezquindades de los demás.

(De mi libro "Cuando yo sea el psicólogo de mí mismo")

lunes, junio 05, 2017

Negación

No.
Decididamente, no.
Es curioso que la única
afirmación que viene a mi ánimo
sea precisamente una negación.
Pero lo cierto es que no.
Definitivamente, no y no.
Y que nadie pregunte
qué cosa estoy negando,
a quién le estoy diciendo
estas palabras,
porque no lo sé.
Pero sí sé que no.
Este profundo rechazo
es lo único que viene
a mi espíritu en este instante,
y no es cansancio,
y no es tampoco una derrota.
No, es sencillamente eso:
una negación definitiva,
terminante, absoluta.

martes, mayo 30, 2017

Visitantes

Me llamó la atención su mirada,
que de pronto pareció atender a otro espacio,
a otro tiempo, a otra gente, a otro mundo.
Los dos somos hombres razonables;
ninguno creería, por ejemplo,
en fantasmas y esas cosas.
La diferencia entre él y yo,
en lo que respecta a este asunto,
es que desde hace un tiempo y cada tanto
él ve pasar ante sus ojos a su madre,
cuando el hecho es que mi abuela
falleció hace muchos años.
Algunos se preguntarán
que tendrá esto de razonable.
Yo considero razonable reconocer
que todo lo que sabemos es menos
que lo mucho que ignoramos.

martes, mayo 23, 2017

Palabras y olvido

Y de pronto se me ocurre
que al fin y al cabo las palabras
tal vez sí tengan una razón de ser,
que acaso sí tenga un sentido decir
una y otra vez las mismas cosas
y escribir poemas más allá
de la íntima sospecha
de que acaso nadie nos leerá.
Y es que también parece posible
que en algún otro momento,
cuando uno ya se haya marchado,
alguien se pregunte quién
habrá sido el que imaginó esas palabras
que todavía subsisten, empecinadas,
aunque quien las pensó ya no esté
ni siga escribiendo, ni soñando,
ni sintiendo miedo, ni amando,
ni nada de nada de nada.
Dicho de otro modo,
escribir podría ser
una manera de asegurarse,
de poder quizás seguir teniendo
algo parecido a una voz
incluso después de la muerte,
cuando todo lo demás sea olvido.

domingo, mayo 14, 2017

Bicicleta

Tres chicas pasan andando
en una misma bicicleta.
La que va sentada en el manubrio,
mirando hacia la conductora,
se fija en la pareja que
pasea abrazada y ajena
unos pasos más allá.
Entonces les grita,
con una sonrisa en el rostro:
"Qué lindo que sean felices."
Está nublado en San Pedro,
donde no hay bicisendas
y la gente no anda apurada.
Pero el sol brilla en alguna parte.


lunes, mayo 01, 2017

El soñante

¿Y si no fuésemos más que el sueño de alguien más?
No importa el nombre que decidas ponerle a ese alguien
que tal vez nos esté soñando a los dos ahora mismo.
Pero si acaso en este mismo instante
vos estuvieses soñando con ese alguien
que a su vez nos sueña a nosotros,
y cualquiera de los dos, sea él o acaso vos,
despertara de repente, ¿qué sucedería entonces?


viernes, abril 28, 2017

(a)mar de arena

Un mar de arena.
Miles y millones de
pequeños clastos de cuarzo
y fragmentos de caracolas
tallados por el agua y el viento,
restos milenarios de sol y de sal
acumulados en silencio a través del tiempo.
Imagino cada uno de esos granos minúsculos
como algo asimilable a un universo,
repleto de días y de noches,
de un tiempo propio,
tan persistente o fugaz como el nuestro.
Un universo que pasa inadvertido
ante nuestra rápida mirada,
que solo es capaz de percibir
el mar de arena completo.
Pienso entonces en mi amor,
el de hoy, el de ayer y siempre,
mezclado con todos esos
fragmentos de cuarzo y caracolas
y sol y sal y mar y estrellas,
y sonrío agradecido.

jueves, abril 27, 2017

No sólo Alejandra

Un poema no siempre es solo un poema.
Acaso un poema no sea jamás solamente eso.
Y esto es algo que uno sabe, por ejemplo,
el día en que lee un mensaje que dice
"Ven a vivir conmigo.
Tendremos todos los libros de
poesía que existen en el mundo.
Toda la música.
Todos los alcoholes que
arden en los ojos y corroen el odio.
Nos embriagaremos hasta oscilar como
seres de una materia fosforescente,
y diremos tantos poemas que
nuestras lenguas se incendiarán como rosas."
Y a uno le dicen que estas palabras las escribió Alejandra.
Pero uno sabe que llegan desde otra parte.

viernes, abril 21, 2017

La mar constante

La mar constante,
rumorosa,
salvaje a veces,
otras serena,
pero ajena siempre
al devenir del tiempo
y a los vaivenes de
los desgobiernos
y las economías
y las vidas
y las muertes
y los amores
de los hombres.
Todo eso pasará;
nosotros pasaremos.
Ella en cambio seguirá,
sin saber siquiera
que nosotros hemos sido.


Ríos mueren en el mar

Hay quienes dicen que
los ríos no tienen fin,
pues prosiguen su curso,
invisibles, adentro del mar.
Puede que este decir sea cierto;
pero no menos verdadero es
que el pez que pasa sus días
en las dulces aguas del río
muere cuando se adentra
en aguas plenas de sal.

domingo, abril 16, 2017

Viajeros

El viajero es alguien que se busca.
Que se pregunta cómo habrá de ser él mismo
cuando llegue a ese lugar que todavía no conoce.
Hay que decir que se trata de una búsqueda infinita,
pues siempre quedará un lugar nuevo por conocer.
No obstante ello, con cada paso el viajero
encuentra también nuevas respuestas.
Y a veces a un compañero de viaje.

jueves, abril 06, 2017

Luz de imperio, luz de luciérnaga

Casi como una ensoñación
veo que alguien ha escrito
en la pared de un sanitario
y con caligrafía algo tosca,
no una chabacanería,
ni un comentario procaz,
sino un breve poema de Borges:
¿Es un imperio / esa luz que se apaga
o una luciérnaga?, se pregunta.
Debajo, alguien más ha anotado,
en este caso con letra de mujer:
Luz de imperio, / luz de luciérnaga...
ambas por igual se extinguen.



miércoles, abril 05, 2017

Canción sin palabras

"Detrás del nombre hay lo que no se nombra",
expresa Jorge Luis Borges en alguno de sus versos.
Escucho ahora las Canciones sin palabras de Mendelssohn
y me digo que el lenguaje tantas veces sucumbe
en su propia vana intención de decir cosas.
Pienso entonces en cada uno de mis
propios torpes e insensatos versos,
rendidos ante todo aquello que,
sencilla pero inexorablemente,
es imposible poner en palabras.


martes, abril 04, 2017

Pensamiento dual

"Hay personas que son capaces de pensar únicamente una cosa por vez. Entonces, cuando por fin llegan a comprender algo verdadero, sucede que de inmediato conciben que todo lo demás es falso."

Esto lo advirtió alguna vez Yehudi Menuhin. 
Lo añado a mi colección de verdades.

jueves, marzo 23, 2017

Calesitas

Observó a unos niños en la calesita
riendo y dando vueltas y más vueltas,
sin llegar a ninguna parte,
regresando inexorablemente
una y otra vez al punto de partida.
Se preguntó adónde creerían estar yendo
con sus risas y sus caballos que suben y bajan,
con sus autos de mentira, sus vehículos fantásticos,
para qué tantas vueltas, si al fin y al cabo
regresarían siempre al mismo lugar,
el mismo punto de partida,
avanzar vanamente en círculos,
moverse para no ir a ninguna parte.
Después se dijo que acaso no fuera tan distinto
del viaje que hacemos todos en el curso de la vida,
yendo y viniendo con prisas vanas,
montando sobre sueños diversos
sin llegar jamás a ningún lado.
Será tal vez el mientras tanto, se dijo:
acaso eso es lo único que realmente importa.

sábado, marzo 18, 2017

Arte poética

Hay algo poético en el dolor.
Algo que se diría hasta deseable,
en especial a ciertas horas de la noche,
cuando uno está solo y no desea nada más
excepto todo, la vida misma
en su más completa exhuberancia,
y entonces incluso resulta posible
que encuentres algo de placer
en ese dolor impreciso
pero ineludible
que te atraviesa.
Y tal vez sea que
al estrujarnos el corazón
ese dolor nos hace sentir vivos
al mismo tiempo que agonizantes.
Entonces uno se pregunta
por qué dolerá tanto el dolor,
si al final de cuentas es bello.

Sueño 180317

Sueño. Me río en sueños. Mi propia risa me despierta. Mi mujer se despierta al mismo tiempo que yo, me mira, y razonablemente me pregunta de qué me río. Yo enseguida le cuento: en mi sueño, los dos nos encontrábamos en una esquina formada por la Avenida Roca y la calle Piedras. Yo le hacía notar este curioso detalle, y entonces le decía: "¿Te das cuenta? Ahora mismo estamos en la esquina más Stone de Buenos Aires". Mi mujer se ríe con el disparate. Entonces me doy cuenta: yo no estoy casado, y vivo solo. No quiero decírselo a ella, para no decepcionarla. Así que seguimos durmiendo, abrazados. Cuando finalmente despierto del todo, le cuento todas estas locas ocurrencias a mi esposa. Nos reímos juntos, nos besamos. Los dos somos felices, y eso es lo único que realmente importa.

viernes, marzo 17, 2017

Credulidades

Quiero creer...
Creo que quiero creer...
Creo que creo que quiero creer...
(...y así sucesivamente).
La vida no es más que eso,
una cadena de incertidumbres
que nosotros mismos
vamos engarzando
como un modo de enfrentar
nuestras perplejidades.
Y está muy bien que así sea,
porque en algo necesitamos creer.
(O al menos eso nos dijeron).


miércoles, marzo 15, 2017

Dios

Únicamente Dios,
para el caso de que Dios exista,
conoce con certeza absoluta
la respuesta a la pregunta
de si Dios realmente existe.
Y en tal caso, al parecer
prefiere dejarnos a nosotros,
los mortales, en la duda,
quizás para no decepcionarnos.


lunes, marzo 13, 2017

Medios y miedos

Están los medios de comunicación. Y también existen los miedos. Hay miedos a la hora de comunicarnos, a través del medio que sea. Miedo a que la comunicación no funcione. A que uno diga blanco y el otro entienda verde, o tal vez rivotril, o quizás noviembre, y que a partir de ese malentendido la pretendida realidad del mundo se desmadre de una vez y para siempre. Nos afecta una curiosa paradoja: el miedo a comunicarnos mal nos lleva en ocasiones a preferir intentar no comunicarnos en absoluto. Pero en este punto radica un problema: nuestro silencio también comunica, siempre, de un modo u otro. Todo comunica: un silencio, una palabra, un gesto, un beso, una caricia, una mirada, un bocinazo, un bostezo, un descuido. ¿De qué manera? ¿Qué comunican todas estas cosas? Este es el problema: no tenemos manera de saberlo. Expresamos todo el tiempo cosas, incluso sin saber lo que estamos expresando.

sábado, marzo 11, 2017

Formas de la poesía

Leo la siguiente cita: 
"Poesía es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo así como un misterio." 

Al parecer lo dijo Federico García Lorca, y uno podría reflexionar largamente al respecto. De mi parte, hoy pienso que hay muchas formas posibles de la poesía. Y que no es necesario que sean dos palabras las que se junten, para formar ese misterio. Puede haber poesía también en la unión de dos sonidos, o en la unión de dos colores, y hasta en la unión de dos personas, esas que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y sin embargo. 

lunes, marzo 06, 2017

Presente

"La única forma de existencia es el momento presente, que es también la posesión más segura, aquella que nadie podrá arrebatarnos jamás." 

Esto lo dice Arthur Schopenhauer en El arte de sobrevivir. Yo me pregunto si no será una contradicción hablar de jamases, o de su contrario, siempre, cuando se asegura que solamente existe el momento presente. Pero por lo demás estoy de acuerdo.

domingo, marzo 05, 2017

Incomprensión

De repente tengo una idea.
Aunque quizás, no estoy seguro,
decir idea sea demasiado.
Las ideas deberían ser
siempre claras, transparentes
desde el momento en que nacen
o directamente no ser.

Yo no suelo tener ideas claras.
Tengo más bien impresiones difusas,
sensaciones, ensoñaciones,
pesadillas algunas veces,
conmociones así,
como estremecimientos.
Amor, miedos, desconciertos...
Sí, desconciertos.
Profundos e inquietantes.
Y en ciertas ocasiones
extrañas e imprecisas empatías.

Tal vez he lastimado a mucha gente
por no haber sabido comprender
todo esto a su debido tiempo.

-No te entiendo, dice alguien.
Noto en este decir la resignación,
la actitud de quien renuncia al intento.
Me pregunto si no será demasiada
pretensión llegar a comprender
verdaderamente a alguien.
Acaso se trate en realidad de otra cosa.
No de entender, sino de acompañar,
especialmente allí donde no se comprende.

miércoles, marzo 01, 2017

Acerca del amor

Leo un artículo acerca del amor. Dice que el amor no espera nada a cambio. Que se trata de un encuentro fundamental (orgásmico, dice) de la vida y la muerte. Y que para alcanzarlo, según Bhagwan Shri Rashnísh, más conocido como Osho, hay cuatro pasos fundamentales.

El primero es estar centrado en el aquí y el ahora, pues el amor solamente es posible así: aquí y ahora. No puede amarse en el pasado. Ni tampoco en el futuro. Ni en otra parte.

Lo segundo es aprender a transformar los venenos, que en mayor o menor medida todos acarreamos, en algo bueno. En miel, por caso. Para ofrecer amor a otra persona debemos asegurarnos de que ese amor es bueno. Y amarnos a nosotros mismos, incondicionalmente.

Lo tercero es compartir cosas positivas, compartir lo que se tenga, compartir todo lo bello. Compartir la vida, en definitiva, que está hecha de momentos.

El cuarto consejo es tal vez el más curioso: "Sé la nada", dice. Y luego explica: una vez que  uno comienza a pensar que es alguien, se estanca, y entonces el amor no fluye. El amor sólo fluye de quien no es nadie. Cuando alguien está lleno de ego, el amor desaparece.

Pienso en todas estas cosas, y me reviso. Y me digo que, aquí y ahora, en cuanto logro perdonarme mi pasado y dejar de lado mis enojos, en especial aquellos dirigidos hacia mí mismo, mi presente es algo bueno. Mi deseo sería compartirlo con vos.

jueves, febrero 23, 2017

Prohibido prohibir prohibir prohibir

"Prohibido prohibir". La frase brilla en las paredes de París en 1968. Es una frase contestataria, razonable en el marco de una sociedad que siente que las normativas restringen cada vez más la libertad intrínseca del sujeto. Curiosa idea, según la cual la libertad sólo es posible a partir de una primera y única prohibición. Prohibición que de todos modos establece una paradoja, pues ordena precisamente aquello que niega.

Pero entonces, décadas más tarde, alguien escribe en otro muro: "Prohibido prohibir prohibir". Y parece apenas un inconsecuente juego de palabras, pero en cuanto se somete la sentencia a un análisis básico, resulta que no es tan simple. Porque aunque a primer golpe de vista la frase solo parece profundizar la paradoja inicial, en realidad no lo hace: la única normativa a la que alude esta nueva frase es precisamente la única que había quedado fuera de la prohibición anterior. Vale decir: anula la prohibición de prohibir, abriendo así el juego a toda una serie de eventuales prohibiciones, que de este modo quedarían legitimadas.

No parece casual que esta formulación, de apariencia revolucionaria pero en esencia totalitaria, aparezca precisamente ahora, cuando el mundo occidental cae globalmente en manos de una derecha preocupada por maximizar los beneficios de unos cuantos antes que velar por los derechos del ciudadano en general. Es probable que la anarquía que proponían los jóvenes del Mayo francés fuese utópica. Pero en definitiva esta noción resulta todavía más preocupante. Acaso sea preferible añadir un nivel de prohibición más, aunque se nos tilde de prohibicionistas. Pero asegurarnos de este modo que quede prohibido prohibir la prohibición de prohibir.

lunes, febrero 20, 2017

Monstruos

Cuando éramos niños, 
de esto hace mucho tiempo, 
en un siglo ya pasado y viejo, 
a menudo temíamos quedarnos solos, 
pues intuíamos que los monstruos 
que acechaban en medio de 
las sombras de la noche 
solo serían capaces de alcanzarnos 
si nuestros padres no estaban cerca.

Conforme pasaron los años 
terminamos comprendiendo que 
aquello no era, al fin y al cabo, 
más que un ingenuo miedo infantil. 
A la larga conseguimos aceptar 
que más allá del temor 
ninguna abominación se escondía 
en la vaga oscuridad nocturna, 
y que podíamos dormir sin compañía, 
cuando no hubiese más remedio, 
sin peligro mayor que acompañados. 

Y aunque todavía nos sigue inquietando 
en no pocas ocasiones hallarnos solos, 
al menos ahora sabemos la verdad: 
que los verdaderos monstruos
no se ocultan en los pliegues de la noche, 
sino que viven dentro de nosotros mismos.


lunes, febrero 13, 2017

La palabra como elemento organizador y reparador del mundo

Leo una entrevista a la antropóloga francesa Michele Petit, en relación a la experiencia de la lectura: "Una de las mayores angustias humanas es la de ser caos, fragmentos, cuerpos escindidos, la pérdida del sentimiento de continuidad, de unidad. Uno de los factores por los cuales la lectura es reparadora es que facilita el sentimiento de continuidad, a través del relato. Una historia tiene un principio, un desarrollo y un fin; permite darle unión a algo. A veces, escuchando una historia, el caos del mundo interior se apacigua, y por el orden secreto que emana de la obra el interior podría también ponerse en orden. El mismo objeto libro, ­hojas pegadas juntas, organizadas, ofrece la imagen de un mundo reunido."

Pienso que tal vez esta misma reflexión sea aplicable a las palabras en general, que se organizan a veces en papel, otras en una pantalla, hilvanando un relato, una serie de ideas más o menos lógicas, poniendo en juego una creencia, una estética, una posición en el mundo, ocupando una espacialidad, fijando un aquí y ahora, dejando también un rastro que en algún momento acaso sea seguido por los ojos de alguien más, con lo cual se convertiría en ese acto en una suerte de modesto testimonio de nuestro breve paso por el mundo, una señal que indique que alguna vez fuimos algo más que una mera fantasmagoría. O que al menos estamos convencidos de ello.



miércoles, febrero 08, 2017

Los acríticos

La política.
Las religiones.
Los ídolos de barro.
Los fanatismos,
de cualquier signo que sean.
No me molesta Dios,
sino sus huestes.
No me interesa el famoso
al que le gritan "genio",
pero me fastidian
sus seguidores.
Me resisto a los fanáticos,
capaces de defender lo indefendible
con tal de no sentirse vacíos.
Creo que le tengo alergia
a las masas acríticas.
Acaso sea ese mi problema.


domingo, febrero 05, 2017

Líneas narrativas

Acabo de terminar de leer una novela. No consignaré aquí su título, pues lo que pretendo escribir implica revelar su final. Digamos nada más que se trata de una novela magnífica, escrita por un famoso autor estadounidense, que sin embargo rompe con al menos uno de los preceptos básicos que se supone que todo buen relato debería respetar: no dejar líneas narrativas abiertas. Esto aquí no se cumple. Uno de los personajes centrales de la historia aparece un día brutalmente golpeado. Alguien lo lleva a un hospital. Pero el autor se ocupa de colocar a este alguien en una ambigua situación: plantea la sospecha de que él sea el responsable de la golpiza, al mismo tiempo que deja entrever su inocencia. Además abre otra intriga: no termina de definir si el personaje golpeado ha muerto o si, por el contrario, logró recuperarse. Son nada más dos de las varias cuestiones que van quedando pendientes de resolver. Uno va leyendo el libro y se da cuenta de que cada vez quedan menos páginas para llegar al final. Demasiado pocas, para la cantidad de incógnitas que resta solucionar. Hasta que un inesperado y trágico accidente, en el cual mueren tanto el protagonista principal como el sospechoso de haber castigado (¿asesinado?) al otro personaje que antes mencionamos, pone un abrupto punto final al libro. Nos quedamos así con un montón de cuestiones vinculadas a la trama sin desentrañar; múltiples líneas narrativas quedan abiertas y truncas.

¿Se trata realmente de un error dentro del relato? ¿De verdad el famoso novelista estadounidense se equivoca de un modo tan grosero? ¿O acaso está planteando que así es precisamente como suceden las cosas en la vida real, y que las historias simplemente se terminan en el momento en que la vida acaba, sin que interese si hemos dejado asuntos que han quedado irresueltos de manera desprolija? Es como si en un giro maestro de la ficción el protagonista de la novela se mimetizara con el lector: los dos están en la búsqueda de las mismas revelaciones, de los mismos cierres narrativos, que no tendrán lugar. Al menos no del modo en que esperábamos, porque al fin y al cabo sí hay un final. Muere de repente el protagonista. Y no hubiese sido demasiado diferente, a los fines del relato, si el muerto hubiese sido el lector. Los efectos hubiesen sido parecidos, en lo que a las intrigas de la historia se refiere. En ambos casos nos hubiésemos quedado sin develar las mismas cosas.

Los finales muchas veces son así de inesperados. Tan inesperados como el final de nuestra propia existencia. Tal vez este sea el mensaje de esta novela, carpe diem. Los puntos finales caen, sencillamente, en el preciso lugar en donde caen. Lo que hayamos hecho hasta ese momento, esa será la obra inevitablemente inconclusa, pero al mismo tiempo concluida.


miércoles, febrero 01, 2017

Sueño 170201

Observo a un niño
que juega con un espejo.
La imagen es, de por sí,
digna de una pesadilla.
No sé quién sea el niño,
y tal vez no quiera saber.

Hay también un perro acostado a mi lado.
No alcanzo a verlo, pero puedo sentirlo.
Y lo curioso es que sé que no es verdad,
que estoy solo, que no hay ningún perro.
Pero la sensación me resulta agradable.
Entonces lo toco, y el animal se acomoda.

Pero ahora resulta que
el perro ya no es perro:
ahora de repente sos vos.
Comprendo que no sos real,
pero se siente tan bien imaginar
que estás aquí, conmigo.
Vos me pedís entonces
que te haga el amor,
y yo quiero decirte que no puedo,
porque vos no sos vos,
pero qué vas a pensar de mí,
si te digo semejante cosa.

Me cuesta mantener tu imagen.
Es como que de a poco te convertís
en otra persona, y yo hago fuerza
para seguir soñándote a vos.
Porque solamente con vos
puedo dormir tranquilo.

Entonces me llama la atención una luz roja, que enciende y apaga cerca del techo, a la altura de la puerta. Y me doy cuenta de que allí hay algo que yo no había visto antes, como una cámara de vigilancia, o una especie de sensor. Me despabilo, me levanto de la cama y me acerco. Enciendo las luces, para poder ver mejor de qué se trata. Pero la luz es mortecina, y además no alcanzo a ver porque me obstaculizan la visión unos reflectores que cuelgan desde más arriba. Me pregunto para qué estarán esos reflectores. Y al mismo tiempo me doy cuenta de que todo eso tampoco estaba ahí antes. En la pared hay además muchos faroles negros, adosados como decoración. Comprendo entonces que este lugar, que es mi departamento, es utilizado también por alguien más. En ese momento siento que alguien intenta abrir la puerta. Observo por la mirilla y, en efecto, hay alguien del otro lado, colocando una llave. Voy a golpear entonces la puerta, para advertirle a esa persona que está intentando entrar a mi casa... Y me doy cuenta de que ya he soñado antes con esta escena. En mi sueño, cuando yo golpeaba la puerta, esos golpes no producían ningún ruido en absoluto. La diferencia, claro está, es que ahora no estoy dormido, sino bien despierto. Golpeo entonces la puerta, desesperado, casi enloquecido... Y mis golpes suenan apagados, como si hubiese golpeado solamente el aire. Entonces grito, y mi grito me despierta. En la oscuridad, veo que una luz roja se enciende y apaga, cerca del techo, a la altura de la puerta.

martes, enero 31, 2017

Lluvias

La lluvia, como todas las cosas de este mundo,
carece en sí misma de un significado o de un valor.
Somos nosotros quienes le asignamos un sentido.
Y ese sencillo gesto, curiosamente, nos humaniza.
Hubo un tiempo, por ejemplo, durante el cual
la lluvia representaba para mí una inquietud,
pues poco antes mi casa se había inundado.
Hubo también un tiempo en el cual la lluvia era
algo así como un llanto del alma caído desde el cielo,
o la angustiante premonición de un dolor interminable.
Sin embargo, un buen día la lluvia se convirtió
sorpresivamente en algo diferente,
en algo para ser contemplado y compartido,
en algo más cercano a la alegría que a los pesares.


viernes, enero 27, 2017

Seis años...

¿Puede uno relacionarse de algún modo
con alguien que no ha comenzado a existir,
con alguien que en verdad jamás ha existido?
¿Es posible extrañar a ese alguien?
¿Es acaso posible amarlo?
¿Desearle el bien?
¿O rezar por su alma
incluso cuando uno ni siquiera
crea en dioses que escuchen rezos?


martes, enero 24, 2017

Olvidos

Hoy me ha sucedido algo extraño
(me tienta la palabra siniestro).
He leído un poema.
Un poema no demasiado antiguo,
bien puedo dar fe de ello.
De inmediato he reconocido
el poema en cuestión como propio,
y sin embargo,
por más que lo intenté,
no pude recordar dónde ni cuándo
ni en qué circunstancia ese poema fue escrito.
Tampoco a quién tuve yo en mente cuando
aquellas palabras encontraron su forma.

Pienso entonces en la fragilidad de
nuestras humanas conciencias
y de nuestros recuerdos;
en lo poca cosa que somos,
que buscamos eternizar un momento
a través de un miserable poema
solo para comprender al cabo
que estamos hechos de olvido.