jueves, abril 28, 2022

Empuje (Hacia afuera)

Desde hace años doy clases de Comunicación en el ISER (Instituto Superior de Enseñanza de Radiodifusión, para quien no sepa), y esa es una de las actividades que más disfruto. Hoy al llegar al edificio noté que el visitante atento puede encontrar, como una brutal metáfora, su primera lección relativa al tema de mi incumbencia apenas al toparse con la puerta que deberá franquear de manera inevitable para acceder a la sede. Allí una hoja de papel escrita a mano, pegada al vidrio de la puerta de entrada, explica sucintamente: "TIRE". 

En ese momento uno se encuentra todavía en el exterior del edificio, de manera que podría suponerse que la indicación resulta suficientemente clara. Sin embargo, entre paréntesis, alguien se ocupó de añadir debajo, como por las dudas: "(HACIA AFUERA)".

Cinco horas más tarde, habiendo cumplido con mi trabajo, al retirarme del edificio, la lección se repite: "EMPUJE", dice ahora el papel. Y una vez más, con actitud precavida, alguien se ocupó de aclarar: "(HACIA AFUERA)". Entonces pienso: si estoy adentro y voy a empujar, tal como indica el letrero, no hay manera de hacerlo sino hacia afuera. Sería imposible empujar hacia adentro. Pero enseguida comprendo que ese cartel es fruto de una repetida experiencia: la de ver gente confundiendo el "tire" con el "empuje", peleando a brazo partido y de manera infructuosa con la pobre puerta, pretendiendo que gire hacia donde sus goznes no lo permiten. 

Y esta es, entonces, la referida lección: por más claro que sea un mensaje, por más evidente que te parezca una situación, nunca supongas que el otro ha de entender con la misma claridad. Tu lucidez no afecta en nada la eventual falta de lucidez del otro.

Quizás no esté de más señalar que si esto sucede con algo ¿tan básico? como un cartel de tire/empuje, no resulta difícil imaginar lo que ocurre a nivel de mensajes y sucesos tanto más complejos. Incluso cuando esta última afirmación tampoco tenga una validez universal, justo por lo que ha sido dicho previamente.


martes, abril 26, 2022

Compañías y soledades

Estoy solo.
Vale decir, en compañía
de todos aquellos que
me acompañaron
quisieron, aguantaron,
aconsejaron bien,
hicieron mal,
o no hicieron nada
a pesar de haberme visto
derrumbado en el fango.
Mi padre, mi madre, mi hija,
mis maestros, mis amores,
los demonios que me torturaron,
todos están presentes de algún modo
en este hombre que se debate
entre la inocencia y el desespero,
la fragilidad de la vida
y la eternidad de la muerte.
Sin embargo, si vanamente intento
exorcizar la noche con palabras
es porque lo único capaz
de acallar el incesante
rumor de la nada
sería sentir ahora el calor
de tu cuerpo desnudo a mi lado.
Justo en este minuto,
cuando estás en otra parte.

La música, nosotros, el tiempo

Desde que tengo un piano, pienso: definitivamente yo no soy músico. No sé leer música; no tengo idea de dónde queda la tecla del Si bemol, ni puedo armar un acorde, como no sea de un modo intuitivo.

Pero entonces, ¿qué es eso que sucede cuando me siento delante del instrumento, acciono algunas teclas y surgen sonidos, más o menos ordenados? ¿Cuáles son los límites que definen adónde comienza o finaliza el concepto de música? ¿Es música eso que hago? Mala música, seguramente... Aunque no peor -voy a decirlo- que tantos espantos sonoros que la industria o la vanguardia atrevidamente llaman música, aunque en mí despierten malestares similares a los que podría aportar un martillo neumático rompiendo el asfalto bajo el asfixiante calor de un mediodía de verano.

Como no sé leer música, ni tampoco me atrevo a intentar sacar canciones de oído, las cosas que toco en mi piano son una constante improvisación. No me pidan que vuelva a tocar tal o cual pasaje, de pronto más o menos inspirado, porque me resultará imposible hacerlo. Es cierto, yo lo toqué, pero... ¿Adónde se van todos esos sonidos e ideas? Es como preguntarnos adónde se va un beso. Hay cosas que son nada más en el momento presente. Un presente fugaz, que se disuelve en el mismo momento de concretarse. 

Arte curioso, la música: sólo existe mientras suena. Como bien señala Heidegger en su Arte y poesía, incluso las partituras de las obras más destacadas de Beethoven se acumulan como papas en una bodega cuando nadie las toca. La música, en sí misma, está en otra parte.

La música está en ese instante fugaz que huye permanentemente de nosotros.

Interesante metáfora de lo que es la vida misma.
 

viernes, abril 08, 2022

Lo que no se nombra

Detrás del nombre hay
lo que no se nombra
dice Jorge Luis Borges.
Y yo me digo que de eso,
precisamente,
vengo yo hablando
-o intentando hablar-
desde hace tanto tiempo.
De todo aquello que no puede
acomodarse en el lenguaje.
Ahora escucho las
Canciones sin palabras
de Felix Mendelssohn
y me digo que
el lenguaje muchas veces muere
en su propia vana intención
de decir alguna cosa.

domingo, abril 03, 2022

Bienvenidos a la vida

Todo es una palabra demasiado grande
me reveló una vez la Reina de Troya
uno no puede hacer todo bien
pero tampoco todo mal
y somos humanos
con historias a cuestas
que construimos con las mejores
intenciones aunque hayamos
errado el rumbo a cada rato
y lo sigamos haciendo cada tanto
>pues de eso se trata ser humano
bienvenidos a la vida, cielo e infierno
deseo, felicidad, desdicha, consuelo
aprendemos a vivir sobre la marcha
ensayo y error, caída, aprendizaje
en el mejor de los casos
levantarse y comenzar de nuevo
desde donde sea posible
haciendo cada vez lo que se pueda
con lo poco o mucho que se tiene
las culpas, el amor, dolores viejos
sueños, un abrazo, noche, día
esto somos: frágiles intentos
tenaces, pasionales, pasajeros
opacos y fugaces, a pesar nuestro.