sábado, julio 31, 2021

Avskjed (Farewell)

Cae una vez más el sol a lo lejos
Otro día que llega a su final
Quizá sin siquiera haber nacido
Suena una trompeta agónica
Me fijo y es Palle Mikkelborg
Como si el nombre importara
Como si decir eso dijese algo
Quisiera que estuvieses aquí
Y esto sí es decir mucho
Para escucharlo juntos
En silencio
Sin decir una palabra
Porque no nos hace falta
Mientras las últimas luces
Convierten la tarde en noche
Noche segura si estás conmigo
Pero no; estoy aquí solo
Acompañado apenas por el silencio
Partido al medio por una melodía.

viernes, julio 30, 2021

Alejandra y la ausencia

"Si no me escribo soy una ausencia".
Esto anotó Alejandra en sus Diarios
allá por 1965; vale decir justo un año
antes de que yo llegase al mundo.

"Será por eso que me escribo",
me digo entonces.

Y sin embargo, curiosamente,
muy en el fondo comprendo
que en realidad yo le escribo
a mi propia futura ausencia.

sábado, julio 24, 2021

Alicia en la calesita

Nos gustaba subirnos a la calesita. "Viajar en calesita", solía decir yo. Jorge me corregía: me explicaba, con su habitual buen criterio, siempre tan razonable, que una calesita gira sobre un eje, por lo que en definitiva no traslada a nadie a ninguna parte. Yo en esos casos nunca insistía, pero pensaba que sí, que a través de sus vueltas la calesita a mí me hacía viajar, hacia otro tiempo, hacia mi niñez, hacia ciertas tardes lejanas pobladas de inocencia y alegría. Creo que Jorge me acompañaba más que nada para darme el gusto a mí. Que nunca entendió adónde nos llevaban aquellas vueltas, montados en caballos de madera que subían y bajaban al compás de la música. Hasta que un día la calesita cerró. Tiempo después supe que Don Juan, su dueño, había fallecido. Un infarto repentino, cosas de la edad. Al parecer sus hijos no le encontraron sentido a continuar ellos con el emprendimiento. Hay que decir que era gente joven, pragmática. Supongo que también ellos debían pensar que algo que gira sobre su propio eje no sirve para ir muy lejos.

Que yo recuerde, no volví a subir a una calesita nunca más. En parte porque de a poco fueron siendo  cada vez más escasas, al punto de convertirse en una rareza. Y también porque a pesar de las muchas ingenuidades que una  persona pueda llevar consigo, a la larga todos maduramos y comenzamos a ocupar nuestro valioso y escaso tiempo en asuntos más importantes. O por lo menos más urgentes. Crecemos, en definitiva. Dejamos de ser niños, y cuando menos lo esperamos también dejamos de jugar a serlo, siquiera de a ratos. Comenzamos a envejecer, en otras palabras, casi sin darnos cuenta. Tal vez por eso me sorprendió tanto, años más tarde, la repentina muerte de Jorge. Porque no nos damos cuenta, hasta que un día todo se acaba. El paso de los años suele acarrear estas crueldades, que pesan sobre los demás, pero también sobre una misma. Las ausencias, la decadencia inevitable, el lamentar no haber hecho más cosas a tiempo. 

Hoy me puse a revisar papeles en unos cajones viejos, para distraer un poco el tiempo, precisamente. Y de pronto me encontré con esta fotografía. Ya no recuerdo quién la habrá tomado. Me detuve a observarla en detalle. Me vi a mí misma, de nuevo joven y dichosa, con un pañuelo al cuello que aunque la toma fuese en blanco y negro adiviné violeta. Lo ví a él a mi lado, aferrado al poste de su caballito de madera, acompañándome a mí, con su paciencia infinita. En ese momento me sorprendí al escuchar sonar un vals en el asilo. Y para variar, esta vez fue Jorge quien tuvo la gentileza de invitarme, sin que yo le dijese nada: ¿Querés que demos una última vuelta en la calesita antes de marcharnos, Alicia? -me preguntó. Yo sonreí y, por supuesto, acepté encantada.



N.B.: Desconozco quiénes sean las personas que aparecen en la fotografía. Alguien encontró esta foto tirada en la calle, algo lo llevó a compartirla en una red social, y luego algo más me llevó a escribir este relato.

Espejos

Existe una distancia insalvable entre 
aquello que podría haber sido
y lo que fue, y lo que es,
y sin embargo
de alguna manera todo 
lo que podría haber sido
insinúa cada tanto su presencia,
como uno de esos gatos de Schrödinger
que son y no son a un mismo tiempo.
Aquí no estás pero 
en algún lugar te sueño.
Aunque eso no significa nada.
Muchas veces nos sentimos como 
un viejo espejo, ya añejado,
y dudamos ante lo que vemos 
sin saber si eso existió alguna vez 
realmente, o si acaso podría haber sido.

miércoles, julio 14, 2021

Las comparaciones siempre

Alguien lee una biografía
Son dos mujeres:
Lectora y biografiada
Los nombres no vienen al caso
La primera se asombra
de que la segunda
haya hecho tanto en pocos años
La comparación la deja mal parada
Siente que a ella la vida
ya casi se le ha pasado
Y que ha sido en vano
Ella apenas ha tenido
unos pocos logros que
considera menores
Se pregunta si llegará a cumplir
el objetivo para el cual
supuestamente
fue puesta en el mundo.
Menuda tontería.
Pretender que uno ha sido
puesto en el mundo para algo.
Además ¿cuál sería el parámetro
para evaluar cualquier logro
si al final del camino
invariablemente está la muerte? 
El personaje de esa biografía
¿habrá sido feliz?
Incluso leyendo el libro
no hay manera de saberlo.
Ese es un secreto que
en el mejor de los casos
cada quien se lleva a la tumba.
Vaya uno a saber qué diablos
significa eso de ser feliz
o si será posible.

jueves, julio 08, 2021

Miedos

Estoy inmóvil.
Miento, en realidad me muevo.
Pero lo hago muy lentamente, demasiado,
como mediando una precaución tan innecesaria
como exasperante.
Tengo miedo.
De repente me pregunto
si elegimos tener miedo o si es algo que
sencillamente sucede, espontáneo, inevitable.
No tengo certeza al respecto.
Pero sí estoy seguro en cuanto a que
Tengo miedo de que dejes de quererme;
Tengo miedo de no ser suficiente;
Tengo miedo de no poder
vencer este miedo que me congela;
Tengo miedo de que sea demasiado tarde;
Tengo miedo de transcurrir en vano;
Tengo miedo a no saber qué hacer
con tanta incertidumbre...
Y sin embargo
quiero elegir no tener miedo,
estar seguro de vos,
de mí mismo, de nosotros. 
Y quiero no tener miedo de sentir miedo,
cuando a pesar de todo él llegue a visitarme.

jueves, julio 01, 2021

Como una sombra

Muchas veces ocurre así.
De golpe, como una sombra
que de repente oculta el sol.
Estoy triste.
Lo sé porque algo escondido
adentro del alma palpita
y duele de nuevo con cada latido
mientras un calor húmedo
me empaña la vista.
Otra vez la angustia, vieja conocida.
Pero algo he aprendido.
Detengo el tiempo un instante
y me pregunto qué me pasa.
Qué carajos me pasa.
Qué me falta.
Y me respondo que no he sabido.
Es tan simple como eso.
Como un Fausto redivivo la vida pasa.
En buena medida ya ha pasado.
Y no he sabido.
Pero ¿realmente habrá alguien
que transite por la vida sabiendo?
Pienso que podría ponerme
a armar ese libro de poemas
tanto tiempo postergado.
Lo espero hace tiempo.
Que es un poco decir
que acaso me espero a mí mismo
y nunca llego.


Aborrezco los relojes

Aborrezco los relojes
y los almanaques.
Siempre me he llevado mal
con casi-todo-lo-que-mida-el-tiempo.
Soy ese que por costumbre dice:
"Hace algunos años..." o
"Cuando yo era más chico..." o
"Será dentro de poco".
Siempre referencias imprecisas.
Jamás una fecha exacta
y es que carezco de ellas.
Me angustia el envase de detergente
que se termina
porque me recuerda los días que pasan.
Puede que parezca una estupidez.
Aunque tal vez sea porque recuerdo
que eso es lo último que compró mi viejo
justo antes de comenzar a irse.
Curiosamente, me agrada escuchar música.
La música, que solamente existe mientras suena.
Vale decir, mientras el tiempo transcurre.
Pero me desespera saber que hay más
discos y más discos esperando
para ser escuchados
que tiempo disponible para hacerlo.
Y así como pasa con eso ocurre con todo.
Con los libros, las películas,
los besos, los paisajes, cada noche
que transcurre sin estar a tu lado.
Tiempo, tiempo, tiempo, tiempo.
Aborrezco los relojes, ya lo dije.
Ese tic tac implacable
que nos aleja de todo,
hasta de nosotros mismos,
y nos acerca a la muerte.