domingo, febrero 17, 2019

Un viaje

Cae lentamente el sol sobre la playa, mientras en la boca se disipa el dejo de un gusto a sal, los restos de un mar se secan sobre la piel y se disuelven las últimas horas de un viaje irrepetible. Pasan también las páginas de un libro, mientras lamentamos no haber llevado papel para escribir también nosotros, hasta que de pronto nos detenemos en una cita a Flaubert que dice: "Alcanza con que miremos demasiado fijo una cosa para que comience a resultarnos interesante". Me digo que podrá ser Flaubert, con todo lo que ello implique, pero que yo lo hubiese planteado de un modo acaso más poético. "Alcanza con que miremos con suficiente atención una cosa para que comencemos a encontrarnos en ella nosotros mismos", por ejemplo. Cierro entonces el libro, y allí está todavía el sol, y allí está todavía el mar -menos los restos que se han secado ya sobre mi piel-, y están también los granos de arena, y un pájaro que cruza de repente el cielo, y yo intento observar atentamente cada detalle, mientras emprendo el regreso, y pienso en vos, y también en mí, y en tantas cosas. De pronto quiero regresar a casa. Y mi casa hoy es donde estén tus ojos, esos que me ayudan a ver.

miércoles, febrero 06, 2019

Solados 3

Las mismas baldosas,
las mismas paredes,
Las mismas escaleras,
hasta hay caras anónimas
que resultan familiares,
recorriendo los mismos pasillos,
y todo parece ser otra vez lo mismo.
Pero no.
No, porque hay ausencias
que son irreparables.
No, porque hay imágenes
que no pueden borrarse
y miradas y contactos
que ya no podrán repetirse,
por más que la vida siga.
Y así seguirá, todavía otro tiempo,
hasta el preciso momento en que.

sábado, febrero 02, 2019

Pity, una película

Acabo de ver una película reveladora. Se trata de un film titulado Pity, del director griego Babis Makridis. La película comienza mostrándonos a un hombre visiblemente apesadumbrado. Se trata del esposo de una mujer que se encuentra en coma después de haber sufrido un accidente. El hombre, padre de un hijo adolescente, recibe la compasión de la gente que lo rodea, mientras espera el llamado del hospital que le anuncie el fatal desenlace. Un día el temido llamado finalmente llega, dando pie a una escena notable, musicalizada con el Lacrimosa de la Misa de Requiem de Mozart. Sin embargo, pronto se descubre un giro inesperado: la mujer no ha fallecido, sino despertado del coma.

A partir de este momento la historia da un vuelco. Se hace evidente que la inesperada recuperación de la mujer, lejos de representar una buena noticia, termina operando de modo contrario: desprovisto de una excusa que lo haga merecedor de la compasión de los demás, el protagonista de esta historia se ve compelido a inventar o incluso generar nuevas tragedias, que de un modo u otro reaviven aquella mirada misericordiosa.

La caricatura es feroz. Porque de repente me lleva a pensar en varias personas que conozco, que en definitiva actúan de un modo parecido. Pero en el fondo se trata de otra cosa. En el fondo sé que también he estado en ese lugar. Y sé que siempre existe el riesgo de volver a caer en ese sitio. Entonces lo escribo; escribo estas palabras para permanecer alerta. Porque me lo merezco.

Sin título

El mundo en ocasiones es tan bello
que dan ganas de llorar.
La incomprensible vastedad del cielo
o de los mares, o un ave que vuela,
o una simple hoja balanceándose
en la punta de una rama
movida por el viento.
Cualquiera de esas imágenes
es digna de conmovernos
hasta las lágrimas.

Algunas veces el mundo es tan bello...
Pero no. En verdad el mundo no es bello.
El mundo ni siquiera es mundo
sin una mirada que lo convierta en eso.
En la soledad del desierto,
allí donde no hay ni un alma,
no existe belleza ninguna.
Es nuestra mirada la que crea
la belleza del mundo, al atestiguarla.

Entonces, ¿para quién escribo
todas estas palabras?
¿Lo hago acaso para mí mismo
o para vos, alma callada?
Para dar testimonio de tu vida
y que vos le des belleza a la mía.