lunes, noviembre 20, 2017

Desvelo

Anoche, para dormirme
tuve que cerrar los ojos bien fuerte
e imaginar que estabas a mi lado.
Probé quitándome la ropa
y volviéndome a vestir;
después abracé una almohada,
la mía, la tuya, las dos,
pero nada de esto funcionaba;
me puse música,
más fuerte, más despacio,
al final me harté y decidí apagarla,
pero me incomodaba el silencio.
Me levanté para ir al baño.
Subí las cortinas, para ver el cielo,
después preferí bajarlas...
Me distraía mucho ese hueco
en mi colchón, justo al lado de mi cuerpo;
ese hueco que tan pero tan bien
hubiese podido llenar el cuerpo tuyo,
que a esas mismas horas
dormía en otra cama.
Es que pasar la noche con vos
se ha convertido para mí
en casi una condición necesaria
para asegurarme un buen descanso.
Al final, para dormirme,
como había empezado a decirte,
tuve que cerrar los ojos bien fuerte
e imaginar que estabas a mi lado,
desnuda, tibia, suave...
Pero mi imaginación no es tan fuerte
como para suplir tu presencia.

miércoles, noviembre 15, 2017

Noches contigo

Cada noche es en cierto sentido un viaje.
Al cerrar los ojos nos despedimos
siempre un poco del mundo,
nos adentramos en esa
estepa misteriosa,
dominio de los sueños,
confiados de poder regresar
a la mañana siguiente,
y así sucede cada vez,
en el final y el comienzo
de cada día de nuestras vidas.
Pues bien,
quiero que sepas
que hacer ese viaje contigo
es lo más hermoso que
me ha sucedido en
mucho tiempo.
Que encontrarte a mi lado
algunas dichosas mañanas
al volver de ese misterioso viaje
es el mejor modo de comenzar el día
y de esperar un nuevo futuro.

martes, noviembre 14, 2017

Sueño 171113

Sé que el sueño venía de antes, pero por mucho que lo intento no logro recordar nada. Vislumbro apenas un arma, una suerte de tridente gigantesco, que golpeaba. Después de eso solamente consigo retener una escena, o apenas un par de cuadros: un vagón de tren, recorriendo un túnel abandonado mucho tiempo atrás. Lo aterrador era que el vagón estaba lleno de cadáveres, que tenían amputados brazos y piernas, y en algún caso la cabeza. Había además algunas personas, pasajeros como yo, que estaban vivas. Compañeros míos en ese viaje demencial hacia un destino desconocido. Yo no llegaba a sentir miedo, pero sí mucha inquietud. A pesar de estar vivos como yo, todas esas personas que me acompañaban también eran en cierto sentido restos: había uno que había perdido las manos, por ejemplo. Otro estaba ostensiblemente ciego, pues algo le había arrancado los ojos. Yo me preguntaba entonces qué sería lo que me estaría faltando a mí. Qué cosa me habrían quitado o habría perdido, en tanto sobreviviente. ¿Acaso la lucidez? ¿Quizás el alma?

Por fortuna me despierto. Y entonces leo que alguien me ha dejado un mensaje que dice, sencillamente, que existe un mañana. "Mejor aun: también existe un hoy", le respondo. Dejo atrás las telarañas de la pesadilla. Todos somos sobrevivientes. Pero esa es la buena noticia: seguimos estando vivos.

jueves, noviembre 09, 2017

In memoriam Minnie

¿Tendrán un alma los gatos?
¿Tendrán un cielo, una vez agotadas
sus siete vidas y sus siete muertes?
¿Adónde van a parar sus ronroneos,
sus juegos, pasiones y misterios?
Ha muerto la gata de la familia.
Esto así, claro está, si convenimos
que aún sea razonable hablar de familia;
hagámoslo en honor a lo que fue en un tiempo.
Lo cierto es que ha muerto nuestra gata.
La enterré en el jardín delantero de la casa,
justo al lado del jazmín, que se ha secado.
¿Tendrán acaso un alma los jazmines?
Sinceramente, me cuesta creerlo.
Lo cierto es que cavé la tumba
al costado del jazmín seco,
una pequeña tumba,
tan poco espacio ocupan
a veces los grandes sentimientos,
y acomodé con cuidado el triste bulto.
Después volqué la tierra que
siempre parece llamar al olvido.
Dice mi psicóloga que no solamente
enterré a mi gata en esa tumba.
Y yo sé que no le falta razón.
Porque un gato no siempre
es solamente un gato,
aunque una sepultura
siempre será una sepultura,
incluso cuando puede que en ella
se estén enterrando cosas muy diferentes
de aquellas que el sepulturero cree.


miércoles, noviembre 01, 2017

Sueño 171101

Anoche te soñé en el borde de un sueño
mientras acariciaba tu cuerpo desnudo
o acaso soñaba que tal gesto hacía.
Vos me decías que mis caricias
te trasladaban hasta las orillas
de un lago lejano en el sur
y allí acariciaba yo tu desnuda espalda
en el borde de aquel lago que vos soñabas
en tanto yo soñaba tu propio sueño
y te acariciaba de veras
mientras los dos soñábamos
o acaso eso creíamos estar haciendo.
Luego oíamos el canto de un ave nocturna
y yo te preguntaba si aquel pájaro sería
un jilguero, un ruiseñor, la alondra o un cuclillo.
Vos no lo sabías, pero me decías
que querías salir a recorrer aquel paisaje
y yo te rogaba que no te alejaras demasiado
pues mientras pudiese seguir abrazado a vos,
acariciando tu piel desnuda, seríamos capaces
de mantener todo peligro y miedo a raya.
Acaso sospechaba que si te movías
podíamos llegar a despertarnos
y entonces quién sabe qué cosas
podrían estar acechándonos allí,
en el mundo de quienes viven despiertos.
Mientras yo acaricio tu espalda desnuda,
o sueño al menos que te acaricio,
nada, absolutamente nada,
puede hacernos ningún daño.