domingo, junio 22, 2014

Angustia

"La angustia es la disposición fundamental que nos coloca ante la nada", me dicen que ha dicho alguna vez Martin Heidegger, y es muy probable que sea cierto. Sin embargo, angustia y nada son también, a un mismo tiempo, conceptos antagónicos. Porque no es en la nada donde ha de ubicarse la angustia, ni ninguna otra cosa, sino en ese algo que es el hombre que siente, en el momento preciso en que lo está sintiendo. Es ese algo que es en el hombre, puesto ante la incomprensible incertidumbre de la eventual nada, lo que provoca la angustia. Es lo inasible de ese concepto, naturalmente contrario a la vida, antagónico por fuerza a las ideas y a los sentires, dado que en la nada ninguna de estas cosas podría tener lugar. En consecuencia, la angustia es evidencia de que hay algo, alguien que se angustia, por lo pronto, algo imbuido del sentido del ser, lo cual no es poco. ¿Existirá realmente esa nada inconcebible, más allá del hombre? Acaso no importe, en definitiva. Porque somos en tanto podamos preguntarnos estas cosas; en tanto podamos cuestionarnos el sentido de la angustia, por ejemplo; o el de cualquier otra cosa. Cuando sea la nada, no habrá ocasión para angustiarnos, ni para cuestionamientos vanos. Ya llegará el momento, inevitable, y entonces sabremos. O no.