miércoles, marzo 30, 2016

Lo que nunca fue

Pudo haber sido la más bella
historia de amor jamás contada.
Pero no.
Un final trunco me desmiente.
Sólo guarda memoria de aquello
la impávida luna, mudo testigo
de una noche de amor inconfesable
plena de besos y caricias
ávidas / palabras y promesas
vanas / esperanzas
sin futuro ni sentido.

Yo sigo aquí.
Te recuerdo. Miro tus fotos:
estás hermosa y radiante.
Te escribo poemas y mensajes
que no te envío.
Te extraño.
En el fondo, no me resigno.
Soy un tonto, los dos lo sabemos.
Es como dice la canción:
He sembrado una esperanza
y he cosechado un olvido.

No me respondas nada, por favor.
Yo solo te escribo para que sepas
que cada tanto aún te pienso.
Pero para desalentarme
lo mejor es que no
respondas nada.
Creo que te resultará fácil.
En cuanto a lo demás
no te preocupes:
tarde o temprano
el tiempo hará lo suyo.

jueves, marzo 24, 2016

Garúa

Suena un piano. Probablemente también una percusión y un contrabajo, aunque ahora mismo yo no repare en ellos. La música simplemente suena, como si mientras sonara pudiera llenar en alguna medida un enorme vacío, y me relaja un poco, apenas lo suficiente. Entonces la voz de Minichillo, empecinado en no cantar las canciones completas, sino nada más una parte, siempre sabiamente escogida, me estremece. Qué noche llena de hastío y de frío. No se ve a nadie cruzar por la esquina. Sobre la calle, la hilera de focos lustra el asfalto con luz mortecina. Y yo voy, como un descarte, siempre solo, siempre aparte, recordándote. Y no, lo cierto es que afuera de la canción hoy no llueve. Pero de todos modos me reconozco en la metáfora que sigue, gotas que caen en el charco de mi alma, porque esta lluvia que me cala, que me empapa, que me ahoga, no viene desde el cielo, sino que nace en un lugar mucho más recóndito, íntimo, privado. Y después de nuevo el piano, que acompaña esta tensa calma, esta calma salvaje, tan salvaje como el rugido del motor del auto, que ahora mismo vuela por la autopista, por fortuna desierta, ventajas de ser noche ya entrada, calma y al mismo tiempo furiosa, cargada con la adrenalina de saber que cualquier mala maniobra podría poner fin definitivamente a todo esto, a la pena, al abandono, a la soledad, al sinsentido, a la garúa. Y el piano que suena e invita a cerrar los ojos, para disfrutarlo mejor, para que de una buena vez sea lo que deba ser, y saber que es menester resistirse, evitar cualquier desliz, cualquier error, que nos pondría cara a cara ante la nada. Y entonces gritar, gritar, gritar con desesperación, con todas las fuerzas, para despertarse, sin que nadie más escuche, porque estamos solos, y sentir que, humillando este tormento, de repente sopla un viento, que nos empuja.


sábado, marzo 19, 2016

Quizás... Tal vez... Acaso...

¿Por qué para decir algo recurrís tanto a expresiones como "supongo", "tal vez", "quizás" o "acaso"?, me pregunto de pronto hoy, como si yo mismo fuese otra persona. Y entonces me contesto: Supongo que acaso sea una manera de sobreponernos a la soberbia que tan a menudo nos conduce a creer que conocemos el mundo de un modo claro y definitivo. Una manera de recordarme a mí mismo que siempre hay un margen de error, una posibilidad de que las cosas no sean tan lineales o evidentes como a nosotros nos parecen. Y esto es algo que tal vez sea bueno tener siempre presente.

viernes, marzo 18, 2016

Bipartidismo

El sopapo revienta con violencia sobre el rostro magullado de María, haciendo saltar por el aire sus lágrimas y mocos. A cierta distancia, un grupo de gente observa el castigo impasible, como si no importara. Hasta que vos, que no sos ningún valiente y en lo posible siempre tratás de no meterte en problemas, no aguantás más e intentás interceder. No querés mezclarte en líos, es cierto, pero al mismo tiempo no podés ser un testigo indiferente de tan inusitada violencia. Pero en cuanto das un paso adelante, alguien se interpone. La gente te detiene.

- ¿Van a dejar que ese tipo le siga pegando a esa mujer?...

Te das cuenta de que hiciste esta pregunta en voz demasiado alta, casi gritando. Por toda respuesta, alguien te acusa, amenazante:

- ¡Vos seguro sos amigo de Cristian!... ¿Querés hacerte el guapo? ¡Mirá que podemos mostrarte lo que es bueno!

De repente todos han dejado de prestarle atención a la paliza y te están observando a vos. Las miradas que te dirigen están cargadas de algo muy parecido al odio. Tardás un rato en comprender. Cristian era la pareja anterior de esta chica. El también le pegaba y la sometía a vejámenes diversos. Ahora esta gente te acusa de ser su cómplice, porque al parecer existen solamente dos posiciones posibles: o estás del lado del tal Cristian, que la violentaba a su manera, o comulgás con esta bestia que ahora mismo golpea la cabeza de la chica contra una pared. El hecho de que a esta mujer en el pasado le hicieran de todo, parece invalidar el hecho de que esté necesitando auxilio ahora mismo. El padecimiento de María, que en vano llora, grita e implora ayuda, es extrañamente similar al de cierto país de Latinoamérica cuyo nombre no logro recordar.

viernes, marzo 04, 2016

RMS Titanic / Argentina


Escribo estas líneas mientras el transatlántico atraviesa el océano con todos nosotros a bordo. Se suponía que sería un viaje de lujo, pero solamente unos pocos privilegiados tienen acceso a los banquetes, las fiestas y las amenities. Los de mi clase tenemos prácticamente todo eso vedado. Pero no me quejo, pues he visto que en los niveles inferiores se hacinan como ganado otros viajeros que están mucho peor que nosotros. Desde esta cubierta algunos pasajeros de mi clase se divierten escupiéndolos. No deberían hacerlo: ya he visto varias veces cómo algunos de mis vecinos, sin mediar razón ninguna, han sido desalojados de esta cubierta y han sido llevados abajo.

Más allá de estas cuestiones, el viaje hasta aquí no ha sido fácil. Desde que zarpamos, el control del barco ha sido tomado una vez y otra por diferentes bandas de piratas, y casi todos ellos han abusado de su poder. Hace poco un grupo de rufianes que parecía haberse enquistado en el mando ha sido desplazado. Muchos festejan el cambio, esperanzados. Yo estoy sin embargo preocupado, pues veo que los recién llegados tampoco están haciendo las cosas bien. Para colmo algunos dicen que no hay botes salvavidas para todos: si llegara a pasar algo, apenas se salvarán unos pocos, y serán sin duda los de primera clase. Entre mis amigos, algunos me critican y me llaman alarmista. Opinan que hay que darles más tiempo a los nuevos mandamases. Que hay que dejarlos, que están trabajando. Ni siquiera se inmutan cuando les hago notar que hasta ahora el trabajo que han venido haciendo se ha limitado a perforar el casco del barco. Y que por los agujeros que han hecho ya ha comenzado a entrar el agua.

jueves, marzo 03, 2016

Noticias del día

Noticias del día: las mismas de siempre.
Chicos que pasan hambre,
gente que duerme en las calles,
promesas incumplidas, mentiras de ocasión,
personas que pierden sus empleos,
trabajadores a los que el mes les queda
demasiado amplio para sus escasos sueldos.
Los delincuentes de siempre siguen libres
mientras los inocentes son golpeados
o inclusive baleados, sin miramiento.
Sinceramente me pregunto:
¿Qué cosa aplauden los que aplauden?
¿Acaso son ciegos? ¿O son cínicos?
¿Quizás son simplemente idiotas?
Los músicos desafinan de tal manera
que ni siquiera un sordo podría dejar de notarlo.
Las escenografías son de cartón pintado.
Los efectos especiales ya dan risa.
En cuanto a los actores de esta burda comedia
son tan malos que ni siquiera un imbécil
podría creer en lo que están diciendo.
¿De verdad alguien les cree?
¿Qué cosa aplauden quienes aplauden?
No es posible que sean tan ciegos,
tan sordos, tan cínicos,
tan cómplices.