miércoles, mayo 30, 2018

Solados II

Una vereda salpicada de hojas secas
Cuántos pasos habrán gastado estas baldosas
Y cada paso es parte de una vida y de una historia
Una pequeña parte que tal vez haya
transcurrido ajena para su propio protagonista
Cosa curiosa: en ocasiones somos
desconocidos y extraños
incluso para nosotros mismos.
Pero volvamos a este suelo,
a esta vereda y a estas hojas,
a este pedacito de historia y de presente.
Quién es éste que recorre ahora mismo
otra vez, de nuevo
o acaso por primera vez
este rincón del mundo
salpicado de hojas secas,
rumiando palabras en su mente
-improbable poeta-
pensando en un pasado irremontable,
como todo tiempo pasado,
mientras transcurre el presente.

martes, mayo 29, 2018

Solados I - Pisar en firme

Un piso. Pisar en firme, pues.
O suponerlo, al menos, ingenuamente.
Y decidir entonces si pisar las líneas
que separan una baldosa de otra,
o si mejor no hacerlo.
Y comprender de pronto que
en verdad no hay ningún piso firme,
y que podemos quedarnos parados
tanto como caminar, correr, saltar, volar, caer.
Que somos hojas arrastradas por el viento.


miércoles, mayo 16, 2018

Carta a mi padre

Podrías haber sonreído,
para luego dar media vuelta
y entonces caminar
lenta pero decididamente
hacia algún lugar sin nombre.
O bien podrías haber corrido
para arrojarte hacia el vano
de aquella puerta que acaso
se hubiese cerrado brutal
y estrepitosamente detrás tuyo
como una piadosa trompada.
Y es que hay muchas maneras de irse.
Hay muchas maneras de decir adiós.
También está este modo,
de irse sin irse definitivamente,
de estarse yendo, pero
permaneciendo al mismo tiempo
con una actitud pertinaz, empecinada,
como quien decidiera
dejar de ser y seguir siendo,
aunque en los hechos ya no seas vos
sino otro, alguien parecido quizás
a la sombra de quien solías ser,
y sin embargo, y sin embargo...
Y acaso esta sea la manera más cruel de irte
porque uno en definitiva desconoce
si el adiós ya ha sido, o si aún está pendiente,
o cuál habrá sido tu último gesto lúcido,
cuál la última mirada en la que
realmente me hayas reconocido
y hayas sabido que tu hijo estaba allí,
a tu lado, acompañándote.
Hay un extraño momento en el cual
dejamos de ser aunque sigamos siendo.
Y yo no sé, no sé, no sé
si todavía seguís siendo realmente vos
o si ya te has ido y hoy sos otra persona;
no sé si tu adiós acaso tuvo ya lugar
sin que siquiera nos hayamos dado cuenta,
y entonces cuál habrá sido tu última mirada clara,
cuál la última vez que me hayas visto verdaderamente.
Tal vez aquella tarde en Plaza Irlanda,
cuando observamos aquel jacarandá todavía florecido
y un pájaro carpintero bajó, y anduvo cerca nuestro
picoteando el suelo a un metro de donde estábamos.
- Mirá vos qué atrevido, comentaste.
Y después me dijiste otra vez de tu amor
y me pediste que te llevara de regreso
a ese lugar en el cual no querías estar,
que de algún modo se había convertido en tu casa.
Has dejado detrás tuyo los recuerdos,
las enseñanzas, la compañia,
tu mano todavía grande y fuerte
tomando mi mano todavía pequeña,
y yo sé que nunca nunca nunca
vas a poder leer estas palabras
que forman parte de un exorcismo
misterioso pero necesario,
aunque acaso de algún modo logres saber
lo que yo necesito que sepas.
Y todavía no sé si ya ha tenido lugar o no
el último adiós a quien solías ser otrora;
quiero creer que todavía no te has ido;
quiero creer que de un modo u otro
no vas a irte jamás.