viernes, mayo 08, 2009

Autoayuda... (que no es la que brinda el ACA)

Desconfío de los libros de autoayuda. Tal vez ya lo haya mencionado, en alguna otra ocasión. Creo que esos libros son mejores para sus autores que para sus lectores. Sin embargo, y como de todo se puede aprender siempre algo, copio y pego esta breve fábula, claramente inscripta en el denostado género:

Me acuerdo siempre de esta escena: Mi primo, mucho más chico que yo, tenía tres años. Yo tenía unos doce. Estábamos en el comedor diario de la casa de mi abuela. Mi primito vino corriendo y se llevó la mesa ratona por delante. Cayó sentado de culo en el piso llorando. Se había dado un golpe fuerte y poco después un bultito del tamaño de un carozo de durazno le apareció en la frente.

Mi tía, que estaba en la habitación, corrió a abrazarlo y mientras me pedía que llevase hielo le decía a mi primo: “Pobrecito, mala la mesa, que te pegó, chas chas a la mesa...”, mientras le daba palmadas al mueble, invitando a mi pobre primo a que la imitara. ¿Cuál era la enseñanza? La responsabilidad no es tuya que sos torpe, que tenés tres años y no mirás por dónde caminás; la culpa es de la mesa.

Yo intentaba entender, más o menos sorprendido, el mensaje oculto de la mala intencionalidad de los objetos. Y mi tía insistía para que mi primo le pegara a la mesa.

Me parece gracioso como símbolo, pero como aprendizaje me parece siniestro: vos nunca sos responsable de lo que hiciste, la culpa siempre la tiene el otro, la culpa es del afuera, vos no, es el otro el que tiene que dejar de estar en tu camino para que vos no te golpees.

Tuve que recorrer un largo trecho para apartarme de los mensajes de las tías del mundo.