miércoles, diciembre 30, 2009

Para reflexionar 2

"A nadie le duele tanto el pie como cuando se lo pisan a uno."
Esto me lo dice mi amigo José María y así, con tan pocas y simples palabras, me enseña a respetar esto que me sucede.

De todos modos, también recuerdo lo que me decía Ana:
"Hay que lograr que lo mucho que nos falta no nos haga perder de vista lo mucho que tenemos."

Las grandes verdades, ya se ve, no necesitan de extensos tratados para ser expresadas con absoluta claridad. Eso sí, es necesario detenerse de vez en cuando para reflexionar un poco sobre ellas.

Para reflexionar 1

Se pregunta el maestro Ernesto Sábato, y la cuestión mucho tiene que ver con todo lo dicho en la entrada inmediatamente previa de este mismo blog:

¿Qué se puede hacer en ochenta años? Probablemente, empezar a darse cuenta de cómo habría de vivir y cuáles son las tres o cuatro cosas que valen la pena.

Un programa honesto requiere ochocientos años.
Los primeros cien serían dedicados a los juegos propios
de la edad, dirigidos por ayos de quinientos años; a los cuatrocientos años, terminada la educación superior,
se podría hacer algo de provecho; el casamiento no debería hacerse antes de los quinientos; los últimos cien años de vida podrían dedicarse a la sabiduría.

Y al cabo de los ochocientos años quizá se empezase a saber cómo habría que vivir y cuáles son las tres o cuatro cosas que valen la pena.

Un programa honesto requiere ocho mil años...


Así las cosas, entretanto seguimos viviendo.

domingo, diciembre 13, 2009

"¿Por qué ha de ser tan imposible
saber lo que hay que hacer?"
Es curioso. De una novela de 430 páginas a mi criterio resalta esto, apenas una frase puntual de trece palabras. ¿Será que no he leído bien el resto del libro? ¿Será acaso que soy demasiado simplista?

Mi hija ayer se topó con el libro en cuestión, miró su tapa, leyó su título, que ni siquiera viene al caso ahora, y me preguntó de qué se trataba. Yo intenté una respuesta genérica, que es una novela en la que pasan muchas cosas, que es difícil resumir el argumento en pocas palabras. Pero ahora me doy cuenta de que también le podría haber dicho esto: que es un libro que entre otras tantas frases que no recordaré jamás incluye ésta, que no repetiré ahora pues ya ha quedado debidamente anotada en el comienzo de esta entrada.

¿Por qué ha de ser tan imposible saber qué es lo que hay que hacer? ¿Por qué razón esta frase? ¿Por qué precisamente ésta y no otra cualquiera de las tantas que hay a lo largo de todas esas páginas? Sinceramente no lo sé, aunque no resulta para nada complicado ensayar algunas ligazones. Por de pronto, las palabras siempre funcionan a la manera de un espejo.

¿Y por qué razón anotarla precisamente aquí, precisamente ahora? ¿Es lo correcto, acaso, estar tipeando ahora mismo estas palabras? ¿No sería mejor estar dedicando este mismo tiempo a otros asuntos? ¿O a decir acaso otras cosas? Pues de esto, precisamente, se trata: nos guste o no, a veces resulta imposible saber a ciencia cierta qué es lo que debemos hacer y qué es lo que deberíamos evitar. Curiosa condición que regula este extraño juego que es la vida, del cual desconocemos las reglas, lo que sucede antes de comenzar a jugar, y también lo que vendrá después.

Eso sí: debemos elegir, constantemente, incluso sin tener ninguna base sólida para hacerlo. ¿Cómo saber, en tales condiciones, qué es lo que debemos hacer y qué es lo que debemos evitar?...

viernes, diciembre 11, 2009

Invitación - Gloria de Vivaldi


Viernes 18 de diciembre de 2009, a las 20:30
Lugar: Iglesia San Pedro Apostol, Bermudez y Arregui (Devoto)

Gloria en Re Mayor de Antonio Vivaldi, para coro, ensamble orquestal y solistas, con la participación del Ensamble Vocal Tramacanto, Grupo Vocal In Crescendo, Ensamble Espacio Coral y Ensamble Orquestal Zauver.

60 músicos en escena. Acceso libre y gratuito.

domingo, noviembre 29, 2009

Ajenidad

La cita es de Mario Benedetti. Dice así:

"...Los recuerdos se van borrando. A veces recuerdo el recuerdo del color, peo no el color mismo. ¿Vos te acordás de todo lo que te aconteció cuando tenías seis años? ¿No te pasa que a veces recordás algo que ocurrió, pero no como evocación directa de tu memoria, sino porque el episodio viene siendo repetidamente narrado, a través de los años, por tu madre o tu padre? Al final asumís tu papel como protagonista de esa historia contada, pero no desde el interior de ese protagonismo que alguna vez tuviste."

Esto es la extrañeza. La ajenidad respecto de uno mismo. Somos nosotros, pero al mismo tiempo somos otros. Protagonistas y espectadores al mismo tiempo. Como dicen que se preguntaba Maurice Merleau Ponty: "Cuando mis dos manos se tocan, sucede algo extraordinario: ¿Es el sujeto el que toca la mano o es la mano la que toca al sujeto?" O como decía René Magritte: "Vemos el mundo fuera de nosotros; sin embargo, la representación que tenemos del mundo está en el interior de nosotros." En el interior de nosotros -añado yo-, que estamos en el interior del mundo.

De repente me pregunto cómo podrían llegar a ser las cosas si pudiésemos ver nuestras historias, y decidir por un momento el decurso de los acontecimientos que nos tienen como protagonistas, desde fuera de nosotros mismos. Enmarcados en dicha extrañeza, en semejante ajenidad, ¿quién soportaría -William Shakespeare dixit- los reveses y las burlas del tiempo, la injusticia del opresor, el rostro del soberbio, las ansias de un amor menospreciado, la dilación de la justicia, el insolente desdén de los validos, los desaires que el mérito paciente tiene que devorar...? Ya lo sé, el Príncipe Hamlet habla de otras alternativas más drásticas y funestas que las que ahora mismo yo imagino. Pero de todos modos, acaso sería una actitud prudente de nuestra parte no ser siempre tan prudentes.

Entonces de nuevo Magritte, que me dice, impugnando eso a lo cual los hombres se han apegado a tal grado, como es el propio nombre, la propia supuesta identidad: "Ningún objeto se halla tan ligado a su nombre como para no aceptar otro que le convenga mejor". Y vale para los objetos, pero también para nosotros mismos. Pero luego viene Joan Mayans, hablando de "la proyección de la propia identidad a través de un pseudónimo que se convierte en personaje y luego en alter-ego", y no puedo entonces dejar de preguntarme: ¿Quién es entonces el que todas estas palabras escribe, mientras piensa en cómo serían las cosas si se decidiera tan sólo a hacerlas de un modo diferente a como las hace, como si en lugar de ser él mismo fuese al mismo tiempo otra persona?

Benedetti habla del pasado. Yo hablo del presente y del futuro. Hablamos los dos en definitiva de lo mismo, pues el tiempo es pura ilusión. Y sin embargo una cosa es recordar y otra pensar en cómo determinaremos lo que serán nuestros recuerdos el día de mañana.

viernes, noviembre 20, 2009

El sentido de la vida

Jamás hubiese conocido a Philip Roth, probablemente, de no haber sido porque alguien decidió obsequiarme un libro suyo. Y de haberlo conocido por casualidad, probablemente no hubiese estado atento a descubrir entre sus párrafos ninguno que fuese de particular interés. Pero cuando alguien con quien uno suele coincidir en el terreno de las apreciaciones estéticas nos recomienda algo, o nos lo obsequia, como en este caso, vale la pena prestar un poco más de atención. Esto nos pasa con la literatura tanto como con la música y con las expresiones estéticas en general, incluidas también las ideologías, que como bien dice Daniel Lutzky también ellas pertenecen en buena medida al orden de lo estético. Esto no nos obliga a coincidir: siempre habrá inclinaciones personales, subjetividades, historicidades, pasiones, que nos llevarán eventualmente a disentir. Pienso en Luciano Berio como botón de muestra. Aunque todo lo dicho hasta aquí sólo sea un modo de agradecer el obsequio de este libro y justificar el que haya terminado deteniéndome en este brevísimo párrafo donde se mezclan consideraciones relativas a hombres y vacas, que habla de...

...el mandato que pesa sobre todos nosotros, tanto los seres humanos como los bovinos, los altamente diferenciados y los casi indeferenciados, de vivir, no sólo de aguantar, sino de vivir tomando, dando, nutriendo, ordeñando, reconociendo sinceramente, como el enigma que es, la falta de sentido de la vida.

Así dice. "La falta de sentido de la vida."
(Así dice. "No sólo de aguantar, sino de vivir...")

Pero me quedo pensando en esta cuesión de la falta de sentido. Entonces me digo, por ejemplo, que todo aquello que catalogamos como falto de sentido, como la vida, según lo plantea Roth, en realidad a lo único que nos remite es al hecho de que nosotros, quienes así calificamos el sinsentido en cuestión, no logramos encontrar un sentido allí. Lo cual no significa que eso no tenga, finalmente, un sentido; que sin embargo tal vez se nos escapa.

En otras palabras: ¿el sinsentido reside en lo que se observa o en la mente del observador, que juzga y no termina de comprender? Porque si de algo no cabe duda es de que siempre será más fácil decir "no tiene sentido", en lugar de "yo no se lo encuentro".

Ahora bien, ¿y qué sucede con lo que sí tiene sentido? Quiero decir: ¿no radicarán acaso esos presuntos sentidos, que a veces nos parece encontrar en ciertas cosas, también en los sujetos que analizan, más que en las cosas analizadas? ¿Habrá finalmente, en alguna parte, algo que se parezca a eso que llamamos la verdad?

Tal vez, entonces, sea cierto, y la vida no tenga sentido; pero únicamente porque el mismo concepto de sentido sea inválido.

En cuanto a mí, prefiero pensar la vida no como un sinsentido, sino en todo caso como un juego, del cual paradójicamente nadie nos ha revelado sus reglas; de manera que cada uno juega como mejor puede, pero sin saber a ciencia cierta si lo está haciendo bien o mal.

miércoles, noviembre 18, 2009

Magritte tiene razón II


PARA TENERLO SIEMPRE PRESENTE.

martes, noviembre 17, 2009

Un modo de resistencia contra la barbarie






"No leemos a otros.
Nos leemos en ellos."


Leo la frase casi al pasar, en una noticia que habla del poeta mexicano José Emilio Pacheco, quien también dice: "Sólo se me ocurre que escribimos poesía porque es una forma de resistencia contra la barbarie". Y es por cierto una hermosa frase.

Luego pienso en los poemas que más me han llegado al alma durante lo que va de mi vida. Pienso en Mario Benedetti, en Pablo Neruda, en Alfonsina, y también en aquel terrible poema de Julia Prilutzky Farny que tanto sacudió mi conciencia y mi alma durante mi adolescencia y juventud:

Yo no soy más que un grito
Y no hay nadie.
Nadie para escuchar mi voz,ahora.
Yo no soy más que un grito,
un rostro que se mira en los relojes
y no se reconoce.
Yo soy un alarido.Yo me escucho.
Yo me oigo gritar, y nadie oye.
Así, como una fiera enloquecida
mi corazón golpea contra el muro
y un pájaro asustado
late en mis sienes otra vez.
De nuevo.


Vuelvo a leerlo, una vez más. De nuevo.
Me pregunto por qué razón este poema, precisamente.
Y me digo que yo jamás he leído a Julia Prilutzky Farny.
Pero me he leído en este poema muchas, muchas veces.
Y tal vez no sea tanto lo que sugiere de oscuro,
como el hecho de querer escapar de la barbarie.
O tal vez sea un poco de ambas cosas.

lunes, noviembre 16, 2009

Un poema de alguien más...



Hay ciertos días en que me digo que este blog, que cada tanto visitan otras personas, en el fondo está hecho solamente para una. Para que algún día esa persona, para quien está escrito este blog, tenga un registro de algunas de las cosas que pasaban por la cabeza y el alma de quien hoy lo escribe. Cosas que cada tanto se plasman mediocremente en palabras, para que queden fijas en alguna parte, para que vos puedas leerlas hoy, más tarde, y también cuando yo ya no esté para decírtelas. Pero no todas las cosas que aquí te digo son necesariamente mías. O sí, porque cuando uno lee un poema, o escucha una canción, y ese poema o esa canción vibran dentro de uno, es porque ya no le pertenecen al poeta ni al cantante, sino que uno también las ha hecho a su manera propias.

Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.

Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.

Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.

Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor.

Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.

Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente.

Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.

Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti
como ahora pienso.

Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.

La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.

Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.

Perdóname no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.

Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.


"Palabras para Julia" - José Agustín Goytisolo

domingo, noviembre 15, 2009





Releo este brevísimo pasaje de "El erotismo", en el cual Georges Bataille retoma al poeta maldito Arthur Rimbaud:

"La poesía lleva al mismo punto que todas las formas del erotismo: a la indistinción, a la confusión de objetos distintos. Nos conduce hacia la eternidad, nos conduce hacia la muerte y, por medio de la muerte, a la continuidad: la poesía es la eternidad. Es la mar, que se fue con el sol."

Yo me digo una vez más que detrás de todo erotismo, detrás de toda actitud sexual, no hay sino una manera ingenua de pretender negar la muerte. El mismo instinto que nos lleva a la procreación no es finalmente otra cosa que un vano intento por negar la realidad de nuestro inevitable final. Tal vez sea por esto que hoy, a falta de mejor cosa, dediqué la tarde a escribir un largo poema, que acabo de suprimir de la computadora, para que no quede de él memoria. Después de todo es lo mismo que sucederá tarde o temprano con nosotros. Por cierto, no era un poema erótico; aunque sí hablaba de la muerte. En resumidas cuentas, ha sido una tarde perdida.

sábado, noviembre 14, 2009

¿Es culpa del ciego vivir en tinieblas?

En una plaza, un mendigo está sentado en el suelo, al costado de un cantero. Es un día soleado y mucha gente camina cerca. El mendigo está ciego. A su lado, un triste cartón, pobremente garrapateado, implora: "Ten compasión estoy ciego". De muy poco sirve el pedido. La gente pasa alrededor sin mirar, sin ver el cartel, ni tampoco al mendigo. Cada tanto alguien arroja una moneda al pasar, sin detenerse. Otros apenas sí se apartan para no pisar al hombre. Hasta que alguien se detiene, toma el cartón y escribe otra cosa en el reverso. Este nuevo mensaje dice: "Es un hermoso día y yo no puedo verlo". Eso alcanza para que la gente cambie de actitud.

Esto es, básicamente, lo que cuenta el video que mi colega docente, Abel Vera Hidalgo, publicó esta semana en el blog que lleva adelante para seguir las clases con sus estudiantes. Lo que esta metáfora pretende expresar es que el modo en que decimos las cosas incide directamente en los resultados que obtenemos. Cuando el ciego le pregunta al hombre qué es lo que ha escrito en su cartón, este le responde: "Escribí de nuevo lo mismo, sólo que con otras palabras". Vale decir: el primer mensaje sólo expresa un sentido negativo a través de la manifestación de una carencia; el segundo le revela en cambio al transeúnte la fortuna que tiene por el sólo hecho de ver. Así el mensaje se torna positivo, y quien lo lee, al tomar conciencia de tener algo valioso, puede dar algo de lo que le sobra.

Sin embargo, lo que despertó en mí este video fue una reflexión de un orden bastante diferente. Lo primero que pensé fue que quienes tanto nos jactamos de ser pretendidamente videntes muchas veces nos comportamos como si fuésemos ciegos: no somos capaces de ver lo que tenemos a nuestro alrededor, frente a nuestras narices. Nos cuesta compadecernos, ponernos en el lugar del otro, porque ni siquiera vemos que hay otros ahí cerca nuestro.

Pero también nos cuesta ver lo que tenemos. Nos lo tienen que venir a decir de un modo brutal, para que comprendamos que lo mucho que nos falta es poco, comparado con lo mucho que tenemos. Considero que se trata, sin lugar a dudas, de una curiosa forma de la ceguera. Y sin embargo, también sigue siendo cierto que poder explicar algo es muy diferente de comprenderlo.

viernes, noviembre 13, 2009

G. S.

Dos diferencias fundamentales me mantienen a buen resguardo, al menos por el momento, de convertirme en una suerte de alter ego de Gregorio Samsa, el personaje que Franz Kafka inmortalizó a través de La Metamorfosis, una de sus dos mayores obras. La primera es que Gregorio Samsa se convirtió en un monstruoso animal de la noche a la mañana, mientras que en mi caso el cambio parece ser gradual. Y la segunda es que mientras el aspecto exterior de aquel hombre se modificó radicalmente, conservando en cambio inalterado su espíritu y personalidad, en lo que a mi respecta no parece haber grandes modificaciones en mis formas, pero el proceso está afectando ante todo y de una manera segura mi interior.

Es así como de a poco me doy cuenta de que estoy convirtiéndome en un ser desagradable. En un ser que no reconozco cuando me miro al espejo. No sabría decir, sinceramente, a qué responde esta transformación, pero tengo miedo de no poder revertirla. He aquí otra diferencia: mientras Samsa parece desentenderse del problema, y sólo tiende a preocuparse por sostener un status quo absurdo, incluso a pesar de su imposible transformación de ser humano en monstruo, yo deseo fervorosamente hacer algo. Sólo que no tengo la menor idea de qué es lo que debería hacer.

También en esto último me parezco a Gregorio Samsa, ahora que lo pienso un poco...

jueves, noviembre 12, 2009

- Ahora está soñando. ¿Con quién sueña? ¿Lo sabes?
- Nadie lo sabe.
- Sueña contigo. Y si dejara de soñar, ¿qué sería de tí?
- No lo sé.
- Desaparecerías. Eres una figura de su sueño. Si despertara este rey, te apagarías como una vela.

El fragmento pertenece a Lewis Carroll. Aunque recuerdo haber visto alguna vez una versión sui generis de Sueño de una noche de verano de Shakespeare que terminaba precisamente con este pasaje, y a partir de entonces nunca pude dejar de asociar ambas cosas. Memoria emotiva, que le dicen.

La recomendación básica, entonces: No ser demasiado bruscos en nuestros gestos, por las dudas, para que este rey no se despierte. Ser más vale discretos y gentiles.

La reflexión paradójica: Que más allá de la inquietud que este pasaje pueda generar en nosotros, lo cierto es que Carroll lo concibe a su vez como parte del sueño de una niña llamada Alicia. Con lo cual la situación se invierte, y en realidad es Alicia quien sueña al rey que la sueña a ella... ("Como en Las ruinas circulares de Borges", comentó alguien, con mucha razón.)

Y otra cuestión más todavía (y esta idea la adopto de alguien más): Todas las personas, no por nada designadas tantas veces sujetos, somos quienes somos en virtud de los demás. Necesitamos del reconocimiento ajeno para cobrar una identidad que nos sea propia. Como en un juego de espejos, del mismo modo en que Alicia no existe sin el rey que la sueña, ni hay rey fuera del sueño de Alicia, nosotros nos reconocemos en la mirada de los demás. Pretendemos así vanamente ser individuos, cuando en verdad estamos siempre sujetos a ser el constructo imaginario de alguien más, que nos mira, que nos reconoce, que nos objetiva y nos dice quiénes somos.

Claro está, en este punto cabe tener muy presente que el resto de esta cuestión, al decir de Jean Paul Sartre, es qué logramos hacer con eso que los demás hacen de nosotros.

domingo, noviembre 08, 2009

Una cita...

"Siendo adolescente, Manuel Mandeb copió un texto de Germán Berdiales y ganó el premio a la mejor composición sobre el hornero. Abrumado por la culpa, rechazó la distinción con palabras que aún hoy se recuerdan: "Dedicamos todo nuestro esfuerzo, señor rector, a construir una sombra que a veces es engañosa. Como los magos, movemos tres dedos y producimos la ilusión de un caballo. Y en algún punto la sombra es más importante que nosotros mismos. Vivimos en tercera persona. Componemos unas conductas que aspiramos a que se proyecten como admirables para los demás. Y nosotros mismos nos convertimos en espectadores de nuestra propia vida: nos miramos el domingo a las siete de la tarde, señores padres, y nos gusta lo bien que quedamos tristes. Pero no estamos tristes. No es lo mismo estar triste que mirarnos y complacernos con la tristeza de esa sombra que somos nosotros. Ahora, ¿cómo advertir la diferencia entre lo que uno verdaderamente siente y piensa y lo que uno ha construido para esa sombra, para ese él en que ha venido a convertirse el yo? Tal vez esto mismo que estoy diciendo no es lo que verdaderamente pienso sino lo que me parece elegante pensar. No, señor rector; no admitiré que mi sombra reciba un premio." (Alejandro Dolina, "Bar del infierno")

(Citado en otro de los parciales de mis estudiantes.)
(Ya ves que se enseña tanto como se aprende....)

lunes, noviembre 02, 2009

Lo que mejor se enseña...

"¿Y vos de qué cuadro sos?" La pregunta habrá sonado cantidad de veces durante mi infancia. Y entonces la sensación de ser sapo de otro pozo, como suele decirse, cada vez que -decidiendo al fin y al cabo ser honesto- uno respondía que no, que de ninguno, porque a uno el fútbol no le interesaba en absoluto.

Fue un buen entrenamiento, que a la larga sirvió para más adelante comprender que no era necesario adscribir a ninguna bandería política, y que perfectamente podían dejarse de lado las tradiciones familiares religiosas impuestas, para abrazar un mucho más meditado agnosticismo.

Pero la cuestión tiene otros pliegues. En la primera línea del trabajo de uno de mis estudiantes encuentro esta pregunta: "Vos qué querés ser cuando seas grande?" El interrogante no va dirigido a mí, sino que es autorreflexivo. Pero a quién no le preguntaron también eso, cantidad de veces, cuando era chico. Mi respuesta habrá cambiado tantas veces con el correr del tiempo. Y lo curioso es que, ahora que lo pienso, esa respuesta jamás adoptó una forma definitiva.

Transcribo ahora parte de lo escrito por mi estudiante:

"Michel Foucault escribió en La verdad y las formas jurídicas que el trabajo, aquello que uno hace cuando crece y a partir de lo cual obtiene una ganancia, 'no es en absoluto la esencia concreta del hombre'. Luego agrega que para que la esencia del hombre pueda representarse como trabajo (y que de allí el concepto de ser pase a vincularse automáticamente con un hacer laboral) se necesita de una 'operación o síntesis operada por un poder político'. (...) De esta forma ser parecería distanciarse de lo que un trabajo puede ofrecer como caracterización."

El párrafo termina diciendo: "Un amigo que trabaja actualmente en un call-center agradece que aclare esta cuestión de antemano."

Y yo me digo entonces que también lo agradezco. Me alegra encontrar una reflexión como ésta en un parcial, y cuánto más precisamente ahora, en estos momentos en que... Dejemos la frase en suspenso y digamos que es curioso, pero que hoy mismo, a mis 43 años recién cumplidos, me doy cuenta de que desconozco qué es lo que ese niño que alguna vez fui hubiese deseado ser de grande.

Algunas cosas he llegado a ser, pese a todo. Y otras cosas he logrado hacer. Pero es bueno recordar que uno no es meramente aquello de lo cual trabaja. O que los rótulos son siempre el resultado de procesos relativos. Y es bueno leer estas cosas en el trabajo de un estudiante. Porque una vez más nos confirma que a veces lo que mejor se enseña es lo que más tiene uno por aprender.

viernes, octubre 23, 2009

43...

Estaba buscando un regalo para mi cumpleaños.
Un regalo para mí mismo, digo.

Y en el parcial de uno de mis estudiantes encontré esto:

What is Success?...

To laugh often and much;
to win the respect of intelligent people
and the affection of children;
to earn the appreciation of honest critics
and endure the betrayal of false friends;
to appreciate beauty; to find the best in others;
to leave the world a bit better,
whether by a healthy child,
a garden patch
or a redeemed social condition;
to know even one life has breathed easier
because you have lived.
This is to have succeeded.

Poco importa que el poema sea o no de Ralph Waldo Emerson.
Las ideas son lo que importa.

Más tarde me voy a poner a revisar un poco, para ver en qué medida logro cumplir con los requisitos indicados, a esta altura de mis días.

domingo, octubre 04, 2009

Adiós, Cantora...



Hacía un tiempo que no escribía nada en este blog. Pocas ganas, problemas con mi computadora, falta de tiempo... Pero hoy no puedo dejar de publicar aunque más no sean unas breves líneas, como un modestísimo homenaje a la Gran Artista que nos ha dejado.

La primera vez que escuché su voz fue en el departamento en el cual vivíamos en el barrio de Caballito. El viejo Winco reproducía -lo supe más tarde- las canciones del disco Mujeres argentinas, con música de Ariel Ramírez y textos de Felix Luna. Mi mamá tenía la costumbre de hacer sonar aquel tocadiscos los sábados y domingos por la mañana. Así conocí la voz de Mercedes, y también la de Don Alfredo Zitarrosa. También sonaban otras músicas, claro; algunas de las cuales jamás llegaron a gustarme, y es por eso que omito mencionarlas.

Con el tiempo el viejo Winco pasó al olvido. Y mi mamá a la larga dejó de escuchar música; nunca supe bien por qué razón. Pero en lo que a mí respecta la música se convirtió en un camino de ida. Y la voz de Mercedes Sosa se mezcló muchas veces entre tantas otras músicas que de a poco fueron armando una banda sonora de mi vida.

La última vez que la ví fue sobre el escenario del Teatro Colón, apenas unos días antes de que las puertas de esta sala se cerraran para unas refacciones de las cuales el futuro seguramente tendrá una triste memoria. El cuerpo de Mercedes ya estaba por entonces cansado. Su voz, inconfundible, también delataba la inclemencia de una salud que ya había comenzado a desvanecerse. Algunos criticaron que Mercedes se viera obligada a cantar con amplificación, precisamente en esa sala de tan maravillosa acústica. Era necesario; de otro modo no se la hubiera podido escuchar. Sin embargo, eso no importaba. No voy a guardar de aquella noche el recuerdo de su voz, tanto como el de su presencia mágica sobre el escenario. Desde que Mercedes entró, y hasta que su recital de canciones llegó a su fin, un ángel estuvo presente en aquella sala. Ese ángel que solamente acompaña a los más grandes artistas, aquellos que están más allá de los géneros, de las modas, de las edades, de las banderas, de los idiomas.

Hoy ese ángel ha volado. Vamos a extrañarte.

sábado, agosto 22, 2009

Apreciar lo que se tiene


Yo no sé por qué razón, pero Daniela suele cantar con sus brazos acomodados detrás de su espalda. Es una costumbre inocente, que hasta podría pasar desapercibida la mayor parte de las veces. Pero no siempre.

Días atrás, cantábamos con el coro. Preocupado yo, por cosas de la vida, incertidumbres diversas, y Daniela con sus brazos detrás de la espalda, como de costumbre. Lo que rompió la rutina fue que al terminar, unas señoras se acercaron para decirle: "¡Querida!... ¡Gracias a Dios!... ¡Habíamos pensado que no tenías brazos!..."

Hilaridad general. La broma del día fue: "¡Daniela! ¿Nos podés dar una mano?" Y juro que la anécdota es verídica. La posición de los brazos, sumada a una capa tejida que cubría justo unos centímetros por debajo de los codos, había generado para esas señoras del público la sensación visual de que aquella soprano, literalmente, carecía de brazos.

Pero más tarde, cuando ya las risas se habían apagado, se me ocurrió hacerle a Daniela la pregunta que me lleva a dejar esta anécdota anotada aquí: "¿Y por qué no podría haber sido así?"

Para decirlo de otro modo: estamos tan acostumbrados a tener ambos brazos, que nos cuesta comprender lo afortunados que somos por ello. Si una malformación o un desgraciado accidente nos hubiesen puesto en la posición de desear, como el más preciado de los bienes, tener un simple par de brazos, lo entenderíamos mejor. Como los tenemos, sucede que un equívoco como el narrado nos causa gracia. Mientras tanto, nos lamentamos por otras cosas que nos faltan, que tal vez no nos dejan ver lo afortunados que somos por lo que tenemos.

Siempre nos van a faltar cosas. Y proponer apreciar las que tenemos no es conformismo. Se trata de intentar medir convenientemente nuestras fortunas y desdichas, como para no malograr lo mucho que nos va quedando. Eso por lo cual vale la pena seguir.

sábado, agosto 15, 2009

Adiós, Amadeus 103.7


Este no es un espacio institucional. Jamás lo ha sido. Se trata de un blog personal, que refleja pensamientos y situaciones propias de alguien que, como todos, participa de diversas instituciones. Concretada esta aclaración, ahora sí digamos las palabras que siguen, que son de despedida.

Desde marzo del año 2004 y hasta ayer, 14 de agosto de 2009, mi vida estuvo íntimamente ligada a uno de los mayores proyectos culturales que ha conocido la radiofonía de nuestro país: Amadeus 103.7. Una emisora que entre sus muchos objetivos se planteó la filosofía de que la música académica, clásica o como cada quien prefiera llamarla, no es un arte destinado a los entendidos, sino a cualquier persona que esté dispuesta a disfrutar de ella. Una emisora que realizó conciertos abiertos y gratuitos multitudinarios, donde se demostró que la música puede ser el elemento común de diferentes pensamientos, ideologías, edades, creencias y extracciones sociales.

Tuve el honor, durante estos sesenta y cuatro meses, de ser partícipe de este proyecto, concretando desde la redacción, diseño y diagramación el nada despreciable número de sesenta ejemplares de la Revista de Amadeus, produciendo las Salas de exhibiciones temporarias de Amadeus, redactando las Viñetas y Dos palabras que leyeron Pancho Ibañez y Martin Wullich, dos profesionales de primerísimo orden, cargando los contenidos de textos, imágenes, audios y videos que integraron la página web de la emisora, visitada por miles de oyentes no sólo de nuestro país, sino también de los lugares más insospechados del planeta, que escuchaban la transmisión on-line de la radio.

Aprendí muchísimo en todo este tiempo. Siempre con el desafío de generar una revista, una emisora, una página web y una agenda de conciertos que estuviese a la altura de las exigencias. Y tuve el placer de saber que muchísimas personas reconocieron el valor de este trabajo mancomunado, que dirigió Santiago Chotsourian, y en el cual también participaron enormes profesionales y amigos como Fernando Pereyra, Carlos Culotta, Roberto Clemares y un grupo de locutores y asistentes que prefiero no detallar por no incurrir en la desatención de omitir el nombre de alguien.

Ayer llegó el momento de la difícil despedida. Porque siempre es difícil despedirse de aquellas cosas que supusieron la puesta en juego de una gran pasión. Y este ha sido el caso, sin ninguna duda. Otra emisora, Radio Cultura, ha adquirido el derecho de uso de la marca Amadeus, así como también la discoteca de la emisora, que se fue constituyendo durante estos años. Ojalá este nuevo proyecto fructifique. No tengo sino buenos deseos para esta nueva emisora, que viene a renovar la señal de Radio Cultura Musical 100.3, que mucha gente conoce seguramente desde hace años. Me he puesto a disposición de los dueños de esta emisora para acompañar la consolidación y continuidad de este nuevo proyecto. Ojalá se pueda.

Pero para iniciar nuevas etapas es necesario cerrar antes las etapas anteriores. Por eso estas palabras resultan necesarias. Hoy me despido de Amadeus 103.7. Uno de los proyectos más ambiciosos y reconfortantes en que he tenido ocasión de participar. No tengo sino palabras de agradecimiento para todos los que hicieron posible la existencia y sostenimiento de esta radio, que hoy pasa a formar parte, en un lugar muy destacado, de la historia de la radiofonía argentina.

Y gracias a todos aquellos que, gracias a la excusa de la radio, se convirtieron durante todo este tiempo un poco en mis amigos.

Ojalá este no sea un adiós definitivo, sino tan sólo un hasta pronto.

martes, agosto 11, 2009

Hoy quisiera ser chico de nuevo.

viernes, agosto 07, 2009

El silencio de las sirenas

“Para protegerse del canto de las sirenas, Ulises tapó sus oídos con cera y se hizo encadenar al mástil mayor de su nave. Pero todo el mundo sabía que este recurso era ineficaz: muchos navegantes debieron haber hecho lo mismo, excepto aquellos que eran atraídos desde lejos. El canto de las sirenas lo traspasaba todo; la pasión de los seducidos habría hecho saltar prisiones más fuertes que mástiles y cadenas. Ulises no pensó en eso. Se confió por completo a aquel puñado de cera y el manojo de cadenas. Contento con sus pequeñas estratagemas, navegó en pos de las sirenas con alegría inocente...”

Así comienza un breve texto de Franz Kafka, titulado “El silencio de las sirenas”. Y es tan bello este comienzo, que tal vez merece que nos detengamos aquí. ¿Para qué añadir más?

Consignemos -eso sí- la frase que sigue inmediatamente a este párrafo inicial, que dice así: “Sin embargo, las sirenas poseen un arma mucho más terrible que el canto: su silencio.”

Y no digamos más.

jueves, julio 30, 2009

Puntos de vista

El chiste aparece completamente en otro contexto, pero no importa. Me llama la atención porque da cuenta de un problema que suele acuciarnos a menudo: el de las perspectivas. Lo que se cuenta es que una persona pretende cruzar un río y por más que busca no encuentra la manera de hacerlo. De pronto observa que un vecino suyo está parado precisamente en el lado opuesto de ese río, así que le grita:

– ¡Oiga, vecino!... ¡Dígame! ¿Cómo se hace para cruzar el río?
Y entonces el otro le contesta: – ¿Cómo?... ¡Usted debería saberlo mejor que yo, estando ya del otro lado!...

Las reflexiones se las dejo a cada eventual lector de estas tan modestas líneas. Pero de pronto me parece que es como para pensarlo, este asunto de cuál sea "el otro lado".

lunes, junio 08, 2009

Sin título

“Cuando miro el cielo, si quiero puedo ver las constelaciones, pero si quiero puedo ver sólo estrellas”, dijo alguna vez John Cage.

También es posible centrar la atención en el espacio negro que nos envuelve a todos, añado yo, que no tengo un buen día.

domingo, junio 07, 2009

Comienzo del fin

"Con ansia y con amargura,
he intentado cosechar los frutos del cielo
y no he podido."

"Se elevaban hacia no sé qué otro cielo
cuando les tendía mis manos
golosas de su abundancia."

(E.M.C.)

jueves, junio 04, 2009

...y hablando de Dios

Anoche, charlando acerca de Dios con alguien a quien he tenido ocasión de conocer hace un par de semanas, esta persona se autodefinió como agnóstica - pragmática - nihilista. Y aunque la definición misma es en cierto punto contradictoria, pues el agnóstico descree de la posibilidad de entendimiento de lo divino, mas no en lo divino, y el nihilista en cambio se posiciona como más cercano al ateísmo, la charla me llevó a una pregunta que me abordó de repente ya en mi camino de regreso a casa:

Vamos a suponer por un momento, aunque más no sea como recurso metodológico, que Dios existe (jamás lo he negado, por otra parte, dado que yo sí adscribo al agnosticismo, así como soy poco pragmático, y nihilista sólo en cuanto a algunas cuestiones). Realmente, si Dios existe, ¿resulta acaso razonable creer que le importe el hecho de que éstas, sus tristes y miserables creaturas humanas, crean o dejen de creer en El? Quitemos incluso, si nos complace, eso de "tristes y miserables creaturas humanas", por si acaso preferimos -y existen bases filosóficas firmes para quien así decida hacerlo- creer que somos parte de la maravilla y gloria de la creación. La pregunta subsiste: ¿Tiene algún sentido pensar que una fuerza o ser superior, determinante de la creación de todas las cosas, parámetro absoluto del deber ser y sustento de todo lo existente, sea capaz de condenar a sus creaturas no por su imperfección (que El mismo ha determinado), no por su tendencia al mal (esto cabría admitirlo, en base al argumento del libre albedrío), sino por creer o no creer en El?

Lo siento, pero esto de que sólo los creyentes serán salvos me suena a una gran fantochada, producto de un discurso armado a la medida de su conveniencia por las diferentes iglesias, y tal vez también de una humana necesidad de convencer al otro para no correr el riesgo de que el otro me termine convenciendo a mí, y todo esto tiene poco y nada que ver con las deidades. Las religiones, que durante siglos enfrentaron vanamente a los hombres entre sí, justificando las peores atrocidades, las más tremendas manifestaciones del mal, se mimetizan así con los políticos en campaña. Con la única diferencia de que las iglesias están en campaña full time y todo el tiempo intentan llevar agua a sus propios molinos. Salvo que Dios ofrezca a sus iglesias mayores cuotas de salvación a mayor número de adeptos, el sentido de estas campañas evangelizadoras es poco claro. Excepto, claro, que consideremos cuestiones de conveniencia política, pues más gente siempre ha significado un mayor poder.

De mi parte, y aunque me consta que puedo estar equivocado (al fin y al cabo me he declarado agnóstico), no me preocupa gran cosa que José María reniegue de Dios a causa de las cosas que le han tocado en suerte vivir. Para el caso de que Dios exista, estoy seguro de que cuando llegue la hora lo ha de recibir con simpatía. Y en todo caso me gusta pensar que se divertirá mucho sacándolo de su error, incluso no sin una cuota de ligero sarcasmo: "¿Ves muchacho que estabas equivocado? Acá estuve desde siempre. Es sólo que mis designios a veces son inescrutables, como gustan decir algunos."

lunes, junio 01, 2009

Frases

"Ten confianza en Dios... pero cierra bien las puertas de tu casa."

Esto dice en un mail que me han enviado, que acabo de abrir.

Puesta esta frase al lado de algunas de las de Cioran que leía anoche, no puedo más que sonreir.

viernes, mayo 08, 2009

Autoayuda... (que no es la que brinda el ACA)

Desconfío de los libros de autoayuda. Tal vez ya lo haya mencionado, en alguna otra ocasión. Creo que esos libros son mejores para sus autores que para sus lectores. Sin embargo, y como de todo se puede aprender siempre algo, copio y pego esta breve fábula, claramente inscripta en el denostado género:

Me acuerdo siempre de esta escena: Mi primo, mucho más chico que yo, tenía tres años. Yo tenía unos doce. Estábamos en el comedor diario de la casa de mi abuela. Mi primito vino corriendo y se llevó la mesa ratona por delante. Cayó sentado de culo en el piso llorando. Se había dado un golpe fuerte y poco después un bultito del tamaño de un carozo de durazno le apareció en la frente.

Mi tía, que estaba en la habitación, corrió a abrazarlo y mientras me pedía que llevase hielo le decía a mi primo: “Pobrecito, mala la mesa, que te pegó, chas chas a la mesa...”, mientras le daba palmadas al mueble, invitando a mi pobre primo a que la imitara. ¿Cuál era la enseñanza? La responsabilidad no es tuya que sos torpe, que tenés tres años y no mirás por dónde caminás; la culpa es de la mesa.

Yo intentaba entender, más o menos sorprendido, el mensaje oculto de la mala intencionalidad de los objetos. Y mi tía insistía para que mi primo le pegara a la mesa.

Me parece gracioso como símbolo, pero como aprendizaje me parece siniestro: vos nunca sos responsable de lo que hiciste, la culpa siempre la tiene el otro, la culpa es del afuera, vos no, es el otro el que tiene que dejar de estar en tu camino para que vos no te golpees.

Tuve que recorrer un largo trecho para apartarme de los mensajes de las tías del mundo.

sábado, abril 18, 2009



...y recordé aquel viejo chiste, aquél del tipo que va al
psiquiatra y le dice:
- Doctor, mi hermano está loco. Cree que es una gallina.

Y el doctor responde:
- Pues, ¿por qué no lo interna en un maniconio?

Y el tipo le dice:
- Lo haría, pero necesito los huevos.

Pues eso más o menos es lo que pienso de las relaciones humanas.
Son totalmente irracionales, y locas, y absurdas, pero supongo que seguimos manteniéndolas porque la mayoría de nosotros necesitamos los huevos.

miércoles, abril 01, 2009

Copla


"Me persigno por si acaso
no vaya que Dios exista
y me lleve pa’l infierno
con todas mis ovejitas.”


Me acordé de repente de esta copla. Y por alguna razón la quise dejar anotada acá, al menos para tenerla a mano si me la llego a olvidar otro día. Qué gran sabiduría, dentro de su simpleza, la de esta Doña Ubenza, de la que nos habla Chacho Echenique.

Y de repente vuelvo a pensar en que la humanidad se divide entre quienes piensan que Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza, y aquellos otros que aseguran que en realidad fue el hombre quien hizo a los dioses a su propia medida. Cualquiera de los dos sea el caso, bastará con mirar a uno de este par, el hombre o el dios, para saber también un poco mejor cómo es el otro.

domingo, marzo 22, 2009

In the meantime, I'm a blogger.

De nuevo ordenando papeles, esos papeles que amenazan con jamás dejarse ordenar del todo por más empeño que ponga, me encuentro con un periódico que antes de ser definitivamente descartado me obliga a detenerme en unas líneas escritas por alguien a quien no conozco. Lo que me llama la atención, en realidad, es un provocativo título: "I'm not a blogger, so what?". Y más o menos dice:

"Durante este último tiempo he tenido sobradas muestras de que definitivamente estoy fuera del mundo. Mi afirmación se basa en que hoy no tener un blog es como vivir en Biafra, sin agua, sin techo y sin comida. No saber que postear es sinónimo de escribir (de hecho, ES escribir) y que comentar es lo que otros dicen de uno, me ha convertido en una alfabeta cibernética. [...] Es verdad, a mí sacarme de Word o a lo sumo de la página de las cuentas de correo electrónico no es fácil. De hecho, recién ahora me animo con un programa que me baja música y películas, y eso porque me fuerza el hecho de no tener televisión y necesitar ver algo que no sea yo misma reflejada en las ventanas de mi casa kosovar. Aunque, por cierto, todavía creo que un día me va a entrar un virus y me va a reventar todos los archivos que tengo y que no hago circular en un bendito blog propio, en ese espacio que -dicen- es donde uno se muestra a los demás. ¿Es que acaso soy una negada? Sí, si eso significa no entender por qué demonios la gente escribe cosas que jamás nadie leerá."

Listo, hasta acá. La desconocida sigue escribiendo, pero yo detengo mi transcripción en este punto. Porque... ¿Para qué escribir aquí cosas que jamás nadie leerá?

La pregunta es, como se comprenderá, todo un desafío. Pero antes de seguir, un par de observaciones. Por empezar, que si alguien lee estas líneas ya no será cierto eso de "cosas que jamás nadie leerá". Pero que si en efecto nadie las lee, al menos no deberá preocuparme demasiado la coherencia argumentativa que ponga en juego aquí.

Con lo cual puedo ir al siguiente punto, que es señalar que muy a pesar de no tener un blog propio su autora, las líneas en cuestión han terminado publicadas en uno. Y finalmente la cuestión de para qué las habrá escrito, si al fin y al cabo, ya sea en un blog, en una servilleta de papel o en un periódico de libre distribución con una tirada de algunos cientos de ejemplares las posibilidades de que alguien lea y retenga son prácticamente las mismas.

En realidad no interesa tanto el formato, sino el para qué se escribe. Y tal vez sea en procura de una incierta e ilusoria trascendencia. Escribimos para fijar algo que de otro modo sería todavía más fugaz de lo que es. Lo hacemos para convencernos, como hubiese dicho Julio Cortázar, de que podemos disfrutar de una inmortalidad de treinta o cuarenta años más por vivir. Y nuestras palabras, entonces, con algo de suerte, incluso un poco más que eso. Aunque nadie las vaya a leer en la pantalla; aunque las letras impresas en el papel estén también destinadas al fin y al cabo a desparecer en el olvido o en un bote de basura. Pero durante un tiempo, por más que sea un instante fugaz, nuestras palabras al quedar escritas siguen siendo nuestras, a la vez que cobran cierta autonomía. Allí están, fuera de nosotros, fuera del tiempo, y muertos nosotros acaso seguirán ellas siendo accesibles durante un tiempo más, dando cuenta de nuestro paso por esta tierra, ya sea on-line o en un papel. Al menos hasta que el papel desaparezca y los servidores se apaguen, o se borren las memorias, o colapse el sistema informático global, nadie nos da garantías de nada. Pero mientras tanto...

La cuestión en definitiva no es sino esa: el mientras tanto. Para eso es que escribimos. Para que haya un mientras tanto.

viernes, marzo 13, 2009

Para tener siempre presente


Magritte tiene razón. Con todo lo que su metáfora implica.

miércoles, marzo 11, 2009

Toulouse-Lautrec


"El cuerpo de una mujer es algo demasiado hermoso para ser perturbado por actitudes amorosas", dicen que acostumbraba decir Henri Marie Raymond de Toulouse-Lautrec (1864-1901).

Desde su escaso metro y medio de estatura, acaso él sabía que el gesto sensual exacerbado de esa criatura bella, admirada y deseada, jamás le estaría destinado, condenado por ende a ser mero testigo y traductor de una belleza cautivante, pero tristemente ajena.

sábado, marzo 07, 2009

Un cuento sufí

El Maestro conocía las secretas palabras que pronunciadas de cierta manera lograban el prodigio de regresar los muertos a la vida. Durante años sus discípulos lo siguieron en silencio, aguardando inútilmente el momento de la revelación. Hasta que un día, cansados ya de la espera, un pequeño grupo se separó del resto y lo increpó aparte duramente, exigiéndole que compartiese con ellos su conocimiento. El Maestro se negó de un modo rotundo; ellos todavía no estaban preparados -les explicó- para conocer aquel, uno de los mayores secretos jamás revelados a los hombres. Pero los malos discípulos entonces lo amenazaron:

- Durante años te hemos obedecido y respetado, te hemos escuchado calladamente y hemos esperado con paciencia. Por todo eso es que hoy somos merecedores de aprender en modo de regresar lo muerto a la vida. Piénsalo de este modo: si en este mismo momento murieras violentamente, a causa de tu tozudez, no habría ni uno solo de tus discípulos que fuese capaz de devolverte la vida. Pero si te empecinas en callar tu secreto, de nada vale que te dejemos vivir.

El Maestro comprendió perfectamente la amenaza. Y aunque todavía intentó prevenirlos del riesgo que suponía conocer ciertas verdades, no logró convencerlos. Finalmente, aceptó compartir su secreto con ellos, con la condición de que luego se apartaran de su vida.

- Si yo muriese ahora mismo a manos de alguno de ustedes, por cierto que no quisiera que la vida me fuese devuelta; ni tampoco lo querré cuando llegue mi hora si muero al fin de vejez. De manera que recibid de mí el secreto de cómo la muerte puede ser convertida en vida de nuevo y alejaos, siendo con el manejo de esta verdad más prudentes de lo que habéis sido hasta ahora.

El Maestro enseñó entonces a aquellos discípulos las palabras secretas, y el preciso modo en que ellas debían ser dichas, tras lo cual se separaron, ellos por un camino, el Maestro por otro, tal como había sido convenido.


A pocas horas de haber andado, los discípulos se toparon con un montón de huesos tirados a un costado del camino, y decidieron poner a prueba las palabras aquellas que habían aprendido. Realizaron el ritual, tal como el Maestro se los había enseñado, y con enorme sorpresa fueron testigos de cómo aquellos restos resecos por el sol y el tiempo comenzaron a moverse, a acomodarse, a cobrar forma, cubriéndose de carnes y pellejos, ante los ojos asombrados de los propios hacedores del milagro. Poco duró sin embargo el asombro: aquellos huesos muertos, devueltos ahora a la vida, se convirtieron en una feroz bestia que acabó prontamente con los discípulos, dejando de ellos apenas unos tristes despojos, que quedaron librados a la hambruna de las aves carroñeras y los gusanos.

La moraleja de esta historia es tan evidente que ni siquiera creo que valga la pena ser comentada... No siempre el conocimiento va de la mano de la necesaria sabiduría para manejarlo.

(Para Cecilia, del otro lado de la Cordillera...)

viernes, marzo 06, 2009

El cristal con que se mira

“Quien no conoce la verdad es un tonto, pero quien la conoce y la oculta, es un criminal” ,le hace decir Bertolt Brecht a Galileo Galilei en “Leben des Galilei” (1955).

Y esto, que sin duda alguna es verdad -valga la redundancia- dentro de un determinado contexto, también es una aseveración riesgosa, en más de un sentido. Por empezar, porque nos enfrenta a la necesidad de definir qué cosa sea la verdad, si es que acaso existe una sola y unívoca, o si por el contrario hay una verdad que es válida para cada uno, en un determinado momento y circunstancia, pero jamás universal y eterna.

Y por otra parte, porque quién sabe si no habrá verdades que sea mejor callar, en caso de conocerlas; desconocerlas, en caso de no haberlas aún develado. Vaya uno a saber qué cosas pudieran suceder en caso de que la palabra o el conocimiento convocasen aquello que mejor debiera permanecer oculto.

No estoy haciendo una apología del oscurantismo. Simplemente me pregunto si no nos habremos excedido un poco con esta pretensión positivista de descubrir la verdad a cualquier costo, sin siquiera estar seguros de poder manejala, de poder soportarla en caso de tenerla delante de nuestros ojos. ¿Y si la verdad fuese capaz de matarnos con su revelación? ¿Incluso así valdría la pena conocerla?

De más está decir que no tengo la respuesta para estas preguntas. Y confieso que quién sabe, si en caso de tenerla, me atrevería a escribirla aqui. De verdad lo digo.

lunes, marzo 02, 2009

Fragilidad

Hace algún tiempo alguien me pasó este texto, con el cual hoy vuelvo a toparme, firmado por Carlos G. Vallés, extractado de un libro que se titula Dinámica de las relaciones humanas:

"Ser vulnerable no es ser débil. Al contrario, sólo una persona firme y madura puede permitirse conocer su propia vulnerabilidad, aceptarla y dejar que se sepa. La persona débil oculta su debilidad, evita los ataques y erige defensa para protegerse y poder huir. Una armadura pesada siempre esconde un carácter débil.

"Durante mis estudios de matemáticas tuve ocasión de observar a profesores de todo tipo. El mejor de todos ellos era un verdadero sabio en la materia, lo sabía todo y lo entendía todo, era genial en sus demostraciones y encantador en sus constantes equivocaciones al hacer los cálculos más sencillos. Recibía de buena gana cualquier sugerencia. Sabía la asignatura y más, y sabía que sabía, y sabía que nosotros sabíamos que sabía, y eso le permitía mostrar abiertamente su ignorancia llegado el caso, en vez de tratar de disimular un error con falsos pretextos. Era abiertamente vulnerable, y lo era precisamente porque estaba seguro de sí mismo.

"La confesión de vulnerabilidad nos abre a relaciones amistosas con otras personas, ya que ellas son tan vulnerables como nosotros. En la debilidad se esconde la fuerza, y éste es el principio de salvación en todos los órdenes. Ser vulnerables quiere decir confesar sentimientos, admitir que no somos indiferentes a la alabanza o al desprecio, a la comodidad o a la molestia, al éxito o al fracaso; quiere decir revelar el mal humor así como el bueno, y saberse y declararse víctimas de la envidia y el enfado y el desánimo y la ansiedad. Ser vulnerable quiere decir que no siempre nos sentimos felices, no siempre estamos de buen talante, no siempre nos dominamos, no siempre estamos seguros de lo que hacemos o de porqué motivo lo hacemos. Ser vulnerable quiere decir ser humano."

Me reconozco altamente vulnerable, aunque no seguro en mi mismo. De hecho mi inseguridad es parte de mi vulnerabilidad, supongo. Esto por un lado.

Por el otro, recuerdo haber leído que los delfines, cuando quieren mostrarse amistosos con otros de su misma especie, nadan con la zona ventral hacia arriba. Y esto así, porque el vientre de los delfines es muy vulnerable, y un golpe o una mordida de otro animal en ese lugar podria ser mortal. El delfín se ofrece para mostrar que no tiene intenciones agresivas. Es como el gesto humano de palmas abiertas hacia arriba, para mostrarse desarmado. Gesto del cual deriva el más urbano apretón de manos. Mostrarse vulnerable es una actitud similar. Es un modo de ofrecerse.

Pero no solemos mostrarnos vulnerables. Y me pregunto si es sólo por lo que dice Vallés. O si no será también porque no logramos ver en el otro algo diferente de un adversario. Sería triste llegar a una conclusión semejante. Y lo curioso es que de nosotros mismos depende, en gran medida, que así sea o no.

viernes, febrero 27, 2009

El Ojo de Dios


Esta nebulosa suele recibir el poético nombre de "El Ojo de Dios". Los motivos -valga el juego de palabras- saltan a la vista: la formación parece emular una enorme pupila azul sobre fondo blanco, rodeada por párpados de color carne. La realidad, acaso menos poética, aunque no por ello menos impresionante, es que se trata de un gigantesco depósito de gas y polvo estelar, ubicado a una distancia de 700 años luz, en la constelación de Acuario. Por extraño que parezca, lo que se ve en esta foto, que acaba de ser tomada con un gran telescopio montado en una montaña chilena, es una imagen de algo que sucedió en el pasado, hace siete siglos, antes de que ninguno de nosotros, ni nuestros padres o abuelos, hubiesen siquiera nacido. Incluso mucho antes de que naciera Karl Ludwig Harding, el astrónomo alemán que en 1824 descubrió este fenómeno.

Los astrónomos señalan que es probable que nuestro propio sistema solar tenga un destino similar. Acaso alguien nos observe, dentro de algún tiempo, desde algún lugar insospechado, y vea una imagen similar a la que hoy vemos nosotros asombrados. Aunque esto no ocurrirá pronto, sino en más o menos cinco mil millones de años. Resulta difícil medir qué sentido pueda tener verdaderamente esta cantidad de tiempo, cotejada con el lapso de una vida humana.

Ls dimensiones de esta nebulosa también exceden, prácticamente, el entendimiento humano. La luz, que se desplaza a una velocidad de 300.000 kilómetros por segundo, tarda aproximadamente dos años y medio en abarcarla de lado a lado, según la estimación de los especialistas. El disco interior más brillante de la nebulosa parece estar expandiéndose a una velocidad de 100.000 kilómetros por hora, y podría haber tardado unos 12.000 años en formarse.

Teniendo presente estos números, estas dimensiones, la condición del ser humano sería asimilable a la de la más modesta bacteria, padeciendo o disfutando de una brevísima, casi insignificante vida sobre una mota de polvo estelar. Muy poca cosa, realmente. Y sin embargo, al mismo tiempo, cada una de estas bacterias, ínfimas, fugaces, guardan al mismo tiempo el misterio de la creación.

miércoles, febrero 18, 2009

La historia de mi vida.

Cuentan que un hombre estaba escribiendo un libro, y cuando sus amigos le preguntaban cómo andaba en la tarea, el siempre les respondía: "Bien, estoy muy adelantado. Ya tengo todas las palabras. Ahora sólo me falta juntarlas."

domingo, enero 18, 2009

4'33" y los derechos de autor

Hubo una época en la cual en el derecho jurídico no había nada parecido a lo que hoy llamamos "derecho de autoría". Mozart no conoció nada ni siquiera similar a eso. Alguien le pagaba a un compositor para que éste escribiese una obra y cuando ésta estaba terminada se entregaba una partitura. Allí se terminaba el asunto. Y si alguien deseaba escuchar una obra, le pagaba a unos músicos para que la tocasen y eso era todo. Claro, no existía entonces tampoco nada parecido a los discos; la música no era almacenada en un soporte que permitiese luego su reproducción cada vez que uno lo deseara. Para escuchar una obra musical no quedaba más remedio que reunir un grupo de músicos y hacerlos tocar. No había más alternativa que el vivo del concierto, el aquí y ahora de la música en el momento de estar siendo, el aura de la que habló Walter Benjamin en su forma más pura, sin mediaciones.

Con esto se pretende decir que no existe en el derecho de autor una condición que pueda llamarse natural. Los derechos de autoría son convencionales. Y como toda convención, ella está atada a la evolución de los tiempos. Cuando se gestionó el concepto del derecho de autor no existía Internet, por ejemplo, que es uno de los factores que vienen a poner en crisis hoy el concepto de autoría.

Las ideas no se matan, dicen que dijo Sarmiento... ¿Pero se compran y se venden? Pongamos dos ejemplos, aun a riesgo de ser políticamente incorrectos. El primero no me pertenece, pero como nadie ha pretendido cobrar derecho de autor por el mismo, lo reproduzco aquí. Una persona tiene un cajón de manzanas y alguien le roba una. Como resultado, alguien tiene algo más de lo que tenía antes y alguien tiene algo menos, sin haber recibido nada a cambio. Es evidentemente un robo. Hay un perjuicio cierto. Consideremos ahora el caso de alguien que toma una idea de otra persona: alguien tiene algo más, que antes no tenía... Pero no hay nadie que tenga algo menos, como no sea la exclusividad de esa idea. Entonces es evidente que hay, entre los bienes materiales y los ideales una diferencia de naturaleza que debería al menos considerarse.

Pongamos ahora un ejemplo límite. Un compositor norteamericano, John Cage, se hizo famoso sobre todo por una obra que él no compuso. En realidad, se limitó a titularla. La obra se llama 4'33" y se trata de un silencio para piano que dura exactamente cuatro minutos y treinta y tres segundos, durante los cuales el pianista, sentado ante el teclado de su instrumento, no toca ninguna nota. ¿Puede esto llamarse música?, se preguntará alguno. Pues bien, técnicamente sí lo es. La música es una combinación de sonidos y silencios, distribuidos en el tiempo. En este caso el silencio se ha ampliado a tal grado que el sonido (el del instrumento, al menos) ha desaparecido. En condiciones ideales, 4'33" sería un silencio absoluto. En la realidad de una sala de conciertos, el sonido es aportado por el inevitable rumor de los asistentes.

Pero el punto es el siguiente: 4'33" puede ser escrita en una partitura. También puede ser registrada, por ende, como una obra musical. Por lo tanto, está también sujeta a las leyes de derecho intelectual. Pero... ¿Cómo determinamos cuándo alguien está ejecutando públicamente 4'33", como para proceder al cobro de los derechos correspondientes? ¿Cualquier pianista que se siente a meditar en público delante de su piano durante el tiempo en cuestión estará interpretando la partitura? ¿Cualquier disco que incluya un silencio de esta duración? Es evidente que no es posible cobrar el derecho de reproducción de un silencio, pero en este caso el silencio es una obra. Entonces, tal vez el punto sea que sólo se cobrará un derecho de autor a 4'33" cuando alguien interprete o publique la obra aclarando que se trata de ella, con su título y la referencia a su autor. Pero entonces deberíamos hacer valer esta regla para cualquier otra obra musical, y no pretender cobrarle a quien toque una canción cualquiera sin anunciarla, o dándola por propia, aunque es claro y evidente que en tal caso estaríamos en presencia de un plagio. Pero entonces sería prudente detenernos en este punto, porque estas ideas tampoco son ya nuestras. Algunas de estas cuestiones ya se las preguntó Jorge Luis Borges, al plantearse la posibilidad de que Pierre Menard fuera, finalmente, el legítimo autor de El Quijote. ¿Habrá conocido Pierre Menard a John Cage?

domingo, enero 04, 2009

No sense

Le pregunté a Majo qué opinaba. Le dije de esta manera: "¿Por qué será, nena, que J.D. es así?"

- ¿Así?... ¿Así cómo? -me respondió ella, y yo sentí que nos estábamos enroscando en una conversación sin sentido.

Así comienza un relato que firma Ariel Bermani, publicado en una revista de distribución gratuita cuyo ejemplar ya me disponía a descartar, justo cuando mis ojos se detuvieron en esas líneas. En realidad la aclaración es irrelevante, pues rescataré sólo estos dos párrafos, que ni siquiera he transcripto de manera literal.

La cuestión es la conversación sin sentido. Me atrajo eso: la falta de coherencia en ese diálogo que apenas comienza a bosquejarse, la incomunicación, la distancia, el desencuentro. He ahí la clave literaria que puede dar pie a cualquier relato. Pero he también allí la clave de todos los conflictos del hombre, esos que se desarrollan ya no en los papeles de la ficción, sino en la cotidianeidad nuestra de todos los días. Decimos dos palabras... y lo sepamos o no, la mayor parte de las veces ya nos estamos enroscando en una conversación sin sentido, de consecuencias muchas veces inciertas y en ocasiones dramáticas. Así somos, simplemente.