miércoles, abril 06, 2011

Coros virtuales

Eric Whitacre es un compositor norteamericano, nacido en Nevada en 1970. Podría haber sido una estrella de rock, pero se dedicó a otros géneros. Sin embargo, lo mismo que un artista de rock, se dejó seducir por las posibilidades de la tecnología.

Un día Eric tuvo una idea: crear un coro virtual, para interpretar una obra suya. Así nació su Virtual Choir. La idea fue la siguiente: Eric publicó en Internet las partes de una obra coral de su autoría, luego un par de videos con instrucciones acerca de cómo debía cantarse la obra, qué tempi aplicar, qué dinámicas. Después se sentó a esperar hasta que en su computadora hubo 2052 videos con gente que se había tomado el trabajo de cantar su parte, para luego subir el correspondiente video a YouTube.

Lo que siguió fue un laborioso trabajo de edición. Se trata de montar los 2052 videos en sincronía, ecualizar audios, corregir imperfecciones, para obtener luego el resultado final. En medio de este trabajo está Whitacre en estos momentos. Pero para que sus 2052 coreutas no se angustien tanto esperando, y para de paso hacerle un poco de merecida prensa a su alocado proyecto, publicó una breve pieza, titulada Lux Aurumque, realizada dentro del mismo formato. Es el video que dejo aquí abajo, para que veas.



Si pensás que el trabajo que se propuso hacer Whitacre es demasiado complejo, la verdad es que con cualquier computadora más o menos bien provista se pueden hacer cosas bastante parecidas de manera casera. A modo de ejemplo va este otro video, una versión de Embraceable You, de George Gershwin, en un arreglo de Kirby Shaw para cuatro voces. Cuatro voces que en este caso interpreta una sola cantante, Melody Myers, a quien evidentemente le gustó la idea de Whitacre, tanto como haber sido elegida solista.



Por lo general, estos dos videos causan muy buena impresión, incluso entre coreutas, que destacan las posibilidades de las nuevas tecnologías. Lo curioso es que muy pocos parecen reparar en que esta clase de productos artísticos son trabajos de laboratorio y netamente sintéticos. Esto es: ninguno de los 2052 coreutas que participaron de la obra de Witacre vivenciaron jamás la interpretación de su obra desde dentro del conjunto de la masa coral. Cada uno de ellos vivió nada más la experiencia de un canto en solitario, delante de una videocámara. No se me ocurre un modo más artificial de hacer música. Sin embargo, eso a nadie parece importarle demasiado. ¿Seré anticuado al fijarme en este tipo de detalles? ¿O será que el arte también está perdiendo su norte?

lunes, abril 04, 2011

Llegar, se llega siempre...

- Es extraño que tú, siendo hombre de mar, me digas eso, que ya no hay islas desconocidas, hombre de tierra soy yo, y no ignoro que todas las islas, incluso las conocidas, son desconocidas mientras no desembarcamos en ellas.
- Pero tú, si bien entiendo, vas a la búsqueda de una donde nadie haya desembarcado nunca.
- Lo sabré cuando llegue.
- Si llegas.
- Sí, a veces se naufraga en el camino, pero si tal me ocurre, deberás escribir en los anales del puerto que el punto adonde llegué fue ése.
- Quieres decir que llegar, se llega siempre.
- No serías quien eres si no lo supieses ya.

Fuerzo la puntuación del fragmento, tanto como para que quede el devenir del diálogo más claro. Que de todos modos es como estar oyéndolo, más que leyéndolo. Me asalta la idea de que llegar se llega siempre. Incluso cuando no lo sepamos. Y de algún modo es casi un consuelo: de algo valen todas nuestras penurias, tanto como nuestras alegrías, en el sentido de que a algún punto nos conducen. Aquí estamos. Ahora se trata de ver qué hacemos con lo que somos, porque el viaje prosigue. Se llega siempre a algún punto, pero en tanto haya vida será sólo para continuar, siempre hacia adelante.

domingo, abril 03, 2011

Mantenerse a flote


La imagen dice mucho, pero no lo dice todo. No dice, por ejemplo que este bote se llama Love love, ni que pertenece a un artista francés llamado Julien Berthier. Tampoco dice lo que la evidencia hará finalmente obvio: que no todo es lo que parece. Porque este bote, que alguna vez navegó como cualquier otro, no se está hundiendo. Parece que así fuera, pero no. Es un bote que se mantiene a flote, como todo bote que se precie.

Dice la historia que este barco, que en su momento navegó como otros barcos, y que alguna vez también estuvo a punto de irse irremediablemente a pique, iba a ser desguazado por su dueño, cuando Berthier lo vio y quiso comprarlo. Su idea fue rescatarlo, rescatando al mismo tiempo la imagen del incipiente naufragio.

En realidad Berthier recuperó solamente medio bote, la mitad correspondiente a la popa: selló todo hueco por donde pudiera entrar el agua, adaptó una nueva quilla, un nuevo motor, calculó, equilibró, recalculó, y finalmente puso en el agua este resto de barco que es, al mismo tiempo, un barco completo. Un barco eternamente a punto de hundirse que, sin embargo, se mantiene al mismo tiempo a flote.

Más allá de lo curioso de este un inusual trompe l'oeil acuático, me gustó la metáfora que de repente me pareció leer entre líneas en esta obra, reflotada de sus propios restos, que aunque parezca estar hundiéndose, en realidad todo el tiempo se reinventa y se salva.

Casi como el Ave Fenix, pero de agua en vez de fuego.


sábado, abril 02, 2011

Epílogo real para un libro inexistente

Leo en los Cuadernos de Lanzarote, y me digo que hubiese sido un excelente epílogo para el jamás escrito Libro de los Consejos (aunque no siendo propiamente un consejo acaso hubiese sido mejor epílogo para el no menos inexistente Libro de las evidencias, o para el Libro de los itinerarios):

"Durante la infancia y la adolescencia creemos que el mundo es nuestro y que existe para serlo. En la madurez comenzamos a sospechar que no es del todo así y luchamos para que lo parezca. Se comienza a ser viejo cuando comprendemos que nuestra existencia le es indiferente al mundo. Claro que siempre lo había sido, pero no lo sabíamos."
La enseñanza, en todo caso, es que no siempre hace falta un gran libro para poder disponer de un epílogo ejemplar.