lunes, diciembre 31, 2012

Uvas

A ver, me gustaría intentar explicarte esto. Estoy comiendo unas uvas que compré esta mañana. Unas cuantas uvas, que no estaban previstas en el listado de la compra que ya estaba confeccionado desde antes de que uno llegara a ese negocio en el cual se venden frutas y verduras y legumbres. Pero las uvas en cuestión estaban allí, en un cajón, y se me presentaron con tanta fuerza que resultó imposible ignorarlas. Te digo más: yo que suelo ir por la vida cuestionando el concepto de pecado, sentí que hubiese sido un acto casi pecaminoso decirles que no, haber hecho de cuenta que  no estaban allí, ofreciéndose. Hubiese sido, y fijate la palabra que voy a utilizar, casi perverso rechazarlas. Esas uvas son las que estoy comiendo en este preciso instante, mientras escribo estas líneas, que nacen desde la yema de mis dedos sin saber muy bien a dónde se dirigen, o qué van a terminar diciendo. Y están verdaderamente exquisitas. A las uvas me refiero, no a mis líneas, que tanto no pretenden. Casi me atrevería a decir que no recuerdo haber comido antes uvas tan deliciosas como éstas. Y a qué viene toda esta perorata, te estarás preguntando, como si yo tuviese la respuesta a esa pregunta. Pues no, no la tengo, y tal vez en realidad todo se acota nada más a esto que acabo de contarte. Es que a veces las cosas son mucho más simples de lo que uno cree. A veces la verdad se esconde en gestos tan mínimos, tan aparentemente intrascendentes como dejarse seducir por un racimo de uvas oscuras y lustrosas. Pero no te dejes engañar: que se trate de un gesto simple o incluso mínimo no significa que estemos hablando de una intrascendencia. Todo lo contrario: la vida entera se define a veces en gestos tan simples como estas pocas uvas que no estaban previstas y sin embargo; en esta exquisitez que se manifiesta en este preciso momento, duradero o no, pero que es lo único que existe. Después estas uvas serán pasado, y determinarán desde allí algún otro presente, o tal vez incluso vaya a saber uno qué insospechable futuro. Pero ahora, en este instante, la vida es este sabor a fruta madura. Y es en este sabor, y no en los grandes balances, ni en los proyectos futuros, donde se resuelven verdaderamente los misterios de la existencia y del mundo.

Balance

Y ponele que entonces uno decide plegarse a la tontería esta de los balances de fin de año, y entonces llega inevitablemente a la conclusión de que con 46 años cumplidos todavía no ha entendido gran cosa de la vida... 

El balance es finalmente positivo, pues comprender eso ya es haber comprendido algo. No hay mayor ignorancia que la de aquel que no quiere saber que no sabe.

miércoles, diciembre 19, 2012

Fin del mundo

Le habían asegurado que el viernes 21 de diciembre, probablemente hacia la medianoche, se terminaría el mundo. El se angustió mucho: no quería llegar al final de sus días sin haber completado su obra. Se afanó entonces como nunca: canceló obligaciones y citas, resignó horas que de otro modo hubiesen sido destinadas al descanso, la comida y el amor. Las primeras luces del sábado 22 vieron su obra terminada. Jamás alguien lo supo. Un instante después ya no quedaba nadie que pudiera decirle un valió la pena.

Diferencia de horas

Le dijeron que el viernes 21, probablemente hacia la medianoche, se terminaría el mundo. El se angustió mucho, pues no quería llegar al final de sus días sin haber completado su obra. Se afanó entonces como nunca, canceló obligaciones y citas, resignó horas que de otro modo hubiesen sido destinadas al descanso, la comida y el amor. Las primeras luces del sábado 22 encontraron su obra terminada. Jamás alguien lo supo. Antes del mediodía ya no quedaba nadie que pudiera decirle un valió la pena.

Por cierto, el cuentito no tiene moraleja. O mejor dicho: tiene la moraleja que cada quien pueda o quiera encontrarle. En cualquier caso actualiza la cuestión de en qué estaría uno dispuesto a ocupar sus horas si tuviese la certeza de que son las últimas que le quedan por vivir, y acaso preguntarse en qué medida ese sería o no el mejor modo de vivir lo que efectivamente nos queda.

domingo, diciembre 09, 2012

Finalmente la vida de tus hijos también podría llegar a depender de que decidas atender o no ese llamado equivocado, y lo mismo pasa siempre con todas las cosas.

Pero no te rías, que es serio esto que te digo, y si no pensalo un poco. En el fondo todos nosotros somos el resultado de una serie de casualidades y coincidencias, de encuentros y andá a saber también de qué clase de desencuentros; y lo más jodido con estos últimos es que de ellos no sabemos nada, precisamente porque son cosas que jamás tuvieron lugar. Pero esas eventualidades que no fueron también podrían haberse dado, y entonces hoy las cosas por ahí serían completamente distintas de como las conocemos. Sí, claro, vos llamalo destino, si querés. Yo prefiero llamarlo puta suerte. Pensá en tus padres, por ejemplo, en cómo se conocieron. A ellos los presentó Ramiro, ¿no es verdad? Bueno, ahí tenés, sin ir más lejos. Ponele que aquella vez, cuando tu mamá y Ramiro se pelearon, que tu tío siempre lo cuenta, en lugar de encontrarse después en aquel bar de pura casualidad, que gracias a eso volvieron a frecuentarse, no se hubiesen vuelto a hablar... Ella nunca hubiese conocido a tu papá, y vos jamás hubieses existido. Pero en aquella ocasión, cuando Ramiro y tu vieja decidieron hablarse otra vez, en lugar de darse vuelta la cara, ¿vos creés que alguno de ellos pensó que de esa simple decisión dependía tu vida y la de tus hermanos, y también la de tus hijos y los hijos de tus hijos? ¿Te das cuenta lo que te digo? Uno toma decisiones en apariencia inocentes, inconsecuentes, a cada segundo, seguro de que no pasa nada, de que tal vez haya que detenerse a pensar veinte veces antes de cambiar el auto, o de renunciar a un trabajo, pero no piensa con la misma prudencia todas las cosas. Y sin embargo de pronto son esas otras decisiones, precisamente, las más simples, esas sobre las cuales uno no se detiene a reflexionar demasiado porque en apariencia no cambian nada, me tomo cinco minutos más para otro cafecito o pago y me voy ya mismo de este bar, las que pueden torcer el destino para siempre. ¿Saliste de tu casa diez minutos después de lo previsto y ahora estás a las puteadas porque llegás tarde a tu cita? ¿Y cómo podés saber si acaso, de haber salido a horario, no te hubiese atropellado aquel camión cuyo conductor cruzó el semáforo en rojo porque iba distraído mirando justo a aquella chica de pollera breve que pasaba caminando por allí? Claro, hubiese bastado con que esa chica hubiese decidido caminar por otra calle, o salir cinco minutos más tarde de su casa, o que el conductor de aquel camión tomara por otro rumbo, para que vos no te murieses. O que vos te retrasaras buscando esas llaves de mierda que Patricia dejó tiradas en cualquier parte, que fue precisamente lo que ocurrió. Y claro, vos te enojaste con Patricia, porque te hizo perder ese valioso tiempo, pero ni te detuviste a pensar que acaso ese simple gesto, ese olvido menor, fue lo que te salvó la vida. A vos y a tus hijos, claro, esos que todavía no tuviste, pero que si se da una cierta serie de casualidades... Bueno, creo que ya me entendiste. La teoría de la mariposa, claro. Como que el aleteo de una mariposa en una isla del Pacífico, ponele, pueda generar un tifón en algún otro rincón del mundo, y ya ves que es cierto. No podés matar siquiera una mariposa sin correr el riesgo de que con eso no cambie el mundo entero. Y ya sé que vos no sos de andar matando mariposas, pero seguramente lo mismo vale para los mosquitos o las cucarachas. No podemos hacernos cargo de semejante responsabilidad, me parece. Pero al menos sí podemos ser conscientes de lo que pasa. Al final de cuentas tenía razón Albert Einstein cuando decía que Dios es un perverso que juega a los dados con nuestros destinos. Bueno, no sé si fue exactamente así. Lo de que Dios es un perverso ponelo en mi cuenta, si querés; pero creo que Einstein sí dijo lo de los dados. Y ya ves, en cualquier caso eso del libre albedrío en cierto modo también es una gran farsa. Porque podés elegir qué hacer y qué no hacer, claro; pero decidas lo que decidas nunca vas a poder estar seguro de qué consecuencias tendrán tus actos. Capaz vos decidís llevar adelante o no determinado asunto, pensando que de ese modo estás haciendo las cosas bien, y precisamente porque actuaste justo de esa manera metés la pata y todo sale para el mismísimo carajo. Y sí, por supuesto, capaz que al revés también pasa, no hay manera de estar seguros. Por eso digo que todo este asunto tiene bastante de perverso. Pero bueno, ahora te dejo, me quiero ir ya para mi casa. ¿Sabés qué pasa? Tengo una sensación... Ponele que es nada más un presentimiento. Pero tengo la idea de que un día cualquiera de estos va a sonar el teléfono en casa, un llamado equivocado... y así la voy a conocer a ella, a la futura madre de mis hijos. No te rías, pelotudo, que no es joda. Imaginate lo que pasaría si esa casualidad justo llega a darse en el momento en el que yo no estoy en casa para atender. ¿Te das cuenta?.. Finalmente la vida de mis hijos depende de que yo atienda ese llamado equivocado.

sábado, diciembre 08, 2012

Una idea

Dicen que el hombre pone en riesgo su vida cada vez que elige.
Pero eso es lo que lo hace libre.

París - Rayuela


¿Cómo serás después de conocerte?
¿Cómo serás después de haber recorrido tus senderos,
primero una vez, luego acaso cien veces?...
¿Serás entonces como París, esa ciudad tantas veces imaginada,
por cuyas calles se buscaron La Maga y Oliveira,
a veces en vano, y otras hasta encontrarse enredados
en las sábanas de un hotel cualquiera de la calle Montmartre?
¿Serás como París, decía, después de haber trepado
a la Tour Eiffel, de haber sacado fotos en Champs Elysees
y al costado de La Seine, en l’Arc de Triomphe y el Café Pompidou?
¿O después de haber paseado por Montmartre, hasta llegar
tal vez hasta aquel mismo hotel y aquellas mismas sábanas,
o haber develado en el Louvre el secreto de la sonrisa
de la misteriosa Gioconda que pintó Leonardo?
¿Serás la misma entonces? ¿O serás otra?
Cómo saberlo, sin recorrer tus senderos,
primero una vez, y luego... ¿mil veces?
Sólo puedo decirte que el temor
de que París pudiera acaso perder su magia
el día en que finalmente lleguemos allí
no debería impedirnos el emprender el viaje.

martes, diciembre 04, 2012

Verdad II

"En este mundo hay ciertas cosas que únicamente podemos hacer en soledad, y también algunas otras que sólo pueden hacerse en compañía de alguien más. Es importante combinar estas dos maneras de hacer cosas en su justa proporción."

Lo dijo, según me dicen, Haruki Murakami.
Habrá que indagar un poco más al respecto.

lunes, diciembre 03, 2012

Verdad

"Confiá en aquellos que buscan la verdad. 
Pero nunca en quienes afirmen haberla encontrado." 

(Acabo de leer esta frase y es menester que la deje anotada en alguna parte.)

sábado, diciembre 01, 2012

La confusa obscenidad del mal

Hoy me llamó la atención una frase, publicada en el muro de un contacto de Facebook, Ele de Lauk, a quien en verdad ni siquiera conozco personalmente, ni más allá de la pantalla, aunque en definitiva esto parece venir a ser algo así como un mero detalle en los tiempos cibernéticos que corren. Lo antedicho será en todo caso una reflexión para otro momento. Lo que hoy quiero dejar consignado aquí es la frase en cuestión, esa que llamó mi atención, con un sentido bastante abierto, por cierto:

"La confusa obscenidad del mal", decía.

Más tarde supe que esos eran los últimos versos de un poema. Un poema que también incluye un verso que habla de un "deleite cómplice", como para terminar de cerrar la idea. Debajo de la frase, muchos comentarios. Algunos más pertinentes o perspicaces que otros. Yo me quedé pensando en esto: en que si algo claro se desprende de la frase referida, es que el mal es obsceno. Por cierto, esto solo ya nos habilitaría a plantearnos el desafío de tener que definir ambos conceptos, qué cosa sea el mal, y por ende qué sería el bien; de qué cosas podríamos lícitamente decir que sean obscenas, y de cuáles no, y acto seguido intentar explicar por qué. Tarea ímproba si las hay. Pero más allá de eso hay también, en la dichosa frase, un reconocimiento claro a que existe cierta ambigüedad en ese sentimiento que identifica la obscenidad con el mal, el mal con algo obsceno, lo cual promueve en definitiva a esa incierta confusión. Presumo que todos tenemos una cuota de rechazo, tanto como un poco de secreta y/o inconsciente inclinación, sea hacia el mal, sea hacia lo obsceno. Me reviso interiormente y verifico que por lo menos en mi caso se da así. La cuestión pasa, en todo caso, por el dilema que nos lleva a confesarlo o a mantener esta inclinación como un íntimo secreto. Yo decido confesarlo, hacerlo público, denunciarme a mí mismo, por lo menos en lo que a este respecto se refiere. Pero ninguna de estas cuestiones me termina de explicar el porqué. No del mal, no de la obscenidad, sino el de su misterioso atractivo, ese que al mismo tiempo se rechaza, por supuesto y por fortuna. ¿Y qué será el mal?... ¿Y de qué cosas podrá uno lícitamente decir que sean obscenas? No tengo respuestas, sólo preguntas, y sin embargo sé que en alguna parte ellas son la respuesta a alguna otra pregunta que acaso todavía no me ha sido planteada.

viernes, noviembre 30, 2012

De dioses, compositores, ateos y creyentes


Esta mañana me llamó la atención un comentario que publicó en una red social mi viejo amigo Juan María Solare, un compositor que un día agarró su amor por Stokhausen y su gusto por el tango, metió estas cosas y un par más en una mochila, y decidió irse con sus petates y su música a Alemania, donde al final se quedó a vivir. Esto es lo que escribió Juan, y ciertamente me sentí identificado: “Cuando leo argumentos apoyando la existencia de Dios, me entran unas ganas locas de reír. Cuando leo argumentos negando la existencia de Dios, me vienen unas ganas locas de refutarlos.”

Lo primero que se me ocurrió fue bastante obvio. Respondí algo así como que “En todo caso habría que ver los argumentos que tenga (si es que acaso los tiene) Dios para sostener la existencia del hombre. O quizás incluso para sostener la existencia de sí mismo. Y en todo caso, de no tener una respuesta de su parte, ¿el silencio de Dios debería ser tomado como una demostración de su inexistencia o bien como una oscura forma de argumentación?"

Para matizar este tipo de debates hay dos libros en particular que suelo recomendar. El primero es el de un anarquista francés llamado Sebastien Faure, que a comienzos del siglo XX escribió una obra deliciosa que se titula Doce argumentos que demuestran la inexistencia de Dios, una especie de refutación positivista a las Meditaciones metafísicas cartesianas en la cual el autor termina reconociendo que, siendo el eventual Dios de un nivel ontológico diferente del suyo propio, mortal y modesto humano, cualquier argumento que él pudiese oponer sería insuficiente para negar... pero también para afirmar. Con lo cual sobre el final de la obra se dirige a sus eventuales oponentes para terminar diciendo: "Dejen de afirmar ustedes, que entonces yo dejaré de negar.” Siempre me ha parecido una declaración deliciosa por parte de Fauré, quien en el fondo reconoce con esto que toda esta cuestión de lo divino, o mejor dicho, de los discursos sobre lo divino, en realidad trata sobre un conflicto muchísimo más terrenal y humano.

El otro libro que le recomendé a Juan fue el Evangelio según Jesucristo de José de Saramago, el libro más religioso y bellamente escrito por un ateo confeso que yo haya leído jamás. Pero apenas terminé de escribir mi recomendación recordé, o por lo menos creí recordar, un pasaje en el cual Dios justifica de algún modo su necesidad de fe y alabanza en los hombres. Porque yo había estado a punto de plantear el siguiente dilema: ¿Qué le podría importar a Dios, siendo él mismo todopoderoso, omnisciente, eterno y perfecto, que el hombre, su creatura, lo alabase o no, creyera en él o no? ¿Qué clase de veleidad sería esa, impensable en una entidad divina?

Pero entonces imaginé otra alternativa, realmente inquietante: que siendo las cuestiones de los dioses incomprensibles para los seres humanos, acaso pudiera ser que en definitiva ese Dios creador sí nos necesitase, para convalidar a través de nuestra fe, la fe y la alabanza de sus humildísimas criaturas, su propia existencia. Imaginé algo así como un Dios que necesitara renovar la base de su divina existencia en nuestra fe. Se trata de una idea absurda, por supuesto. O tal vez no tanto, al fin y al cabo. Lo interesante es que, de tener esta idea algún asidero, se plantearía la siguiente paradoja: que si la humanidad dejara de creer finalmente en Dios, y algo de eso viene pasando de un tiempo a esta parte, por lo menos por estos rincones del mundo, acaso El dejase de existir. Y nosotros no nos daríamos cuenta de ello de puro incrédulos que somos. En tal caso vendríamos a ser algo así como ese muerto que sigue andando por el mundo, nada más que porque nadie se tomó la molestia de avisarle que muerto estaba.

jueves, noviembre 29, 2012

Jessica


Dicen que siempre que dormimos soñamos. Incluso cuando más tarde creemos no haber soñado nada. No tengo idea de qué cosas podría haber estado soñando yo en aquel momento, cuando vos me abrazaste. Recuerdo que primero te sentí, todavía entredormido, tu cuerpo cálido apretándose contra el mío. Después me diste un beso, mientras me agarrabas todavía más fuerte. Pero recién cuando sentí tus lágrimas me desperté del todo. Estabas afligida, y por una vez la intuición no me falló: no te dije nada, tampoco te pregunté. Nada más te abracé fuerte e intenté calmarte, ya pasó, ya está, tranquila mi vida, mi cielo, mi amor, y vos entonces te largaste a llorar más fuerte. No dije más nada. Acaricié tu cabeza al mismo tiempo que te abrazaba. A veces el sentido de la vida entera se revela en estos simples gestos. Finalmente conseguí que te calmaras, de a poco, y así seguimos abrazados un rato, sin decirnos nada. No hacía falta.

"Disculpame", me dijiste finalmente, y te levantaste de la cama. "Dejame que te acompañe", te dije yo, al tiempo que me levantaba también, para ir detrás tuyo. Te volviste a acostar, ya otra vez en tu cama, y yo me acosté a tu lado, para poder abrazarte de nuevo, ilusión vana de poder proteger con un cuerpo el acecho de los fantasmas de lo desconocido y lo inevitable. Por suerte ya estabas más tranquila, y entonces sí me atreví a preguntar: “Tuviste un feo sueño, ¿no es verdad?” No respondiste, pero yo supe que estaba en lo cierto. Entonces me arriesgué todavía otro poco, y volví a inquirir: “Y soñaste que algo malo había pasado conmigo, ¿no es cierto?” Por toda respuesta me volviste a abrazar y esta vez sí, después de darme otro beso en la cara, me contestaste en voz baja: “Sí, papá”.

No hizo falta nada más. Otro abrazo, un beso en tu frente, taparte, como cuando eras más pequeña, y sentir que te volvías a dormir, después de haber visto que nada más había sido un mal sueño, que tu papá todavía estaba bien, vivo, cerca, al alcance. Dicen que cuando alguien sueña con la muerte de una persona viva, le está alargando la existencia. No creo que sea así. Esas son cosas que se dicen para sentirnos menos mortales, menos frágiles, cuando alguien nos pone cara a cara con la idea de nuestra propia muerte. Pero también yo me quedé pensando en la buena fortuna de que todo haya sido apenas un mal sueño. Seguramente llegará el día en que no lo sea, no cabrían demasiadas dudas sobre eso, en realidad; aunque poco y nada sepamos acerca de la muerte. Lo importante es que no ha sido hoy ese día, que ya ahora está amaneciendo de nuevo, como una nueva posibilidad y un nuevo desafío, y que los dos estamos aquí para verlo y para aprovechar el tiempo que esto nos brinda para seguir adelante.

miércoles, noviembre 21, 2012

El rebelde Job protesta de nuevo ante Dios, insatisfecho con su respuesta

Tú preguntas quién soy yo,
que siendo ignorarte he puesto
en duda tu eterna sabiduría.
Reconozco que he dicho cosas
que no alcanzo a comprender,
cosas que son maravillosas
y que en realidad no conozco...

Sin embargo, déjame responder
como mejor pueda a tu pregunta:
yo soy aquel que ha sido puesto
aquí en el mundo por tu merced,
sin que me dieses, no obstante,
medios para poder comprender,
de manera que me excuso,
mas no me puedo declarar
culpable por cuestionarte.

Y soy también aquel que sufre
la angustia de saberse mortal,
pobre, miserable, indefenso
ante el incesante miedo a la muerte.
Mas he de admitir que seas tú
quien no alcance ahora el sentido
de mis palabras, pues es razonable
que nada sepa de esta desolación aquel
que por naturaleza es inmortal e infinito.

martes, noviembre 20, 2012

El juego de la vida

Alguien es testigo del momento en que un pequeño, bajando del colectivo, le explica a su papá:

-El juego ese me gusta porque te permite hacer cosas que en la vida real no podés. Por ejemplo, si perdés tenés otra vida.

Me digo que no, que definitivamente no se trata de una idea tan sencilla e ingenua como parece. Saber que en la vida todo Game Over es definitivo ya es de por sí un concepto demasiado grande para ser abordado por un chico. Y también por un adulto, vamos a ser sinceros. Por añadidura la vida es un juego injusto, en el sentido de que ni siquiera nos han explicado cuáles son las reglas que la rigen. Debemos aprender sobre la marcha y hacernos cargo de nuestros errores sin derecho al pataleo. En lo que a mí respecta, para el caso de que Dios exista, tengo mis reparos en cuanto a que haya sido un Creador particularmente justo con nosotros, sus pobres y mortales creaturas. Ya lo sé, se me dirá que desde mi perspectiva humana no estoy en condiciones de juzgar las actitudes del Creador, y reconozco que en cierto sentido ello puede ser cierto. Pero el Creador no está aquí, en mis zapatos: quien está condenado a ser víctima del tiempo soy yo, el rebelde, el que exige al menos este derecho al pataleo.


lunes, noviembre 19, 2012

Requiem para un payaso

La vida tiene estas cosas:
todos los días hay gente que nace,
y también están los que se mueren.
Así ha sido siempre
desde que el mundo es mundo
y así seguirá siendo
por siempre jamás, amén.
Pero cuando muere un payaso
hay algo distinto que se rompe.
Cuando un payaso se muere
cierta incredulidad nos asalta
y en el cielo las estrellas
parecen llorar en silencio,
y no podría ser de otro modo.
Mientras tanto, aquí en el mundo,
el niño que alguna vez fue
y disfrutó con sus ocurrencias
se pregunta dónde ha quedado la infancia,
qué habrá sido de aquella inocencia,
y puede también que se mire
un instante en el espejo
y comprenda,
 un poco triste,
el paso del tiempo,
ese implacable.

In Memoriam Emilio "Miliki" Aragón Bermúdez 
(1929-2012)



sábado, octubre 06, 2012



 Dicen que dice cierta canción popular alemana:

Vivo, no sé por cuánto tiempo;
sé que moriré, aunque no conozco cuándo;
voy, pero no tengo idea hacia dónde...
Me asombra y me maravilla que
a pesar de todo esto pueda ser feliz.

domingo, septiembre 30, 2012

Hay una fotografía
Que muestra la espalda de una mujer
Inenarrablemente desnuda
Quizás aun ligeramente sudada.
Nada más hay eso.
La foto de una mujer sobre una cama,
Su espalda, su pelo revuelto,
La pose sugerente
Y nada más.
Y sin embargo hay mucho más.
Hay un deseo inconfesable,
Una inquietud indecible,
Hay una extraña belleza
Y un hondo misterio
Acaso irresoluble,
El del tacto sobre esa piel,
El del sabor de esa espalda
Al deslizarse por ella la lengua
Sedienta del halo prohibido.


miércoles, septiembre 26, 2012

Ludwig van B.

El otro día, en un pasillo del subte, me detuve un instante para apreciar esta escena: un estudiante de guitarra hacía lo que podía con una transcripción del Himno a la alegría... Unos metros más allá, una mujer andrajosa mendigaba unas monedas... Y movía la cabeza al ritmo de aquella melodía. Estoy seguro de que le parecía una música bonita, tanto como de que en aquel momento esa melodía era algo que le hacía bien. Lo más probable es que ella jamás haya escuchado hablar de ese tal Beethoven. Y en ese contexto seguramente eso no interesaba en absoluto.

De repente creo que en estas cosas radica el verdadero sentido del arte. Y que lo demás es impostura.

jueves, septiembre 06, 2012

Nota al margen

De repente me pregunto cuál caso será más grave, si el del tipo cuya vida a nadie le interesa, y que incluso más de uno desprecia, y que enceguecido por su vanidad cree a pesar de ello ser amado por todos, o el de aquel otro que, por el contrario, permanece solo, incluso a veces triste, convencido de que a nadie le importa, sin poder ver el afecto que otros están dispuestos a darle.

(Por cierto, que quede en claro que definitivamente no estoy incluido en la primera de estas dos categorías...)

sábado, agosto 18, 2012

Manejar con lluvia


Llueve desde hace días. Tantos que casi que ni puedo llevar la cuenta de cuántos van. Pero hoy, regresando a casa en mi auto, redescubro en esa lluvia algo que me llama la atención. "No entiendo cómo podés ver con el parabrisas lleno de agua", solía decirme mi mujer, cuando ella aún estaba aprendiendo a manejar. El comentario me causaba gracia. Yo no podía entender cómo alguien podría dejar de ver a través de un cristal por el solo hecho de que estuviese un poco mojado. Pero hoy, de repente, yo iba manejando debajo de la lluvia, a velocidad moderada, los limpiaparabrisas funcionando, prestando atención, cuando de pronto mi vista hizo foco sin querer en las gotas que iban cayendo por el parabrisas del auto. Automáticamente dejé de ver por un instante todo lo demás. Fue como si de golpe solamente estuviesen allí esas gotas, y nada más allá. Ni los otros autos moviéndose adelante, ni la autopista, ni el asfalto; sólo aquellas gotas, algunas deslizándose, formando pequeños arroyos, otras quietas, inmutables a pesar de estar el auto en movimiento. Por supuesto, aquello en realidad duró apenas un momento, acaso nada más el tiempo que el limpiaparabrisas tardó en encargarse de despejar la ilusión. Un tanto molesto con mi propia distracción, intenté reproducir un par de veces aquel curioso trance, siempre con el mismo resultado: cada vez que la atención se centraba en las gotas, la mirada se empecinaba y costaba ver cualquier otra cosa.

Y de pronto me doy cuenta de que así, de este mismo modo, es como vemos las cosas siempre: uno no ve en realidad lo que tiene delante, sino aquello en lo cual, a veces queriendo y otras veces sin querer, focaliza su atención. Lo demás pasa a segundo plano, se desvanece; nos volvemos medio ciegos para todo aquello en lo cual no fijamos nuestra atención, obsesionados por aquellas otras cosas en las cuales, tantas veces de una manera absurda, nos empecinamos en hacer foco, incluso cuando lo realmente importante suele estar más allá, precisamente en ese fondo fuera de foco que en ese momento se nos escapa, pero que oculta lo que en verdad es importante. Las cosas son, en definitiva, tal como en ese auto, en ese momento en el cual las gotas de lluvia parecían imponerse. Hay ocasiones en que fijamos tan obstinadamente nuestra atención en un miserable detalle que dejamos de ver todo lo demas. El proverbial árbol que oculta el bosque. Pero cuidado, que la experiencia también nos enseña que sucede asimismo al contrario: veces hay en que tenemos las cosas tan delante de nuestros ojos, como esas mismas gotas de lluvia en cuestion, y sin embargo somos incapaces de reparar en ellas, atentos como estamos a otras cosas, como si esas gotas fuesen invisibles, como si no existieran. Así de ciegos somos, a menudo, mientras manejamos por la autopista de la vida. Y no sólo los días de lluvia.

sábado, agosto 11, 2012

El blog va a terapia

En estos días estuve pensando en cerrar este espacio. No por falta de interés, sino debido a otras cuestiones (esos impulsos, que tanto tengo que aprender a controlar, todavía), que no tengo ganas de dejar consignadas aquí. Pero antes de hacerlo (porque ya estoy trabajando en la cuestión esa de mis impulsos, finalmente) decidí consultarlo con Horacio, mi analista. Y aunque él no es precisamente un experto en estas cosas de Internet, le expliqué lo que es un blog, lo que hago en general con él (esto de escribir sobre las cosas que pienso o siento) y mis dudas respecto de cerrarlo. Después de escucharme atentamente, me dio su diagnóstico:

- No creo que sea una buena idea que deje de escribir en ese lugar. Hablar sobre las cosas que nos pasan siempre es bueno. Sea aquí en terapia, con otras personas o compartiéndolo en un blog.

- La famosa cura a través de la palabra, de la que tanto habla el Psicoanálisis.

- Exactamente.

- Pero no "siempre" es bueno esto de contar las cosas que nos pasan, según parece. Al menos a ella le molesta. No que escriba cosas en el blog, sino que escriba cosas sobre ella, y que otra gente pueda verlo.

- Bueno, que otras personas lo puedan ver es parte del sentido de hacer un blog, me parece. En todo caso, ¿por qué no escribe cosas que tengan que ver con usted, y que no tengan que ver con ella?

- ¿Sabe lo que pasa? A esta altura de las cosas, creo que no hay nada en mi vida que no tenga que ver con ella...

viernes, agosto 10, 2012

Memorabila

De repente lo recuerdo. Y lo dejo anotado aquí, para poder volver de vez en cuando sobre esta idea. Hace algún tiempo una persona me dijo que había tenido una idea: había pegado un papel con una leyenda en la puerta de su heladera. Y cada vez que la abría, para sacar o para guardar algo, se obligaba a leerla. La leyenda en cuestión, más que una aseveración, era un desafío. Se trataba de hacer lo posible, día tras día, para que al final de la jornada lo manifestado por esa frase pudiese ser tenido por cierto.

La frase en cuestión decía: "Hoy me gustó ser yo."

¿Seremos capaces de vivir el día a día de manera tal que podamos, cada vez que nos detengamos a pensar en ello, dar por cierta semejante declaración?

miércoles, agosto 08, 2012

Aviso para el eventual lector

Todas las palabras volcadas en este espacio, al igual que cualquier palabra, en cualquier contexto que sea, pero en este caso en mayor grado y medida, puesto que no se ha renunciado aquí al uso de un lenguaje poético y/o figurativo, sino más bien todo lo contrario, ofrecen múltiples interpretaciones según quién, cuándo, cómo y desde dónde se proceda a su lectura. El que estas interpretaciones puedan ser diversas, y en ocasiones hasta opuestas entre sí, no significa que ellas sean necesariamente erradas, pues la contradicción es uno de los elementos que integran la lógica de cuanto aquí se ha escrito. Tampoco significa, y este detalle es de suma importancia, que cualquier interpretación pueda ser tenida por válida, por lo cual se recomienda al eventual lector no atribuirle ninguna intención definitiva al autor de estos escritos, pues éste no se responsabiliza por ninguna interpretación que, de manera consciente o inconsciente, consistente o inconsistente, decida hacerse de la lectura de los textos aquí incluidos, ya sea que se presuponga equivocadamente que el sentido de los mismos es claro y evidente o que, no siéndolo, se ha dado en el clavo con su interpretación.

Muchas gracias.

domingo, agosto 05, 2012

De pronto me pregunto...

¿Acaso habrá alguien a quien le interese algo de todo esto?...

Adioses

Es como una marea negra, que va creciendo por dentro, lentamente, pero sin pausa. Hace tiempo que no se hacía presente, pero aquí está otra vez, finalmente, de nuevo. Es como un monstruo que acecha, sin dejarse ver; un monstruo bestial, de contornos indefinidos, pero peligroso, amenazante, y yo siento este sudor frío que anticipa el desastre. Tengo miedo, y no puedo moverme. Tengo miedo, y vos, ahí afuera, no tenés la menor idea, y eso es lo que más me desespera. ¿Qué va a ser de mí? ¿Qué va a ser de nosotros? ¿Cómo es posible que a nadie le importe? ¿Que nadie haga nada para que este monstruo se aleje de aquí de una vez por todas? Quisiera poder volver a ser solamente un niño. Lo lamento, lo lamento tanto... De verdad lo digo. Haber llegado hasta aquí sólo para encontrar que no teníamos nada. Y saber que también eso es una enorme mentira. De repente me doy cuenta: este monstruo se llama sinsentido. De eso se trata esta marea negra y cruel y desesperante. Y por supuesto, nada puede hacerse en contra de ella. Tal vez sólo entregarme mansamente, sin ofrecer resistencia, cerrar los ojos, sentir este cálido adormecimiento que de repente me invade, y olvidarme de todo. Especialmente de mí mismo.

Clausuras

No importa lo que haga, ya nada será lo correcto.
Este es el drama que determina la paradoja
y es por esto que decido retirarme.
Ya no tengo más fuerzas para seguir peleando
ni voluntad, tampoco, para resistir.
Lo he intentado todo, y todo ha sido insuficiente.
Ahora sólo me queda esperar que el manto
protector de la noche descienda
y me ampare en su regazo.

sábado, agosto 04, 2012

Espejos

Y si el otro día fue un Borges, hoy con toda justicia le toca el turno a mi amigo Julio. Y otra vez es un poema, que aparece como por arte de magia de la mano de mi hermana. Y otra vez son unas líneas que a lo largo de todos estos años al parecer había ignorado, o acaso olvidado. ¿Para qué nos sirve aprender tantas cosas si a la larga poemas como este se nos escapan? ¿Para qué nos sirve la memoria, si a la larga uno no consigue retener con fidelidad estas cosas para siempre? No importa. Hoy es hoy, y hoy mi amigo Julio (a Cortázar me refiero, claro) dice otra vez, y pocas veces ha sido tan oportuno:

Qué vanidad imaginar
que puedo darte todo, el amor y la dicha,
itinerarios, música, juguetes.
Es cierto que es así:
todo lo mío te lo doy, es cierto,
pero todo lo mío no te basta,
como a mí no me basta que me des
todo lo tuyo.

Por eso no seremos nunca
la pareja perfecta, la tarjeta postal,
si no somos capaces de aceptar
que sólo en la aritmética
el dos nace del uno más el uno.

Por ahí un papelito
que solamente dice:
Siempre fuiste mi espejo,
quiero decir que para verme tenía que mirarte.


Lo repito: nunca antes tan oportuno. ¿Te dije que este poema se titula Bolero? Sí, ya sé que eso ahora no importa. Lo que sí importa, date cuenta, es que yo no lo digo en pasado, sino todavía en presente; no seas necia, no perdamos aun este crepúsculo: Siempre fuiste mi espejo. Quiero decir que para verme... tengo que mirarte.

miércoles, agosto 01, 2012

Memorias

Encuentro un verso de Borges, en una entrada de Facebook. No lo conozco. Lo busco y es el final de un poema titulado Cambridge. Como es de esperar, se trata de un bello poema. Me tienta también a mí dejar a mano un fragmento, y lo hago...


Alzo los ojos y los pierdo en el ubicuo azul.
Más allá están los árboles de Longfellow
y el dormido río incesante.
Nadie en las calles, pero no es un domingo.
No es un lunes,
el día que nos depara la ilusión de empezar.
No es un martes,
el día que preside el planeta rojo.
No es un miércoles,
el día de aquel dios de los laberintos
que en el Norte fue Odin.
No es jueves,
el día que ya se resigna al domingo.
No es un viernes,
el día regido por la divinidad que en las selvas
entreteje los cuerpos de los amantes.
No es un sábado.
No está en el tiempo sucesivo
sino en los reinos espectrales de la memoria.
Como en los sueños
detrás de las altas puertas no hay nada,
ni siquiera el vacío.
Como en los sueños,
detrás del rostro que nos mira no hay nadie.
Anverso sin reverso,
moneda de una sola cara, las cosas.
Esas miserias son los bienes
que el precipitado tiempo nos deja.
Somos nuestra memoria,
somos ese quimérico museo de formas inconstantes,
ese montón de espejos rotos.

Pero sí... Definitivamente es ese verso final el que lo dice todo. Somos nuestra memoria, y ella es inconstante, caprichosa a veces, sabia en otras ocasiones, unas pocas acaso, pero jamás objetiva, nunca reveladora de una realidad que inevitablemente estará siempre más allá, en algún otro lugar, vaya uno a saber dónde. Aquí sólo hay, como bien lo ha dicho el poeta, formas inconstantes, un montón de espejos rotos, y otros tantos ingenuos empecinados en creer que así es como realmente han sido algunas cosas.

lunes, julio 30, 2012

Donde la palabra nombra...

Hace unos días me topé con una formidable cita debida a Marguerite Duras, que quiero dejar consignada a continuación:

"Me dije que uno escribe siempre sobre el cuerpo muerto del mundo, y también sobre el cuerpo muerto del amor. Que es en los estados de ausencia donde se hunde el escrito, no para reemplazar nada de lo que ha sido vivido o supuestamente ha sido, sino para consignar el desierto dejado por ello."
Me digo que la cita es magnífica, tremendamente lúcida, y notablemente lacaniana. Allí donde la palabra nombra, lo que se nombre es la ausencia de lo nombrado. Pero no logro resistirme y sucumbo a la tentación de perfeccionar esta idea. Y entonces digo: que en general se escribe para consignar el desierto dejado por aquello que no está. Ya sea porque se ha ido o porque jamás se lo ha tenido. Y me digo además que esto no funciona de este modo sólo con la palabra escrita, sino también con la palabra dicha, y también con aquellas palabras que, habiendo despertado en nuestra mente, luego se han callado. Pues no se trata únicamente de la palabra, sino de cualquier representación imaginaria. Con las ideas en general sucede esto. Toda idea en nuestra mente inaugura un desierto, una ausencia, un ideal que a veces puede cobrar una dimensión tal que finalmente es capaz de asfixiarte.

domingo, julio 29, 2012

Olvido

Mira a tu alrededor. Todo eso que está allí, al alcance de tu vista, o casi todo al menos, seguirá estando cuando tú ya no estés para verlo. Pero no te sientas por ello inferior, ni tampoco insignificante. Porque todo lo que ves, o casi todo, correrá tarde o temprano la misma suerte. A la larga, no hay nada que pueda rescatarnos del olvido.

(En realidad, la reflexión no tiene por qué ser necesariamente pesimista: quien nada tiene, nada tiene que perder y es en consecuencia absolutamente libre.)


P.D.: Diez años más tarde, releo este pensamiento (¿pueden leerse los pensamientos?) y me doy cuenta de que bien podría convertirse en un poema. Algo así como...

Mira a tu alrededor. 
Todo eso que está allí 
al alcance de tu vista 
o casi todo, al menos, 
seguirá estando cuando 
ya no estés para verlo.
No te sientas por ello inferior 
ni tampoco insignificante 
pues todo lo que ves 
absolutamente todo 
correrá tarde o temprano 
la misma suerte.
A la larga, no hay nada 
que pueda rescatarnos del olvido.

sábado, julio 28, 2012

Mejoría

Aquel muchacho
lo imagino algo desalineado
un poco rebelde tal vez
bastante problemático
acaso algo inmaduro
aquel muchacho, decía,
no sabía manejar sus emociones
cuando la angustia lo superaba
se despertaba gritando
en medio de la noche
como un desquiciado
se tiraba al piso
se orinaba encima
o golpeaba su cabeza
hasta aturdirse
o hasta hacerla sangrar
un poco.

Luego se detenía
porque con eso alcanzaba
porque era suficiente
para ahuyentar
los fantasmas
de su mente.

Un día lo trató un médico
quienes lo querían bien
le ofrecieron consejos
él mismo reflexionó
tomó unas pastillas
maduró, escuchó, hizo caso.

Hoy todavía tiene angustias
no logró a pesar de todo
que las cosas le resbalen
como su médico pretendía
y como él mismo hubiese deseado
pero ya no grita como antes
ni se hace más encima
ni golpea su cabeza
hasta hacerla sangrar
y la gente que lo quiere
lo aplaude y se alegra
viendo cuánto creció
lo mucho que maduró
lo bien que ahora
parece estar.

Lo que nadie logra ver
es que su cabeza todavía
sangra debido a la angustia
sólo que ahora
sangra por dentro
y él ya no sabe cómo
espantar los fantasmas
aliviar eso que siente
entonces escribe poemas
sin demasiado sentido
poemas que nadie leerá
que hablan de otras gentes
que sufren por allí
gentes que no existen
lo mismo que él.

Pero ahora
que ya no golpea
su cabeza
contra nada
ya no sabe cómo
liberar su angustia.

lunes, julio 23, 2012

Decir callando, callar diciendo

"Se pueden decir muchas cosas callando. Así como se pueden callar muchas cosas diciendo." Leo esta frase y me quedó pensando en cuánta sabiduría encierra. En cuanto a lo primero, es algo que resulta evidente, por no escribir evidentísimo, palabra que según la Real Academia no existe. Evidentísimo al menos para mí, que suelo callar más de lo que digo, y no porque me guste hacerme el misterioso, sino porque esa es mi manera de decir. En cuanto a lo segundo, lo lamento, pero no puedo dejar de pensar, entre muchos otros ejemplos igualmente posibles, en la verborragia del actual gobierno. Pero es sólo un ejemplo, insisto, entre tantos otros posibles.

miércoles, julio 18, 2012

In Memoriam Jon Lord, Rick Wright & others

Cuando los ídolos musicales de tu adolescencia, esos que todavía sonríen desde la portada de los viejos discos, jóvenes y hermosos, con el pelo largo y ese aire de alegre rebeldía que nos otorga la convicción de tener por delante un largo tiempo por vivir, mucho más amplio ese horizonte que aquel otro que con los años aportará más tarde la experiencia, y todavía suenan así de jóvenes y de rebeldes y de hermosos rockeando en esos mismos discos que uno escuchó antaño una y mil veces, y que todavía se atesoran en un rincón especial; cuando estos ídolos se mueren, pero no por culpa de una sobredosis, ni en un accidente de autos, ni cayendo de un helicóptero, ni asesinados por un demente, sino como consecuencia de una enfermedad degenerativa tan vulgar como un cáncer de páncreas, y en este sentido hay que reconocer que algo de razón tuvo aquel que opinó que la muerte de Lennon fue mucho más políticamente correcta que la de Harrison, por aquello de que para una estrella siempre será preferible estallar a desvanecerse, pero además sin que uno pueda decir con justicia ninguna cosa asimilable a un "tan joven que era", pues aunque tampoco fuesen viejos esta declaración ya no sería sincera... Cuando todo esto sucede, viene a ser como una pequeña señal de alerta que te indica que también para vos, aunque no seas famoso, el tiempo está pasando, inconmovible.

domingo, julio 15, 2012

Pandora

He fracasado en todo.
O en casi todo, y es casi lo mismo.
Hoy ha vuelto a salir el sol
...por el este
...por el norte
...por el sur
...por el oeste
Sol de utilería
que no conoce su rumbo
ni es capaz de ahuyentar las sombras
de la noche que se encarnan
en el alma.

He fracasado en todo.
O en casi todo.
Hasta en aquel torpe intento
por acabar conmigo mismo.
No soy más que el triste despojo
de aquello que alguna vez
soñé que un día sería.
Y hoy no tengo siquiera
la convicción suficiente para
dejar de ser de una vez por todas,
para apurar esa hora final en que
no seré más que olvido.

Esa hora llegará para todos,
menudo consuelo,
por más que nos empeñemos
en conseguir lo contrario.

Necesito una esperanza.
Tal vez será por eso que ahora
me topo con esta caja que
bien podría ser la de Pandora.
Pero no. Es tan solo una caja
con recuerdos de infancia.
Vaya a saber uno de
dónde habrá salido.

La abro.
Hay aquí dentro
una pequeña rana de lata
que salta cuando se le da cuerda.
Hay también un cañón de juguete
y unas cuantas cebitas
que nunca han sido usadas.
Hay varios autitos de colección,
tan bien cuidados que parecen nuevos,
y un viejo oso de peluche
que seguramente alguna vez
habrá ahuyentado
los miedos propios de la noche
y hoy da un poco de pena
con sus ojos de botón y su costado raído.

Y hay finalmente un cuchillo,
que al parecer jamás fue estrenado.
Un cuchillo prometedor y amenazante
cuyo filo podría cortar fácilmente
cualquier cadena de sueños rotos.

viernes, julio 13, 2012

Los inmortales

Somos inmortales. Hasta que un buen día, sin previo aviso, nos visita un fantasma. Un fantasma que aparece allí, en nuestra propia casa, cómodamente sentado ante nuestros ojos en esa silla en la cual hasta el día anterior sólo los mortales se habían sentado. Esos mortales que pretendían no serlo, claro, pobres ingenuos. Así somos. La presencia no nos amenaza, ni pretende asustarnos, ni nos increpa, ni nos reclama nada. Sólo aparece sentada allí, amable, cordial, pacífica, con su manta rosa, como si jamás se hubiese ido. Moviendo una mano saluda a su hijo, un hombre ya grande, esencialmente bueno, que no puede dar crédito a sus propios ojos. Y al segundo siguiente simplemente ya no está más. No pasó a mayores la visita. Pero esto solo alcanza para alterar el estado de todas las cosas. El mundo es de repente más frágil. O tal vez no, en realidad. Pero se hizo más patente el hecho de que ni siquiera aquellos que nunca antes murieron están a salvo de no morir quizás mañana.

Los inmortales se van a ir también, algún día.
Y yo no puedo parar de llorar.

jueves, julio 12, 2012

El tiempo, ese inconstante...


¿Cuánto dura el presente? ¿Durante cuánto se extiende ese inasible momento en el cual vivimos, respiramos, amamos, sufrimos, tragamos, eyaculamos, esperamos, desesperamos, gritamos, pensamos, nos preguntamos cosas sin sentido como esta? De seguro el presente no es el día que transcurre, pues con el paso de un solo día son muchas las cosas que suceden, y ya por la tarde anotamos como parte del pasado aquel beso que dimos por la mañana, ese mal paso que dimos al mediodía, aquel otro al cual no nos atrevimos. ¿Durará el presente una hora, acaso?... ¿Solamente media, tal vez?... ¿O apenas un minuto, ese que en ocasiones marca la diferencia sutil pero definitiva entre la vida y la muerte? ¡Ay, si Romeo hubiese llegado un minuto más tarde apenas, hubiese encontrado a Julieta despierta y ninguna tragedia hubiese tenido lugar!... O por lo menos no esa tragedia, la que imaginó Shakespeare, que otras seguramente habrán podido suceder.

Regresando a la cuestión del presente sobre la cual estábamos reflexionando ("estábamos"; hasta eso ya es parte del pasado), lo cierto es que por mucho que nos esforcemos siempre podremos partir por dos ese segmento impreciso de tiempo que constituye el ahora. Un minuto, medio minuto, quince segundos, un segundo tan solo, una décima de segundo, que marca la diferencia entre el triunfo y la derrota de un corredor, una centésima... Nos asombraría saber la cantidad de cosas que pueden suceder en el mundo subatómico en el transcurso de la millonésima parte de un segundo cualquiera. Por pequeña que sea la fracción de tiempo que decidamos considerar, siempre podremos partirla en dos. Con lo cual, hasta es posible que eso que llamamos presente en definitiva no exista.

Tal vez en verdad el presente sea sencillamente el impreciso momento en el cual el futuro (que tampoco existe, pues por definición es lo que aún no ha sucedido) se transforma en pasado (que por cierto tampoco existe, pues por definición es lo que alguna vez estuvo pero ya no está más). Y sin embargo, el presente transcurre, como transcurre el tiempo, como transcurre la vida. Evidentemente hay en alguna parte un error en nuestra apreciación de las cosas. Y sin embargo, la vida sigue, a pesar de ello.

miércoles, julio 11, 2012

Estar errado

"Yo nunca me equivoco", asegura alguien, con tono enfático. Pero después parece reflexionar un poco, y con un dejo de aparente humildad reconoce: "No, en realidad esto que acabo de decir no es cierto. Una vez creí estar equivocado... Y por supuesto no lo estaba; ese fue el único error que cometí en mi vida."

Quien se expresaba de esta manera lo decía como una humorada. Pero me recordó la soberbia sincera de mucha gente, tanto más peligrosa cuanto más poder detenta. Que cada quien ilustre esta reflexión escogiendo su propio ejemplo.

martes, julio 10, 2012

La realidad, esa ingenua mirada que tenemos sobre el mundo...

En el albor de los tiempos, los primeros humanos quisieron comprender aquello que sucedía a su alrededor. Y como no les resultó posible, atribuyeron a cada suceso un significado, sentando así las bases de ese algo que pretenciosamente terminaron llamando "realidad".

Con el correr de los años y los siglos muchas cosas cambiaron. Pero en el fondo nada ha cambiado, en lo que respecta a nuestra humilde (o para decirlo con mayor propiedad: ingenua) comprensión de las cosas y del mundo. Creemos saber. Ese es nuestro mayor error.

lunes, julio 09, 2012

Estar de acuerdo

- ¿Cómo saber si esto, que yo llamo verde, tú no lo ves rojo, aunque los dos lo denomináramos verde y creyéramos estar de acuerdo? -le decía sosteniendo en la diestra una col.

(Federico Andrahazi, El secreto de los flamencos)

PARA TENER PRESENTE: Buena parte de la comunicación humana, incluso en aquellas raras ocasiones en que todo parece funcionar bien, está basada en realidad sobre un equívoco.

domingo, julio 08, 2012

Breve reflexión acerca del futuro

Tanto para bien como para mal, jamás supongas que algo no ha de ocurrirte simplemente porque nunca antes te haya sucedido. Ten en cuenta que después de todo, y por mucho que queramos resistirnos a pensar en ello, todos los días muere gente que hasta la mañana anterior acostumbraba amanecer con vida.

sábado, julio 07, 2012

Soledad

Se pregunta el italiano Carlo Dossi por qué, en general, las personas rehuyen la soledad. Y él mismo se responde:

"Es que son muy pocos los que encuentran compañía estando solos consigo mismos."

Teniendo presente esta idea es que algunas veces quisiera ser mejor compañía para mi propia persona. Pero la verdad es que a pesar de mis esfuerzos la mayor parte del tiempo no me soporto. Como ahora. ¿Qué hacer en momentos así? Salir a buscar la compañía de alguien más, por supuesto. Pero si yo mismo no me tolero, ¿cómo pretender que alguien más lo hiciera? Debería intentar cambiar mi mal genio, tal vez. Pero entonces ya volvería a ser una buena compañía para mí. Y me conformaría con estar solo conmigo mismo.

viernes, julio 06, 2012

Breve reflexión acerca del miedo III


El erotismo está ligado al conocimiento de la muerte, sostiene Georges Bataille. De la propia muerte, aclaro yo. Y es que, en efecto, en los círculos los extremos se tocan. La seducción erótica, vinculada a la procreación, no es sino una máscara que le ponemos a la vida para escaparle por un rato al miedo que sentimos ante el desconocido abismo que supone la inevitable finitud de lo que somos.

miércoles, mayo 23, 2012

Breve reflexion acerca del miedo II

En relación a los miedos, precisamente, que sobre eso versa la anotación de este blog que precede inmediatamente a la presente, sin duda vale la pena tener presente aquella sabia aseveración que realizara alguna vez André Guide, cuando afirmó:

"Existen muy pocos monstruos que ameriten el miedo que alguna vez sentimos por ellos."

Es así, nomás, la cosa. Más allá, por supuesto, de que el mejor modo de no dejarse vencer por los monstruos, sean los de verdad o los imaginarios, sea no preocuparse en demasía por ellos.

martes, mayo 22, 2012

Breve reflexión acerca del miedo

Alguien escribe en alguna parte aquella famosa sentencia que asegura: "No hay nada de qué temer, excepto el temor en sí mismo."

De acuerdo, me digo; tiene algún sentido. Pero sinceramente prefiero pensar, un poco a la manera de Franz Kafka cuando sostiene que uno no debe desesperar ni siquiera ante el hecho de ya no desesperar, en otros términos. Algo así como: "No tengas miedo, ni siquiera ante la posibilidad de sentir miedo."

Sinceramente me parece algo mucho más sano y tranquilizador.

domingo, mayo 06, 2012

Palomas


Ella mira al anciano que le da de comer a las palomas. Según le dirá más tarde a alguien más, lleva en sus manos llenas de migas más alimento del que guarda dentro de su propio pellejo. ¿Por qué hace lo que hace?, se pregunta, sin que nadie le ofrezca una respuesta. Entonces, al llegar a su casa, ella abre su block de notas y escribe:

"¿Usted alguna vez se puso a pensar qué se esconde detrás del acto de dar de comer a una paloma? El ave no necesita de las migajas de la mano de un humano para vivir, puesto que sabe donde conseguir su alimento. En la acción de alimentar a una paloma se esconde un deseo de volver la vida más poética. Pero también se encubre un deseo oscuro fundado en que algo tan libre como un ave se valga de uno por unos momentos."

Es verdad lo que ha escrito ella. Como también es cierto, y no hay que olvidarlo, que hay quienes tiran migas con el secreto propósito de que alguna paloma se acerque lo suficiente, para poder cazarla y hacerla luego con polenta. Esta clase de personas -de más está decirlo- poco y nada sabe de la vida poética, por supuesto.

martes, mayo 01, 2012

Fantasmas virtuales

Algo curioso está pasando en el mundo virtual. Algo que, conforme pase el tiempo, sólo puede profundizar sus efectos. Ya van varias veces que Facebook me sugiere como contactos a quienes, por cierto, por más que quieran, o hubiesen querido aceptarme, ya no podrán hacerlo. Y esto es algo que cada vez sucederá más a menudo. Quiero decir: la gente se va de este mundo, de risas y de lágrimas, pero permanecen aquí los perfiles que crearon en vida en las redes sociales. Y casi como si fuesen santuarios la gente entra (entramos) y se siguen escribiendo allí cosas. Y en definitiva parece que estamos ante fantasmas, que se resisten a irse del todo, o que acaso nos recuerdan de este modo lo que fueron cuando todavía estaban vivos.

¿Habremos encontrado al fin un sucedáneo virtual para la inmortalidad? ¿O será este un modo de recordarnos, quienes ya no están, que también nosotros somos mortales?

De todos modos, de continuar sin cambios este proceso, lo curioso es que de aquí a doscientos años, si es que para entonces las redes sociales en Internet permanecen sin mayores cambios, en este universo de lo virtual seremos más los fantasmas que los propios vivos. Y conste que, proyección a futuro mediante, ya me he incluido a mí mismo, sin mayores resistencias, en el otro bando.

Saludos, entonces, a mis nietos, y también a los nietos de mis nietos, si alguna vez llegan a pasar por aquí. Y por si acaso dejo constancia de mi declaración de haber hecho siempre lo mejor que pude, incluso cuando ello pueda parecer algún día no haber sido suficiente.

lunes, abril 30, 2012

Contradicciones


Me llama la atención un cartel, pegado en los muros de la facultad, que dice así: "Basta de violencia contra la mujer".

- Absolutamente de acuerdo, pienso.

Pero enseguida, más abajo, en el mismo cartel también leo: "Sí al aborto".

- Será sí al aborto de fetos masculinos, me digo entonces. Porque no cabe duda, visto desde la perspectiva del feto femenino, de que el aborto sólo podría ser visto como una clara forma de violencia.

sábado, marzo 03, 2012

Dolor y sabiduría

Muchas veces nuestras preocupaciones reflejan la medida exacta de nuestra ignorancia. El paciente que teme que no le den suficiente anestesia y sentir dolor durante la operación a la cual va a someterse, por ejemplo; cuando en realidad, como bien lo sabe el anestesista, el verdadero riesgo es otro, pues si se suministra anestesia de más puede que el paciente jamás despierte. 

Lo mismo vale para nuestra vida cotidiana. Con nuestra vana preocupación por esa mínima mancha que quedó en la pared recién pintada, por poner un caso; humilde metáfora que aplica a tantísimas otras cosas. Quiero decir: un ciego no repararía en esa pequeña mancha, y en consecuencia no se amargaría por ella... ¿Quién es entonces más afortunado? ¿Quien por no poder ver la mancha en cuestión no se aflige por ella? ¿O aquel otro que, pudiéndola ver, se amarga al punto de no disfrutar de lo bueno que tiene?

Cierto es que, como decía un sabio amigo a quien hace mucho no veo, cuando a uno le pisan el pie, uno es el único que sabe cuánto duele... Pero entonces resulta que hasta para evaluar el propio dolor es preciso tener cierta dosis de sabiduría.

viernes, febrero 24, 2012

El vaso medio lleno

Alguien vuelve a traer la ya clásica cuestión de si el vaso está medio lleno o medio vacío. Pero esta vez surge un interesante punto de vista sobre el particular. Habitualmente quien ve el vaso medio lleno es tenido por optimista, y se tilda de pesimista a su opositor. Por otra parte, lo común es que al optimista se lo califique de idealista, mientras que el pesimista, por el contrario, suele pasar por alguien con los pies bien puestos sobre la tierra. "Yo no soy apocalíptico ni pesimista, sino realista", solía decir Christian Ferrer en tiempos en que él era mi profesor y yo asistía a sus clases como estudiante. No me extrañaría que lo siga diciendo. En todo caso, esta mirada que identifica pesimismo con realismo se encuentra bastante extendida. Y me tienta añadir que seguramente no sin motivos.

Sin embargo, hete aquí que hay un punto de vista alternativo, según el cual quien observa el vaso medio vacío es en los hechos un idealista, en tanto el hombre centrado en los hechos es quien lo ve medio lleno. Y la explicación para esto es bien simple: nótese que quien observa el vaso medio lleno, está viendo lo que de hecho hay. Lo que hay, en esa mitad del vaso, es real. Por el contrario, quien escoge ver el vaso medio vacío, pone su atención en aquello que falta, que es precisamente lo que no está, aquello que no tiene presencia material, que no existe y acaso jamás haya existido. Por ende, su punto de vista está focalizado no en una realidad, sino en una mera idea, en un deseo.

La cuestión no es menor, en cierto punto. Porque todo el tiempo estamos eligiendo, incluso sin ser del todo concientes de ello, entre la posibilidad de ver todo lo mucho que nos falta o todo lo mucho que tenemos. Y no se trata de ser conformista. Pero lo que tenemos es real, y lo que nos falta pertenece al mundo de lo ideal. Sin embargo, nos solemos angustiar por lo que nos falta con mucha mayor facilidad de lo que nos conformamos en lo que de hecho es nuestro. ¿Idealista?... ¿Realista?... Todo depende de cómo uno prefiera observar las cosas.

martes, febrero 21, 2012

Quiero un trozo de mí mismo para seguir viviendo


Esta costumbre de revisar los papeles viejos antes de tirarlos... Papeles conservados durante años, en el fondo de algún placard, que finalmente se encuentran con su inevitable destino de terminar en la basura, pero que antes reciben una última mirada, casi como un consuelo, previo al ser olvidados definitivamente. Y entonces de repente una frase, sabe Dios nacida de quién, que de mí no ha sido:

"Igual a una bestia malherida que se alimenta de su propia sangre, quiero un trozo de mí mismo para seguir viviendo."

Así dice. Y yo, antes de tirar ese papel a la basura, decido anotar aquí esas palabras, movido por alguna razón que ciertamente se me escapa.

lunes, febrero 20, 2012

Sensibilidad y entendimiento

La sensibilidad y el entendimiento son dos dimensiones que difícilmente compatibilicen de una manera adecuada. Quien piensa y quien siente se acercan de maneras diamentralmente opuestas al mundo. El primero instala, a través de su razón, una distancia respecto de las cosas y de sí mismo que el segundo no concibe. Lo paradójico del caso es que, probablemente, el primero no comprenda en absoluto de qué se trata.

Recordemos lo que dice Schiller en sus Cartas para la educación estética del hombre: "Al entendimiento le es necesario desgraciadamente destruir primero el sentido interior del objeto para poder apropiarse de él. Como el químico, el filósofo sólo descubre el enlace de los elementos mediante la disolución, y sólo llega a comprender la obra de la naturaleza espontánea mediante tortuosos procedimientos técnicos. Se ve obligado a encadenar con reglas a los fenómenos para captarlos en su fugacidad, a desmembrar sus bellos cuerpos en conceptos y a conservar su vivo espíritu en un indigente armazón de palabras. ... Tratando de acercar el objeto de mis investigaciones al entendimiento, lo alejo de la sensibilidad. ... Esto es aplicable al fenómeno de la belleza. Toda su magia descansa en su misterio."

miércoles, febrero 15, 2012

La idea de luchar contra la idea del poder


Leo el siguiente comentario de Gregory Bateson: "Dicen que el poder corrompe, pero sospecho que eso es una tontería. Lo que sí es verdad es que la IDEA del poder corrompe. El poder corrompe más rápidamente a quienes creen en él y son ellos quienes más lo apetecen. Es obvio que nuestro sistema democrático tiende a dar el poder a quienes tienen hambre de él y brinda a quienes no lo desean todas las oportunidades para evitarlo. No es un ordenamiento muy satisfactorio, si efectivamente el poder corrompe a quienes creen en él y lo desean."

La frase me lleva a pensar, por supuesto, en la eterna corruptela política argentina que ha caracterizado a nuestro país desde el mismo momento de su fundación. También pienso en la paradójica condición del sistema democrático. Pero sobre todo me detengo en esa curiosa distinción que Bateson hace, al remarcar que no se trata del poder, sino de la IDEA del poder. Y entonces me resulta de pronto evidente que dicha IDEA opera en función de quien desea y persigue el poder tanto como de quien debe padecer al presunto poderoso. Presunto, pues se trata nada más que de una idea. Bastaría con que lográsemos cambiar nuestra perspectiva respecto de esa gente para las cosas en su conjunto comenzaran a ser muy diferentes.

miércoles, febrero 08, 2012

Pasiones y cuerpos virtuales


"Inventamos lo prohibido para tener emociones y necesidades", señaló alguna vez el dramaturgo Darío Fo. "Pareciera que si nos quitan lo prohibido nos quedamos sin el placer de hacerlo." Resulta claro lo que dice Fo, quien sabe, por cierto, de prohibiciones. Pero una cosa es lo prohibido que pese a serlo resulta alcanzable, y otra muy distinta aquello que además de prohibido resulta utópico, cuyo deseo únicamente puede conducirnos a una permanente desilusión.

Si a una persona le dicen que no puede entrar en un lugar, es ahí exactamente adonde querrá entrar. Pero si a la larga resulta que ese lugar al cual uno quería entrar porque no lo dejaban finalmente no existe, el placer se convierte en una frustración irremediable. Es como esa historia que imaginó alguna vez Bioy Casares, cuando el protagonista de La invención de Morel se enamora de Faustine, solo para enterarse más tarde (pero ya irremediablemente enamorado, con lo cual no puede dejar de desear) que Faustine no es real, sino tan sólo una proyección generada por una compleja maquinaria.

Tristemente, todos somos en cierta medida una proyección imaginaria de los demás. Y los otros una proyección imaginaria que nosotros hacemos de ellos, claro. Acaso el cuerpo nos seduce porque nos promete la posibilidad de ir más allá de este engaño, y de allí derive el deseo. Finalmente, incluso cuando uno nunca pueda llegar a sentir las sensaciones del otro, e incluso cuando el otro no exista tal como lo imaginamos, es difícil negar la otredad en sí misma en el contacto con la piel del otro, en el momento del encuentro de los cuerpos.

Pero hay un cuerpo ausente, cada vez más pertinaz en nuestra cultura, del que no es posible esperar esta clase de evidencia.

lunes, febrero 06, 2012

Artes plásticas 2


Según parece, la familia real de Qatar pagó U$S 250 millones por el cuadro "Los jugadores de cartas", del francés Paul Cézanne, que se convierte así en la obra de arte más cara de la historia. Dicen que la tela irá a parar al Museo Nacional de Qatar, lo cual es al menos una buena noticia. Triste destino sería que esta pintura terminase oculta en la bóveda privada de algún excéntrico coleccionista millonario.

Pero más allá de esto también me digo: si por esas cosas del destino mañana llegara a descubrirse que este cuadro no era un Cézanne original, sino una copia, o que en realidad se trata de una obra que pintó otra persona y fue mal atribuida a Cézanne, su cotización bajaría estrepitosamente. Por lo pronto, ya nadie estaría dispuesto a pagar los U$S 25.000.000 que se pagaron por esta pieza. Sin embargo, el cuadro seguiría siendo el mismo. La conclusión es simple: lo que vale no es el cuadro en sí... sino el hecho de tratarse de un Cézanne. 

Entonces me pregunto: ¿No es esta una manera bastante imbécil de aproximarse a una obra de arte?

domingo, febrero 05, 2012

Artes plásticas


Cada tanto llega el momento de tirar papeles a la basura: periódicos viejos, fotocopias diversas, hojas sueltas sacadas de aquí y allá. En esos días, siempre me empeño en tratar de rescatar alguna frase, algún concepto, de entre todos esos papeles que en apariencia ya no tienen ninguna relevancia. Y casi siempre algo encuentro.

He aquí algo de lo que encontré esta vez: "Creo que lo que más me gusta de las artes plásticas es que hacés alguna tontería, tirás una cosa, esparcís un material cualquiera, derramás el tarro de pinceles en el suelo, y listo: algo fuera de vos mismo ha pasado. Por malo que sea, ya está allí, independiente, pidiendo una respuesta." 

Confieso que más de una vez pensé esto mismo (me refiero a lo de la simplicidad de la tontería) de muchos artístas plásticos, sobre todo de Warhol a esta parte. Pero lo curioso aquí es que el autor de la frase se dedica de hecho a las artes plásicas: se trata del brasileño Nuno Ramos. No conozco nada de su obra, pero me llama la atención la brutal sinceridad con la cual se refiere a su arte. Y como Ramos también ha fatigado su máquina de escribir y ha publicado algunos libros, añade que la palabra exige en cambio, para salir a la superficie literaria, un trabajo especial, que la purifique de la banalidad del día a día.

Por qué razón las artes plásticas podrían ser banales y la literatura no, es un tema para debatir, aunque no sea esta la ocasión de hacerlo. Pero me quedo con la idea de que aquello que se pone allí, en el mundo, fuera de uno, sea bueno o sea malo, una vez que la obra surge, ya quedó en el mundo, independiente, reclamando una respuesta. Y me digo que también con las palabras sucede esto mismo a veces.

viernes, febrero 03, 2012

Una boludez...

Una mañana, al despertar, comprendí que tarde o temprano, en algún momento de mi vida, alguien me iba a tomar por boludo. Así las cosas, opté por encarar el asunto con cierta filosofía y decidí prepararme: si tenía que pasar por boludo, yo no quería ser un boludo cualquiera. Decidí que yo iba a ser un boludo diplomado. Y como enseguida me percaté de que no hay ninguna institución oficial que ofrezca, al menos declaradamente, esta especialidad, gasté parte de mis ahorros para anotarme en un curso privado. Lo cual demuestra que alguna aptitud tenía para la empresa que me había propuesto.

Lo cierto es que estudié, me esforzé todo lo que pude, cuando no pude intenté que se notara lo menos posible, y todo parecía marchar a pedir de boca... Pero el día en que debía rendir el examen final, ese examen del cual dependía finalmente el otorgamiento de mi diploma, los examinadores me reprobaron. "Habrá sido por boludo", dirá algún desprevenido, sin notar que precisamente ser boludo era el objetivo del curso, con lo cual se hubiese tratado de un contrasentido. En todo caso, creo que me faltó un poco de convicción, y seguramente se notó que estaba actuando.

La conclusión es simple, y deja cierta moraleja: No es lo mismo ser boludo que hacerse el boludo, por más que a veces la gente se olvide de este pequeño detalle.

jueves, febrero 02, 2012

El sentido de las cosas

"Nuestro primer impulso es descifrar lo que percibimos a nuestro alrededor, como si todo lo que hay en el universo tuviera un significado."
(Alberto Manguel)

miércoles, febrero 01, 2012

Tormenta


Retumba un trueno
ajeno a todo
incluso a sí mismo
allá en lo alto de la noche.

Aquí abajo, Sofía se sobresalta.
"Soy una niña", dice como excusándose.

"Todos somos niños en el temor",
pienso entonces, y sólo un rato más tarde 
me doy cuenta de la verdad 
que hay encerrada en tan simple frase.

Y es que para ser sinceros
acaso también yo tenga miedo.

Germán A. Serain

martes, enero 31, 2012

De nuevo: La pregunta sin respuesta

Instrucciones sugeridas: Leer el texto transcripto debajo, lentamente, en voz alta. Enseguida escuchar, en absoluto silencio, "La pregunta sin respuesta" de Charles Ives.
Reflexionar sobre la experiencia.



Justo antes de morir, Gertrude Stein preguntó:
"¿Cuál es la respuesta?"

Nadie dijo nada. Ella se hechó a reir y dijo:
"Entonces, ¿cuál es la pregunta?"

Luego murió.

(Donald Sutherland)


lunes, enero 30, 2012

Spleen



Heme aquí, harto.
Harto ya de estar harto,
como decía aquel catalán.
Heme aquí, cansado,
hastiado, aburrido,
asqueado por no poder
dejar de ser siempre yo mismo,
siempre este mismo tedio,
esta tensión absurda,
esta hora incierta.

Adónde habrá escapado la poesía,
adónde las certezas,
adónde todo aquello que
hasta ayer parecía tan sólido
y hoy se ha desvanecido en el aire.

Sólo el arte podrá redimirnos,
leo en un papel escrito a mano
que acabo de hallar entre las
páginas de un libro cualquiera.
Sinceramente no recuerdo
cuándo escribí semejante sentencia.
Pero encuentro en ella un sentido.
Y luego me digo, casi como una
advertencia, que el arte tiene
múltiples y misteriosas formas.

Germán A. Serain

domingo, enero 29, 2012

Erótica I



Ella conoce la perfecta justeza
y la eterna constancia de las cosas.
No discute. Sólo calla y se marcha,
para bañarse desnuda y admirar su cuerpo.

Quisiera escribir sobre ese cuerpo
palabras que ningún diccionario
se atrevió a contener jamás.
Palabras inventadas,
de un idioma desconocido,
palabras que lo digan todo y que
al mismo tiempo no digan nada.

Son solamente palabras, es claro.
Pero también son hechos.
Pues ella adora su cuerpo tanto
como yo mismo quisiera poder hacerlo.

Nada más son palabras, pero no te engañes.
Si detrás de estos verbos no hubiese
un verdadero cuerpo que se dejase imaginar,
pero también mirar, tocar, besar, lamer,
acariciar, penetrar, gozar, morder,
las palabras serían vacías,
no representarían nada.

Ya ves... escribir es una forma de evasión.
De evasión y permanencia.

Germán A. Serain