viernes, marzo 29, 2013

Adiós, García Ferré

Hubo una época en que los malos no eran tan malos. El Profesor Neurus y la Bruja Cachavacha, por ejemplo, no eran capaces de asustarnos. Eran las épocas de la leche chocolatada a las cinco de la tarde, la tarea escolar y jugar en los recreos a policías y ladrones. Hoy las cosas han cambiado. Sentimos pena por Neurus y Cachavacha, pues con la partida de Manuel García Ferré han quedado huérfanos. Pero además uno comprende que hoy los malos son malos en serio. Mucho más malos, peligrosos y reales que los de antaño. Y al hablar de policías y ladrones ya no estamos seguros de cómo se repartan las cosas, a la hora de saber quiénes son los buenos y quiénes los otros.

Imagino que entonces vos, como yo y tantos otros, jugábamos a veces a estar del lado de los supuestos malos. Esos que no eran tan malos, como Neurus, como Cachavacha. Malos de mentira, podríamos decir. Todavía no sabíamos lo que significaba ser bueno o malo de verdad. Si lo cierto es que, todavía hoy, por momentos, lo dudamos...

Reconozco que en la última línea del párrafo anterior asumo en definitiva mi propia ambigüedad. Es que aquella ambigüedad de nuestra infancia, lo mismo que ésta de nuestro ahora, real, actual y concreta, no es perversa, como sí parece serlo la de nuestros enemigos, también ellos reales, actuales y concretos. ¿Cómo defenderse de esta perversión? Sea la de guante blanco, tanto como la del sádico formado en una universidad, como la del guacho villero. No tengo respuestas. Pero me prometo volver a leer a Hannah Arendt, a ver si me ayudas a entender un poco mejor todo esto.


domingo, marzo 17, 2013

Las pruebas de la infamia

 

Estas cosas suceden: Katherine Howard era sobrina del Duque de Norfolk e hija de los aristócratas Joyce Culpeper y Lord Edmund Howard. También era dama de honor de Ana de Cleves, la cuarta esposa de Enrique VIII. Así fue como la conoció Enrique, quien de inmediato quedó prendado de ella. Tardó muy poco para anular su matrimonio con Ana, con quien se había casado por razones políticas, y en agosto de 1540 se casó con Katherine, quien de este modo pasó a ser la nueva Reina de Inglaterra. El matrimonio vivió feliz durante 14 meses... Al término de los cuales el monarca mandó decapitar a su quinta esposa, acusada de adulterio. Se dijo que había mantenido relaciones con su primo, Thomas Culpeper, y se presentaron pruebas para demostrarlo: una serie de apasionadas cartas, escritas de puño y letra por Catalina, cuya cabeza fue separada de su cuerpo, para que no pudiese repetir la infamia. Más tarde se supo que la pobre Catalina apenas sí sabía escribir su propio nombre.

viernes, marzo 15, 2013

Los amantes


Entonces él le dice: "Si tengo que ser sincero, hay dos o tres cosas que jamás te creí." Pienso que si ella también fuese sincera, debería responder: "Es verdad, hay dos o tres cosas que nunca debiste creerme." Las dos frases son ciertas, y los dos lo saben. Pero lo que no saben (tampoco lo sabemos nosotros) es si las cosas que él no creyó y aquellas que según ella él no debió haberle creído son o no las mismas. Vale decir, en definitiva siguen sin saber prácticamente nada, el uno del otro.

viernes, marzo 08, 2013

Eckhart Tolle

No conocía a Eckhart Tolle. Y en realidad no lo conozco todavía.
Pero no puede dejar de llamar mi atención alguien que me dice:

"La causa de la infelicidad jamás es la situación que te aflige, sino tus pensamientos sobre ella."


miércoles, marzo 06, 2013

Idealismos

Es posible que la peor condena que se le pueda aplicar a un idealista sea obligarlo a vivir en el mundo ideal que ha imaginado. Por otra parte pienso que es verdaderamente notable la tendencia que tenemos a idealizar a las personas y las cosas, tanto sea en sentido positivo o negativo. Por supuesto, la objetividad no existe. Pero las idealizaciones, cuanto más profundas son, más nos alejan de la posibilidad de comprender. Lo dicho vale para líderes políticos, religiones, héroes, amigos o enemigos, padres e hijos, amores encontrados y desencontrados. Cuando necesitamos algo que nos falta, nos empeñamos en encontrarlo en el lugar o la persona que sea. Y haciéndolo nos alejamos de la posibilidad de apreciar aquello que realmente existe allí, en esa dimensión que se ha idealizado.


sábado, marzo 02, 2013

Delicias perdidas

Nada más cruel
hay que la delicia,
prometida o anhelada,
cuando se teme que quizás
no habrá ninguna otra ocasión
para disfrutar de ella de nuevo.
No se trata de otra cosa,
si deseamos ser sinceros,
que de nuestro eterno
miedo a la muerte.