martes, abril 30, 2013

Quedándome o yéndome

Me preguntaba hace un rato
tal vez lo hago todavía
si yo te amara realmente
digo: con ese amor de las novelas
y no con este estúpido amor de hombre
vale decir: no este amor contradictorio
complicado, difícil de comprender,
de explicar, de digerir, de aceptar,
pero que es mal que nos pese
el único amor que puedo ofrecerte;
me preguntaba, te decía,
si yo te amara de esa manera digna
de ser inmortalizada en las páginas de un libro
o a través de la pantalla en una película
si en tal caso debería insistir con
estos torpes intentos míos por tenerte
o si tal vez no sería más honesto
sacrificarme y decirte que
lo mejor para vos sería
mantener conmigo todas las distancias
de una vez y para siempre jamás.
No conozco hoy la respuesta
a tan oscura pregunta
ni a ninguna otra tampoco.

sábado, abril 27, 2013

Un tango



Estás desorientado y sin saber
qué bondi hay que tomar para seguir,
y al pretender recordar 
cómo seguía aquel tango
una voz cansada
te dice desde adentro
que no seguir también es una opción.
Entonces bajás el cordón,
pisás el frío asfalto,
y recién ahí te das cuenta:
estás descalzo y las calles vacías
están bañadas de rocío,
como si hubiese llovido,
o como si alguien hubiese llorado.
Todavía es madrugada
y te sentás, de cara al sudeste,
siempre sin decir palabra,
en medio de la misma nada,
hasta que al rato escuchás 
el rumor a tus espaldas
del bondi que se acerca a lo lejos.
Pero vos en vez de levantarte
te recostás allí mismo,
justo donde estabas siendo,
y sentís el frío que cala tus huesos
mientras te preguntás 
si en esa oscuridad 
que aún no termina de disiparse
el chofer te verá o no a tiempo
para alcanzar a frenar.

G.S. 2013

miércoles, abril 24, 2013

El encuentro con el otro como una posibilidad sensible, pero también poética

Marina Abramovic y Ulay son dos artistas modernos. Lo cual es una manera de decir que son dos artistas que se han dedicado a explorar las fronteras de experiencias que algunos reivindican como arte, en tanto otros miran con un variable grado de sorpresa, incredulidad y desdén. Ella nació en Montenegro; él es alemán. Los dos tuvieron una relación amorosa muy fuerte durante cinco años, en la década de los setenta, durante los cuales vivieron juntos en una furgoneta y trabajaron mucho juntos. Después de esos cinco años, decidieron separarse. Pero no lo hicieron de cualquier modo: viajaron a China, fueron hasta la Gran Muralla, ella en un extremo, él en el otro, y empezaron a caminar. Caminaron durante tres meses, uno en dirección del otro. Cuando los dos se encontraron, se dieron un abrazo y luego no volvieron a verse por mucho, mucho tiempo.

Hace un par de años, Marina estaba realizando una performance en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. La idea era que, sentada ante una mesa, ella compartía un minuto de silencio y miradas con las personas que decidieran sentarse delante. Ni una palabra. Sólo silencio y mirada. Sin que ella lo supiera, ese día apareció Ulay... Y ese momento es el que registra el video que aparece más abajo.
El punto es: por supuesto que se trata de una performance, porque finalmente hay cámaras que vienen a registrar el momento. Pero más allá de eso hay una idea, sin la cual la performance no sería posible, y es que la relación y el gesto entre dos personas puede ser artística, vale decir poética. Estos dos artistas dicen con su performance algo muy importante: que se puede hacer poesía sin escribir, a través del simple contacto con otra persona. Y no digo más nada.


viernes, abril 19, 2013

Wolfgang Amadeus

Leyendo las noticias de la jornada, 
reflexivo, aunque no parezca; 
sensible, aunque tampoco; 
harto ya de las palabras 
y hasta de mí mismo, 
acaso sea justicia decirlo, 
recuerdo algo que leí hace poco 
acerca de las noticias, precisamente, 
vale decir, mayormente de las mentiras, 
y allí alguien citaba la palabra de 
un guitarrista, Luis Salinas, 
quien más o menos decía: 
"Cuando me canso de 
oír las noticias, 
apago la radio 
y digo en voz alta: 
quiero escuchar a alguien 
que me diga por fin la verdad; 
entonces pongo un disco de Mozart."
También yo me siento muy cansado hoy. 
Buscaré en la música la verdad y consuelo.


Vida y sueño

El enorme atractivo que tienen los sueños
es que resulta suficiente concebir algo
con fervor o algún convencimiento
para que incluso lo imposible
se convierta en realidad.
Realidad dentro del propio sueño,
casi parece de más aclararlo.
Pero como bien señaló Calderón,
acaso toda la vida no sea sino sueño.


martes, abril 16, 2013

Humpty Dumpty

-- Cuando yo uso una palabra -dijo entonces Humpty Dumpty- significa exactamente lo que yo quiero que signifique.

-- El problema es -replicó Germán haciendo a un lado a la pobre Alicia, que ya bastante confundida estaba- si en verdad puedes llegar a saber qué significan para ti las palabras que utilizas. Y para el improbable caso de que lo sepas, si puedes hacer que esas palabras signifiquen para los demás lo que tú pretendes.


domingo, abril 14, 2013

Nadie se conoce / Nobody know himself


Cuando Francisco de Goya publicó este grabado, en el año 1799, le puso como título "Nadie se conoce". En el Museo del Prado hay un manuscrito que se atribuye al propio artista en el cual puede leerse la siguiente explicación: "El mundo es una máscara, el rostro, el traje y la voz, todo es fingido; todos quieren aparentar lo que no son, todos se engañan y nadie se conoce." 

Traduttore, traditore: el título del grabado, fuera de todo contexto, plantea en español cierta ambigüedad. He visto algunos catálogos en los cuales este título aparece traducido al inglés como "Nobody know himself". ¿Nadie conoce a los demás? ¿O nadie se conoce a sí mismo? El error es tan grosero que hasta causa gracia. Sin embargo, en cuanto uno lo piensa un poco resulta evidente que ambos puntos de vista son en algún punto ciertos. Hasta pudiera ser que el aparente error no fuera, en realidad, sino el sutilísimo planteo filosófico de un irreverente traductor.

sábado, abril 13, 2013

Gotas de agua

Alguien escribe en un muro:
"Lo que sabemos es una gota de agua;
lo que ignoramos es el océano."
Yo me digo que eso es verdad;
pero que también es cierto que
la esencia misma del océano
está presente en una gota de agua.

lunes, abril 08, 2013

Estar cansado

Arboles, a falta de uno, he plantado tres.
Pequeños, modestos, pero allí están,
mudos testigos de mi haber hecho.
Es verdad, libros no escribí ninguno,
pero por compensación han sido miles
las hojas sueltas que mancillé
con palabras vanas como éstas.
Creo haber dicho mis verdades,
algunas de ellas, al menos,
a todo aquel que quiso escucharlas,
y también mentí, como corresponde,
cada vez que hubo que cuidar las formas.
Fui atento y amable, buen ciudadano,
señalé menos veces de las que fui señalado
y contribuí, como era dable esperar,
con el plan creador del buen dios.

Ya puede verse que hice mi tarea
en el transcurrir de mis años.
Y digo más, para que abunde:
Amé y supe ser amado.
Aborrecí y fui aborrecido.
Tuve mi fe y mis desengaños.
Engañé a otros y a menudo
también me defraudé a mí mismo.
Hice unas pocas cosas bien,
contables con los dedos de una mano,
y para compensar hice algunas otras mal;
traigan más manos si desean contarlas.

Entre idas y vueltas,
risas francas y angustias,
encuentros y desencuentros,
ilusiones, desencantos y pérdidas,
miedos de los más diversos,
y este cinismo que crece
al amparo del tiempo que pasa
muchas cosas son las que podría
dejar anotadas en este breve listado.
Casi podría decir que me doy por cumplido.

¿Qué más dirías que me falta a esta altura del camino?
¿Talento para escribir los versos que aquí y allá se perdieron?
¿Aquella famosa pelotudez de haber sido feliz, acaso?
Necedad absurda.
Estoy cansado.
No es posible pretenderlo todo.

G.S. 2013

domingo, abril 07, 2013

Laberinto

Dicen quienes supuestamente saben
que preguntando se llega a todas partes.
He preguntado, para parecer razonable,
y de ese modo he llegado hasta aquí.
Ahora nadie sabe decirme cuál es
este lugar donde me encuentro,
ni cómo lograré salir de aquí.


sábado, abril 06, 2013

De las incomprensiones

"¡Mujer, si supieras!...", exclama él, con tono resignado. La adivino a ella, del otro lado del celular, seguramente ofuscada, respondiendo algo así como "¡Bueno, si tanto te interesa que sepa, deberías tomarte el trabajo de explicarme!" Tremenda incomprensión, por supuesto. Como si las cosas pudieran ser explicadas de esa manera, con palabras...

"Ni con palabras, ni sin ellas", acota alguien. Para enseguida añadir: "La comprensión supera las palabras e inclusive lo no dicho. Es prácticamente un milagro que sucede con el otro. O que no sucede, claro. Y puede que casi siempre termine ocurriendo esto último."

Me pregunto entonces si en aquellos excepcionales casos en los cuales finalmente adviene la tan elusiva comprensión, no estaremos en realidad ante una comprensión solo aparente; vale decir, ante otra forma del malentendido, siendo que en verdad quienes creen haberse comprendido han caído en un engaño: el de creer que se entienden, cuando en realidad cada uno está diciendo cosas diferentes de las que el otro cree escuchar.

Daniel Lutzky propone una interesante idea: que la comprensión acaso sea ante todo un sentimiento. Que uno "siente" que se comprende con otro, y ese sentimiento tiene la ventaja de ser algo real. Si yo siento que comprendo, o que soy comprendido, por más que esa comprensión acaso no tenga un correlato objetivo, seguirá siendo cierto mi sentir. Considerado de este modo, la comprensión puede no ser real y a la vez serlo, desde la perspectiva del sentimiento, que por lo demás otorga una sensación de completud maravillosa. Albert Camus, en su obra "El malentendido", propone que la vida y hasta la misma muerte no son más que eso, un malentendido. Pero cuando en algún irrepetible instante uno siente que ha podido vencer esa eventual condena de jamás entenderse con un otro, la sensación que se tiene es parecida a la felicidad.

Lo curioso del caso es que, considerado desde este ángulo, en tanto ambos participantes de la comunicación sientan que se comprenden, incluso cuando objetivamente esto no sea cierto, no parece tener sentido plantear la acaecencia de un error. Por el contrario, allí donde uno siente que comprende o es comprendido, y el otro siente lo contrario, la evidencia del desacuerdo descarta de raíz cualquier posibilidad ilusoria, lo mismo que si dos sienten que se desentienden: no hay modo de decir que en verdad se estén comprendiendo.

Pero en realidad el malentendido es aun más grave, porque ni siquiera tenemos manera de saber si el otro siente las cosas de un modo parecido al nuestro o si siente lo contrario; salvo que lo propongamos como un "siento que el otro siente de un modo parecido o contrario". Y para agregar mas confusión a todo esto, todavía faltaría preguntarnos quién es en definitiva ese que siente, o quién es ese otro. En este punto se agotan los conceptos y únicamente queda un sonido de fondo parecido al rumor del mar en la noche.

miércoles, abril 03, 2013

Tafr... tafr... tafr...


Aunque no parezca, las palabras tienen peso. Como si fuesen cosas concretas, tangibles, y no solamente ideas. Pero no todas pesan lo mismo: algunas son etéreas, como si estuviesen hechas de aire; otras, en cambio, parecen talladas en piedra, o fabricadas con plomo. Yo antes pensaba que esta diferencia tenía que ver con una cuestión más o menos formal. Me parecía razonable, por ejemplo, que una palabra grave no pesara tanto como una sobresdrújula. La vida me enseñó que la cuestión tiene que ver en realidad con otras cosas. Y que ni siquiera el peso de cada palabra es el mismo todo el tiempo. Esta tarde, por ejemplo, sentí que me pesaba la palabra "extranjero". ¿Por qué razón me pesaba? No lo sé. O tal vez no me dan demasiadas ganas de escribir acerca de eso. Bastante me pesa ya la palabra, como para andar añadiéndole además el peso de las razones. Pero otras veces, decime vos si no es curioso, se me da en cambio por inventar palabras nuevas, probablemente más livianas, ideales para llevar encima, en la cartera de la dama o el bolsillo del caballero. Hoy, por ejemplo, inventé la palabra "tafr". No te rías. Acaso te preguntarás qué quiere decir, pero eso no viene al caso, porque lo importante aquí es que la inventé porque se trata de una palabra liviana, y tal vez porque sólo yo conozco su significado. Me divierte escribirla, tafr, tafr, tafr, tafr... Claro, repetida así cualquier palabra pierde su peso. Pero entonces claro, tal vez me engaño, tal vez sí sea una palabra pesada, después de todo, y soy yo quien en el uso le pretendo quitar su peso. Porque además, precisamente, pobrecita ella, a la palabra "tafr" me refiero, tiene que lidiar con la incomprensión de la gente, que la lee o la escucha y dice cosas tales como "eso no es una palabra", o "eso no quiere decir nada", como si acaso ellos supieran, infelices. "¿A qué clase de idiota se le podría ocurrir inventar una palabra tan absurda como "tafr"?", se preguntó hace un rato uno, pero en voz lo suficientemente alta como para que nosotros lo escuchemos. La respuesta es sencilla. A alguien a quien de repente le duela o le resulte demasiado pesada la palabra "extranjero".

lunes, abril 01, 2013

Dos pensamientos

"A nadie le duele tanto el pie como cuando se lo pisan a uno", dice mi amigo José María y así, con tan pocas palabras, me enseña a respetar lo que me pasa. Igual, del otro lado también recuerdo algo que me decía Ana: "Hay que lograr que lo mucho que nos falta no nos haga perder nunca de vista lo mucho que tenemos."