domingo, octubre 19, 2008

El otro, ese (indeseable) necesario...

Para responder a la consigna de un parcial, un estudiante me sorprende al comenzar con una cita de un breve relato de Mario Benedetti que aún yo no conocía:

"Al principio la muerte del Otro fue un rudo golpe para el pobre Armando; pero enseguida pensó que ahora sí podría ser enteramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfortó."

En realidad Benedetti no habla de "el Otro", sino de "el Otro Yo". Pero he preferido omitir este último pronombre, para que se comprenda mejor la idea, acaso no la de Benedetti, pero al menos sí la mía y -estimo- la del estudiante en cuestión.

El Otro es el que nos condiciona a ser como somos. Nos impugna con su constante presencia, con su permanente mirada. Nos obliga a ser de determinada manera, diferente -quizás- a como seríamos si ese Otro no estuviese presente. Nos obliga a actuar un personaje, en definitiva, que somos nosotros, pero que al mismo tiempo es alguien diferente, una impostura.

La repentina ausencia del Otro nos otorga la ansiada libertad. Pero también, a la larga, el desamparo. Sería relativamente sencillo liberarnos de esa mirada constante, de ese otro que nos impugna, que permanentemente nos obliga a seducirlo, actuando de alguien que en verdad no somos. Pero, ¿qué seríamos entonces?

Tal vez por eso es que constantemente buscamos esa mirada.
Sin esa mirada, ni vos ni yo seríamos nada.

Vos sos mi Otro. Yo soy tu Otro.
Somos nosotros, mirándonos como en un espejo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ese otro tan irritable pero tan necesario...
Tan agotador pero tan reconfortante...
Tan lejano...a veces, pero tan cercano en realidad..
Tan distinto pero tan igual..
A veces uno se encuentra con un otro mirandose como en un espejo y está roto, como en la foto...pero otras veces el reflejo es exacto..Pocas veces pasa, pero es tan lindo que pase...Y uno no se siente tan solo como antes de mirarse...
porque pasan las cosas?..no lo se..Pero a veces con solo la aparición de ese otro uno está completo.

02.48 AM cualquiera!
Ger :)

Anónimo dijo...

"Me propongo muy fielmente amar al otro;
al otro yo que no es más que este insistente fantasma.
Tal vez allí se aloja el solo muerto que cargo,
la sola lluvia que desvanece mis huesos.
Pero no podemos, somos tan distintos.
Aquél me enrostra cada vez que puede mis debilidades,
lo que no he hecho y lo que nunca haré,
mi nefasto carácter que ahuyenta a las hormigas.
Pero lo necesito, aún así, lo busco desde que despierta,
porque sé que es mi muerte más amigable
y recita mis poemas, al revés, de arriba a abajo.
Nadie como ese otro maneja mejor mis heridas,
por eso cuando nos enfadamos soy blanco fácil,
me despedaza desde mis cuchillos de infancia
hasta a aquellos besos por los que sufrí anoche.
Sin embargo, este otro no es original,
me copia, me imita la firma, los gestos,
todo lo quiere hacer igual a mí,
beber lo mismo, en iguales cantidades.
Cómo decirle que se vaya, si lo necesito,
porque en mis días tristes ahí está,
en la derrota del cansancio, es horizonte."

Anónimo dijo...

"Probablemente no sea un mero accidente histórico que el significado original de la palabra persona sea máscara. Es más bien un reconocimiento del hecho de que, más o menos conscientemente, siempre y por doquier, cada uno de nosotros desempeña un rol...Es en estos roles donde nos conocemos mutuamente; es en estos roles donde nos conocemos a nosotros mismos.
En cierto sentido, y en la medida en que esta máscara representa el concepto que nos hemos formado de nosotros mismos, esta máscara es nuestro (sí mismo) más verdadero, el yo que quisiéramos ser."



Vos q siempre me decís que tus alumnos te citan a Goffman en los parciales....
Acá te lo cito yo... :)

Anónimo dijo...

Einstein tenía un amigo íntimo, alguien con quien compartía frecuentes caminatas y conversaba sobre sus teorías y los problemas que tenía para demostrarlas. El amigo tenía una capacidad notablemente inferior a la de Einstein.

Freud hacía lo mismo.

Dos genios elucubraban así sus teorías en un diálogo con "silenciosos" Otros.

El Otro, aún en silencio, permite establecer una relación dialéctica con nosotros mismos, sin la cual me animaría a decir que es imposible el pensamiento, la creación y nuestro auto-descubrimiento.

El otro, aún en silencio, es una pantalla que nos devuelve nuestro reflejo. Tiene que volver ese reflejo de afuera, sin eso ¿qué somos?

Daniel