"...Prométeme que vas a descubrir el rostro que se esconde debajo de esta máscara, pero que nunca vas a mirar debajo de ella", le dice él (que es lo que nosotros llamaríamos un monstruo) a ella, que viene a ser la heroína de la historia en cuestión.
Y más delante, ella le pregunta:
- ¿Es por eso que estás usando una máscara?
- Todos usamos máscaras -le responde él. La vida las crea, y luego nos empuja a encontrar entre todas ellas la que mejor nos queda.
En otro parcial, otra estudiante cuenta, rememorando un lejano amor: "Yo veía en él a un príncipe (o al menos así lo creía), y él veía en mí a una princesa. Eran puras representaciones de nosotros mismos, de dos personas que se querían enamorar y buscaban conquistarse."
Lúcida reflexión, pues hay máscaras que no nos ponemos nosotros, ni usamos por voluntad propia, sino que las colocamos en los demás o nos son colocadas sin permiso, y en ocasiones sin que siquiera lo sepamos. Sin embargo, subyace en la frase otro engaño. En efecto, ¿cómo podría saber la muchacha lo que aquel príncipe suyo veía por entonces en ella? La chica ha preferido sostener la ilusión de que su pretendido la admiraba no como realmente lo habrá hecho, desde el misterio de su mirada, sino como ella desea haber sido admirada. Seamos piadosos y hagamos de cuenta que estas dos dimensiones coinciden, incluso cuando no sea cierto.
Así las cosas, la vida sigue adelante, siempre entre máscaras e ilusiones vanas, que sin embargo son las que nos mantienen vivos.
lunes, junio 14, 2010
Retazos de lucidez
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2 comentarios:
acá ando, chusmée...
y su post me recuerda a Quijote y también me hace eco de la ponencia de ayer de Chartier
y de ese espacio donde transcurrió
y vuelvo, otra vez, a los Fragmentos de Barthes
(Gabys Comte, luego la seguimos a ala tarde, ¿no?)
¿Quijote?...
¿Chartier?...
¿Barthes?...
¿No será mucho?
Ya me contarás por donde te vinieron semejantes ligazones.
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