domingo, abril 27, 2014

Libertad

Probablemente tiene razón Jean Paul Sartre cuando afirma que todos somos intrínseca e inevitablemente libres, dado que siempre podemos elegir entre hacer o no hacer, entre optar por dirigir nuestros pasos hacia el sendero de la derecha o hacia el de la izquierda, seguir adelante o retroceder, atándonos voluntariamente a las eventuales consecuencias que pueda tener cada una de nuestras decisiones. Sin embargo, el problema no es que todo acto tenga sus consecuencias, sino que muchas veces, por no decir casi siempre, no hay manera de conocer cuáles podrían llegar a ser éstas. Somos libres de cruzar la calle cada vez que queramos, por poner un mero ejemplo. Pero sencillamente desconocemos en cuál de las dos veredas por las cuales nos es dado andar acaso no nos estén aguardando el amor o la muerte. Así las cosas, la libertad a veces no es sino la forma oscura de una condena a la cual estamos atados por la mano del destino. Y sin embargo, a pesar de todo seguimos siendo libres. Somos seres condenados a nuestra libertad. Libres en el momento de jugar este juego, que hemos llamado "la vida", sin conocer a fondo ni sus objetivos ni sus reglas.

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