viernes, mayo 23, 2014

Otredad

No hay peor compañía que la soledad.
Uno puede ser persona únicamente
a través de la mirada de un otro.
Son los demás, al mirarnos,
quienes nos convierten en alguien,
y será para mejor o para peor,
pero siempre será distinto
de lo que éramos antes,
cuando aún estábamos solos.

Así como un libro es algo muerto
hasta que alguien lo toma para leerlo,
lo mismo que una sonata,
hasta el momento en que alguien
la interpreta o la escucha,
el náufrago en la isla desierta
deja de ser persona; es, más bien,
algo parecido a un fantasma.
Por otra parte, el libro que
se leyó hace años, no es el mismo
si uno lo lee de nuevo ahora.

O como lo dijo Nietzsche:
Cuando Zaratustra cumplió treinta años,
dejó su patria y marchó a las montañas.
Allí gozó de su soledad durante diez años,
pero al fin una mañana se levantó con la aurora,
se colocó frente al sol y le habló así:
¡Tú gran astro, qué sería de tu felicidad
si no tuvieras a aquellos a quienes iluminas!

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