domingo, octubre 04, 2015

Impiedad

I
Así son las cosas.
En principio la crueldad es
una actitud que deberíamos evitar.
Pero de vez en cuando nos cruzamos con alguien
que nos hace sentir que debemos ser crueles.
¿Qué actitud cabe tomar entonces?
¿Qué deberíamos hacer cuando esa sensación
despierta en nosotros al vernos asomados al espejo?
A veces sucede.

(Entonces escribimos versos como los que siguen.)

II
Voy a ser implacable conmigo mismo.
¿No lo he sido acaso yo con quien no lo merecía?
¿Por qué debería entonces ponerme a salvo de mí propio juicio?
Es tan solo una alternativa, es cierto.
También sería posible optar por la misericordia.
Sin embargo, no sé por qué razón, causa o motivo,
lo misericordioso siempre se me ha dado para los demás
en mayor medida que hacia mi propia persona.

III
Por lo demás, lo reconozco:
toda mi vida he sido un cobarde;
lo mismo que tantos y tantos y tantos otros,
como si tal detalle pudiese darme algún consuelo.
Ni siquiera me he atrevido a ser un buen poeta.
Miento: eso lo intenté, pero no pude lograrlo;
así como tampoco logré tantas y tantas otras cosas.
Ahora es tarde, el tiempo para las valentías ha pasado.
Aquello que debió hacerse, decirse o evitarse
no fue hecho, ni dicho, ni evitado.
Ahora sólo quedan la condena y el castigo,
ese que yo mismo me impongo,
riguroso juez, impiadoso.

No hay comentarios.: