lunes, octubre 24, 2016

Deseos - El día después

Lo de pedir tres deseos, al momento de soplar las velas sobre la torta de cumpleaños, es una práctica anclada seguramente en viejas tradiciones, pero sin nada real que la sustente. Lo pude comprobar ayer. Ante la duda, quise ser prudente: mi primer deseo fue que se me otorgara la sabiduría, para poder desear algo que realmente valiese la pena con los restantes. Pero como supuse que ese primer deseo solamente se cumpliría después de que las velas en cuestión fuesen apagadas, mi segundo deseo fue poder postergar el tercero para el día de hoy, cuando en teoría ya sería suficientemente sabio. No ha sido así. Me siento igual de ignorante que ayer. Apenas un día más viejo. De todos modos, como me queda ese tercer deseo pendiente, elijo desear que las personas que a lo largo de estos 50 años me hicieron bien, las que me acompañaron, las que me acompañan, las que atesoro en mi corazón, aquellas con las cuales no fui justo, aquellas que intentaron ser justos conmigo, que todas ellas sean felices. Es mi regalo. Nunca se sabe: acaso de los tres deseos este último sí se haga realidad. Ojalá así sea.

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