jueves, septiembre 20, 2018

Dos fantasmas

Entonces ¿hoy sos solamente esto? ¿Apenas un añorado fantasma? Pero no, no te sientas mal por lo que te digo. No te aflijas, porque todos somos fantasmas, en alguna medida. En la medida de nuestras muertes, por supuesto, pero también en la de nuestras vidas. Fijate, por ejemplo, en esta vieja fotografía, desde la cual alguien que alguna vez fuimos, pero que definitivamente ya no somos, de pronto nos observa, y acaso hasta nos sonríe. Mirá y decime ¿quién es realmente ese extraño? Ese que se nos parece, ese que alguna vez fuimos, pero ya no más. Ese que ahí, en la fotografía, todavía está dispuesto a hacer cosas que a nosotros hoy nos avergüenzan. ¿En qué medida nos representa esa persona? ¿Acaso volveríamos a hacer lo mismo que él hizo una vez, lo que todavía está dispuesto a hacer, o intentaríamos hacer todo -o casi todo- de una manera diferente?

Te estoy hablando a vos, pero en realidad me hablo a mí mismo. Ya ves, entonces, hasta qué punto los dos somos fantasmas, en definitiva. Cierto es que de maneras distintas, al menos todavía. Pero mirá esta otra foto, desde la cual vos y yo me miran: ese vos que una vez fuiste, ese yo que una vez fui... En la foto los dos somos fantasmas de un mismo modo, ¿te das cuenta? Pero entonces me termino preguntando si al fin y al cabo no seré acaso yo mismo un espectro. Es posible que lo sea, en alguna medida. Te confieso algo: a veces dudo de que yo mismo sea todavía alguien real. Solamente es cuestión de tiempo. De tiempo, de recuerdos y de olvido. Mientras tanto te extraño y quisiera beberme todo lo que queda de la vida en un atardecer eterno, en un beso interminable, en una siesta de amores que no se acabe jamás, en un reloj que de repente se detiene, aunque nunca sea del todo cierto. El misterio, eso es lo único que permanece y nos trasciende.

No hay comentarios.: