miércoles, octubre 10, 2018

Poeta maldito

El dolor, considerado en sí mismo,
es una forma particular de la poesía.
Una forma perversa, quizás.
Pero gracias al dolor
el hombre conoce que existe,
que todavía está vivo,
que aunque parezca imposible
siempre puede ser peor;
o lo que es más grave:
directamente no ser.
Bendito sea el dolor, entonces;
este dolor maldito
que nos aborrece o nos ama,
vaya uno a saber,
que esos asuntos en ocasiones
no resultan del todo claros.

El dolor es, entonces, una de
las oscuras formas de la poesía;
ya ha sido dicho más arriba.
Pero no termina allí el asunto,
pues una cosa es sentir el dolor
y otra muy diferente poder decirlo,
acomodarlo en palabras,
exorcizarlo a través del
ejercicio extraordinario
del verbo para luego
volver a hacerlo carne,
que allí es donde arraiga
todo dolor que de tal se precie.

Entonces resulta que
el dolor del poeta es mayor
al de cualquier otro infeliz mortal.
Pues por un lado sufre
como un hombre cualquiera,
pero además sabe
que por mucho que la palabra
le ofrezca convertir todo
su mal en belleza,
al mismo tiempo no existen
palabras que le permitan
expresar aquello que
verdaderamente siente
en el fondo oscuro del alma.

No hay comentarios.: