jueves, noviembre 03, 2022

Hijos del hombre

Y si acaso la idea de un Dios no fuese
sino una manera de engañarnos,
un invento de los hombres,
una faceta más del hombre mismo,
de los hombres el hijo.
O no se presentó Jesús ante nosotros
como hermano nuestro, hijo del hombre.
La Trinidad ha sido mal interpretada:
no hay nada fuera de nosotros.
Tú eres Dios, yo soy Dios,
Dios es todo... y es nada.

La verdad última es sencilla:
no hay ningún modo de saber: ninguno.
Tan absurdo es negar como afirmar.
Allá cada quién con sus ilusiones,
sus ideas, sus ridículas certezas.
Por mi parte, prefiero dudar.
No afirmo ni niego: simplemente dudo.
En cualquier caso, no hay diferencia:
lo que sea, será; sin importar
lo que usted crea, o lo que crea yo,
o lo que diga cualquier otro.
Si existe un otro lado
celebraré llegada la hora.
Si no hubiese nada,
ni creyentes, ni ateos: ninguno
se enterará siquiera del tema
como para decir "te lo dije".

Salvo que creer sea crear,
con lo cual los dioses seríamos nosotros.
O salvo que, por supuesto,
defendamos la idea de un dios tan cretino
que solo permita pasar del otro lado
a quien haya dedicado su vida a alabarlo,
acertando además en alabarlo justo a Él,
al dios correcto entre los miles de dioses
que han sido adorados a través de los tiempos.
Pero creer en un dios semejante
a mi modesto entender
lindaría con una vil herejía.
Puede que a muchos molesten mis palabras.
Pero me divierte pensar que tal vez
solo tal vez, por supuesto
Dios el verdadero– esté de acuerdo conmigo
y ahora mismo sonría, complacido.



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