miércoles, noviembre 15, 2006

El sueño de cualquier historiador


El Museo Roca, ubicado en Vicente López 2220 en la Ciudad de Buenos Aires, es la sede del Instituto de Investigaciones Históricas, perteneciente a la Secretaría de Cultura de la Nación. Su misión es "propender al desarrollo de proyectos y programas para el conocimiento y difusión de la historia contemporánea", según queda expresado en la propia página web de la institución.

Por si no fuese suficiente, allí mismo se amplía la definición, y queda escrito que el museo "es un Centro de Estudios que se ocupa de historia contemporánea y en especial de aquella parte de la misma iniciada en 1874", y también que su misión es "ser un centro de referencia, calidad y excelencia que propenda al entendimiento, comprensión y asimilación de los complejos hechos, acontecimientos y fenómenos político-económico-sociales y culturales de la Historia Argentina Moderna y Contemporánea". Vale decir: más claro echale agua.

Por eso es que en un primer momento me llamó poderosamente la atención la temática de una actividad extraordinaria que tomó por sede al Museo Roca, durante este mes de noviembre de 2006. Se trata de la muestra titulada “Imágenes de lo oculto", que se anuncia a sí misma como una "Exposición de espiritismo, esoterismo y lo paranormal”.

Ampliando esta información, la gacetilla de difusión correspondiente destaca: "La exposición presenta reproducciones fotográficas de fantasmas, espectros y apariciones (genuinos y fraudulentos) en combinación con una muestra de libros antiguos sobre la temática y una colección de instrumentos para contactar con espíritus. La muestra incluye un ciclo de conferencias, proyecciones de cine (video-debate) y mesas redondas a cargo de historiadores, psicólogos, urbanistas y otros profesionales y expertos, quienes expondrán las diferentes posturas en relación al fenómeno aparicional."

Algo que merece ser destacado es que la temática no parece versar de manera exclusiva sobre lo relativo a las distintas imaginerías que despierta el tema de lo fantasmagórico, que de por sí daría para un muy interesante debate, sino que se incluye también material genuino, con reproducciones fotográficas de fantasmas, espectros y apariciones de verdad. Vale decir, que la cosa va muy en serio, aunque a más de uno se le pueda ocurrir tomarlo a broma.

Y naturalmente uno se pregunta qué es lo que puede llegar a tener que ver todo esto de los fantasmas con el conocimiento y difusión de la historia contemporánea (y qué es esto de la historia contemporánea, si uno tenía entendido que lo contemporáneo es el presente, pero este ya es un tema para otra anotación). Pero a poco de reflexionar un poco, la respuesta surge evidente.

¿Qué otra cosa podría pedir un historiador, y encontrar mayor satisfacción en ello, que poder conectarse, sesión de espiritismo mediante, con los verdaderos protagonistas de la historia, muertos hace décadas en algunos casos, y siglos enteros en otros, y tener así de primera mano las declaraciones que puedan realizar estos fantasmas, sin intermediarios que tergiversen la realidad histórica de los acontecimientos sucedidos? ¿Podría concebirse un modo más efectivo de documentar los hechos del pasado y escribir una nueva y definitiva Historia?

Queda evidenciado una vez más, como dice mi amigo Pancho Ibáñez, que todo tiene que ver con todo.

3 comentarios:

c. dijo...

Spooky...

bueno, yo quisiera escucharle la voz a San Martín, sí. Y ver fotos trucadas, claro.



ah: Dr La Serenísima me tiene podrida.

Anónimo dijo...

A mí me gustaría ver fotos ver fotos verdaderas, y hacer una sesión de espiritismo con historiadores, sociólogos, psicoanalistas y otros especímenes...

Germán A. Serain dijo...

Pensándolo un poco, resulta que cualquier fotografía termina siendo la fotografía de un fantasma. Sólo hay que dejar pasar suficiente tiempo. La evidencia es clara: allí está, nos mira desde un lugar que nosotros desconocemos, desde un pasado para siempre inaccesible. En estos días me han estado sucediendo cosas, que pronto motivarán una nueva anotación, que me ha venido a demostrar esto: los fantasmas existen, y podemos verlos en una fotografía en cuanto los años y la vida nos separa lo suficiente de esos rostros que, sin embargo, siguen allí en el papel, fijos e inalterables.