jueves, noviembre 02, 2006

Hasta pronto, Teatro Colón

¿A quien pertenece el Teatro Colón? No nos preguntamos sobre cuestiones administrativas ni sindicales, sino artísticas. Los operómanos quisieran que la sala se utilizara exclusivamente para funciones de ópera (y si les insistimos un poco, acaso también para ballet), en tanto otros pretenden que el Teatro se convierta en una sala multifunción. ¿Quién tiene mayores derechos?

El Teatro Colón es una de las salas con mejor acústica en todo el mundo, además de ser todo un símbolo cultural. Más allá de la lírica, escuchar allí una orquesta, un ensamble de cámara, una obra para piano, resulta una experiencia particularmente agradable. ¿Y debe ser siempre música clásica?... Manolo Juarez grabó no hace mucho un excelente disco en el piano del Teatro; es música folclórica, magníficamente realzada por el contexto. Negarle el Colón sólo por no ser música clásica hubiese sido, en este caso, una verdadera tontería. Además de una pena.

Ahora, en el lapso de menos de un mes, hemos podido ver y escuchar a Luis Alberto Spinetta con la Orquesta Académica del Teatro, y anoche a Mercedes Sosa con la Orquesta Estable. Admitamos que a Spinetta, buen músico popular, el Colón le quedó inmensamente grande. En todo caso el mérito fue para los integrantes de la orquesta, que con este concierto buscaron sentar una posición: "Esto también es música", parecían decir. Pero el caso de la Negra Sosa fue diferente. Incluso utilizando una moderada amplificación, que desvirtuó la acústica natural de la sala (no quedaba otro remedio), logró imponer su presencia sobre el escenario.

Mercedes es una gran cantante, y las marcas que los años pueden haber dejado sobre su voz, se compensa con el arte que sólo quienes han vivido pueden ofrecer. Hay sabiduría en su modo de cantar y de decir, algo que de muy pocos artistas se puede decir con justicia. Y aunque a los operómanos esto pueda molestarlos, su presencia en el Colón fue merecida. Como un justo homenaje. Y para la sana satisfacción de su público. Y es que no cabe considerar aquí aspectos técnicos. Porque el purismo musical encuentra su límite en la poiesis propia del verdadero arte, ese que se ubica más allá de la cuestión de los géneros.

Fue la última función en el Teatro Colón hasta su reapertura, que tendrá lugar en mayo de 2008. Ahora comienzan las polémicas obras de renovación y remodelación. Y como dijo uno de los músicos de la orquesta, el día de la reapertura, cuando se puedan escuchar los resultados sobre la acústica de la sala, en caso de que ella no se haya visto alterada en nada, allí será el momento de festejar.

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