Le pregunté a Majo qué opinaba. Le dije de esta manera: "¿Por qué será, nena, que J.D. es así?"
- ¿Así?... ¿Así cómo? -me respondió ella, y yo sentí que nos estábamos enroscando en una conversación sin sentido.
Así comienza un relato que firma Ariel Bermani, publicado en una revista de distribución gratuita cuyo ejemplar ya me disponía a descartar, justo cuando mis ojos se detuvieron en esas líneas. En realidad la aclaración es irrelevante, pues rescataré sólo estos dos párrafos, que ni siquiera he transcripto de manera literal.
La cuestión es la conversación sin sentido. Me atrajo eso: la falta de coherencia en ese diálogo que apenas comienza a bosquejarse, la incomunicación, la distancia, el desencuentro. He ahí la clave literaria que puede dar pie a cualquier relato. Pero he también allí la clave de todos los conflictos del hombre, esos que se desarrollan ya no en los papeles de la ficción, sino en la cotidianeidad nuestra de todos los días. Decimos dos palabras... y lo sepamos o no, la mayor parte de las veces ya nos estamos enroscando en una conversación sin sentido, de consecuencias muchas veces inciertas y en ocasiones dramáticas. Así somos, simplemente.
3 comentarios:
QUÉ COMPLICADOS!!!!!
miles de veces me he sorprendido llevando adelante conversaciones sin sentido por no escuchar al otro y encerrarme en lo que pienso... y lo peor de todo, uno en el fondo, no está tan seguro está de eso que dice que piensa...
una reflexión breve y fugaz en los inicios del 2009...
saludos!
Gracias por pasar, Manu. No añado más, para no correr el riesgo de caer en un intercambio de ideas sin sentido...
(Ya ves, el sinsentido es casi inevitable.)
jajajaj tal cual!
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