jueves, noviembre 13, 2014

Cuestión de fe

Si nada somos, más que tiempo
y las cosas que en él transcurran,
cualquier angustia es vana.
A lo sumo, ese dolor podría
ser tenido como un acto
de rebeldía ante Dios,
como un gesto de protesta.
Pero si nada somos,
es probable que tampoco nada
sea ese Dios deseado,
cubierto de incertidumbres,
y entonces ni siquiera
ese acto de rebeldía
tendría tampoco sentido.

"Pero en algo tenés que creer",
me dice entonces un crédulo.
Y sinceramente hay días
en que quisiera creer en algo,
pero con la voluntad no alcanza.
Verdad de perogrullo:
No puede creerse en aquello
en lo cual no se cree.
Me pregunto entonces si Dios,
para el caso de existir,
pobre santo, al fin y al cabo,
creerá acaso en los hombres
o tan siquiera en sí mismo.

Me simpatiza de pronto la idea
de un Dios ateo, incrédulo, escéptico,
tan parecido a los hombres
o por lo menos a mí mismo,
que sin ser ateo no logro creer,
por mucho o poco que me lo proponga.
Si alguien lo quiere a este Dios que
acabo de inventar se los ofrezco:
pueden rendirle culto sin cuidado,
que no es un Dios vengativo,
aunque acaso sí algo sordo.
Yo me disculpo del rito: hoy ando
sin demasiadas fuerzas para esas cosas.


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