jueves, septiembre 03, 2015

Sueño 150902

Anoche soñé con una erupción. Estaba en el sur, de vacaciones, o acaso exiliado, no lo sé muy bien. Sí sé que estaba solo, en un ambiente con grandes ventanales, parecido, de hecho, al departamento en el cual vivo hoy, pero más bajo, porque veía las ramas de dos árboles enormes. Yo conversaba por teléfono con mi hija, cuando me daba cuenta de que por la ventana había entrado un pajarito. Era pequeño, como un colibrí, con un pico largo, pero gris y con las alas de un un gorrión. Sin dejar el teléfono, le abro la ventana, para que pueda salir. No quiero que se golpee. Entonces entran y salen otras aves, entre ellas un veloz cardenal, que después se posa en las ramas de uno de esos árboles que están allá afuera. Le cuento todas estas cosas a mi hija. En algún momento salgo. En el frente de la casa me sorprendo: recuerdo que hasta el día anterior había una piscina, que ya no está. Veo que han estado haciendo reformas. Me extraña sin embargo que hayan quitado aquella piscina magnífica, pero me doy cuenta de que se trataba de un depósito subterráneo de provisión de agua para el hotel: lo habían usado como pileta mientras estuvo descubierto, pero ahora lo han tapado. "De todos modos está la laguna aquí a dos cuadras", me digo. Giro la cabeza y, en efecto, desde allí logro verla. Salgo a caminar. Hago algunas cuadras y noto que me he perdido. Es campo abierto, aunque sigo al costado de una ruta. A lo lejos, se ven unas explosiones. "Están dinamitando algo", me digo, aunque no se escuche ningún sonido. Pero no, se trata de una erupción volcánica. "Por suerte está lejos, pero pronto se llenará todo de cenizas", reflexiono. Ahora estoy en un colectivo, donde la radio informa acerca de la erupción. Cuando miro por la ventanilla, me maravillo y espanto a un mismo tiempo: estamos muy cerca, un par de cientos de metros apenas, de la columna eruptiva, que expele hacia arriba fuego y roca fundida. No sale sin embargo de un volcán, sino del suelo, a nivel. En el cielo se está formando una espantosa nube negra y cada vez más baja, que lo cubre todo. "Cierren todas las ventanas", dice alguien. Yo pienso que nos vamos a asfixiar, pero que tiene razón: no podemos respirar ese aire lleno de cenizas. También pienso que debería avisar por mi celular dónde estoy, antes de que se termine la batería, pero me digo que no tengo a nadie a quien avisarle, que realmente no importa. De pronto la columna de fuego se corta, de un instante a otro, y se hace un silencio denso, inquietante. Algunos atrevidos se acercan al borde del cráter, que se encuentra en medio del pavimento, ahora sí, elevado varios metros. Yo me pregunto qué irá a salir de ese cráter, de un momento a otro... (Y esto significativamente se repite de un sueño mío anterior, en el cual escapo de un pozo que se inunda, del cual salían luces... y yo quedaba expectante a la espera de que saliese algo más.) No me despierto ahí, pero en ese momento me doy cuenta de que estoy soñando. Entonces salen del cráter unos monstruos semihumanos, que empiezan a matar a la gente, pero yo estoy de nuevo en la habitación del comienzo del sueño, y me digo que estoy destinado a luchar contra esos monstruos, pero no quiero, no quiero soñar eso, quiero soñar otra cosa. Entonces hago fuerza, fuerza, fuerza un esfuerzo realmente incómodo por despertarme... Y aquí estoy, preguntándome por qué sueño siempre cosas de una manera tan realista y si de verdad los sueños querrán decir siempre algo. Supongo que sí.

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