viernes, marzo 18, 2016

Bipartidismo

El sopapo revienta con violencia sobre el rostro magullado de María, haciendo saltar por el aire sus lágrimas y mocos. A cierta distancia, un grupo de gente observa el castigo impasible, como si no importara. Hasta que vos, que no sos ningún valiente y en lo posible siempre tratás de no meterte en problemas, no aguantás más e intentás interceder. No querés mezclarte en líos, es cierto, pero al mismo tiempo no podés ser un testigo indiferente de tan inusitada violencia. Pero en cuanto das un paso adelante, alguien se interpone. La gente te detiene.

- ¿Van a dejar que ese tipo le siga pegando a esa mujer?...

Te das cuenta de que hiciste esta pregunta en voz demasiado alta, casi gritando. Por toda respuesta, alguien te acusa, amenazante:

- ¡Vos seguro sos amigo de Cristian!... ¿Querés hacerte el guapo? ¡Mirá que podemos mostrarte lo que es bueno!

De repente todos han dejado de prestarle atención a la paliza y te están observando a vos. Las miradas que te dirigen están cargadas de algo muy parecido al odio. Tardás un rato en comprender. Cristian era la pareja anterior de esta chica. El también le pegaba y la sometía a vejámenes diversos. Ahora esta gente te acusa de ser su cómplice, porque al parecer existen solamente dos posiciones posibles: o estás del lado del tal Cristian, que la violentaba a su manera, o comulgás con esta bestia que ahora mismo golpea la cabeza de la chica contra una pared. El hecho de que a esta mujer en el pasado le hicieran de todo, parece invalidar el hecho de que esté necesitando auxilio ahora mismo. El padecimiento de María, que en vano llora, grita e implora ayuda, es extrañamente similar al de cierto país de Latinoamérica cuyo nombre no logro recordar.

1 comentario:

Juan Maria Solare dijo...

Maravillosa metáfora.