La vida no da garantías, afirma Horacio.
Helena sonríe, burlona, como es su costumbre.
Luego se pone seria y se niega a entregar las muletas
que prácticamente le imploro.
Me explica que a veces ciertas ayudas
solo sirven para hacernos creer, falsamente,
que no tenemos el control sobre las cosas.
Secretamente los admiro y los detesto
y me pregunto cuáles serán los inconfesables traumas
que los acosarán cuando se quedan solos
después de haberse retirado el último paciente.
viernes, enero 03, 2025
La soledad del psicoanalista
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