Digamos que las imágenes, sean o no sean reales, metaforizan verdades, pero también esperanzas. Aquí la espada de San Miguel Arcángel se dispone a hacer justicia, en el bello cuadro de Guido Reni, pronta a atravesar la cabeza del demonio, perfectamente alineada con el cráneo del nefasto gobernante argentino cuyo apellido inicia con la misma letra del Maligno.
Al igual que Satanás, la estrategia del tirano ha sido el engaño, al punto de usar la palabra "libertad" para referir a la opresión y el desprecio hacia el prójimo. Quizás por eso, la torpe mueca que esboza aquí el rostro del falso "león", el tiranuelo psicópata, el maligno Papadas, contrasta con la autenticidad del rictus adusto (léase "cara de orto") del legítimo y verdadero Papa León XIV.
Recemos, creyentes y no creyentes, porque la espada de San Miguel caiga pronto sobre quien merece el castigo, para restablecer el orden auténtico del mundo. Seamos, cada uno de nosotros, esa espada, ese brazo, esa justicia.
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